Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?


Se trataba de una ronda común y corriente, nada fuera de lo habitual. El Sargento primero Leandro Rodríguez se encontraba patrullando como de costumbre en las cercanías de la pequeña localidad de Piedritas, en la argentina provincia de Santa Fe, cuando un objeto metálico brillante llamo su atención. Una esfera metálica extraña que no parecía guardar relación con nada de su entorno, como si estuviese fuera de lugar y mágicamente hubiese caído del cielo… paradójicamente eso era precisamente lo que había ocurrido.

Durante ese mes, febrero de 1991, se fueron sucediendo las noticias de nuevos y extraños objetos esparcidos a lo largo y ancho del país. Desde Entre Ríos e incluso por las cercanías de Buenos Aires se comenzaron a encontrar componentes electrónicos, partes metálicas del fuselaje de una aeronave desconocida y cuentan algunos que hasta se llegó a recuperar una escotilla de acero completa…



Estación espacial Salyut 7


La respuesta a esta lluvia metálica nos lleva al 07 de febrero cuando un error hizo que toda una estación espacial, la Salyut 7, cruzara los cielos convertida en una gran bola de fuego estrellándose en territorio argentino en lugar de en el Atlántico como estaba previsto…
Era el último capítulo, espectacular y explosivo, de un mítico programa espacial ruso que, entre aciertos históricos y fallos garrafales, terminaba hecho trizas desperdigadas por las laderas nevadas de los Andes.

Vamos a retroceder ahora unas décadas para situarnos en 1969. Los estadounidenses han llegado primero a la Luna y en la Unión Soviética se tiene la impresión de que, a pesar de que ellos tuvieron la delantera en los primeros años de la carrera espacial, la NASA les ha ganado la partida… Buscan un nuevo terreno donde volver a ser los protagonistas.
Por esta época la fiebre del espacio estaba desbordada y la idea de construir una estación espacial empezaba a ser realidad más allá de las películas de ciencia ficción. Así nace el programa Zaria (amanecer) que terminaría llamándose “Salyut” que traducido del ruso viene a ser “Saludo”.


Infografía de la primera Salyut realizada por Paco Arnau

Desde 1971 hasta la bola de fuego de la última Salyut en 1991 los ingenieros rusos consiguieron poner en órbita siete estaciones espaciales… siete, se dice pronto… Y hay que tener en cuenta que estamos hablando de verdaderas estaciones porque por aquellos inicios los astronautas pasaban días enteros en el espacio en diminutos cubículos que eran parte de la nave con la que habían sido lanzados y con los que posteriormente también realizarían el descenso.
Las Salyut fueron las primeras estaciones espaciales capaces de alcanzar la órbita prevista de manera automática, que permitía estancias prolongadas de astronautas y que incluso poseían ya hasta dos puertos de atraque para que la nave pudiese acoplarse a ella. De hecho, la Salyut 1 es considerada como la primera estación espacial de la Historia.
Aun así, y a pesar de que algunas de estas estaciones Salyut marcaron un hito histórico, como el record los 237 días en órbita conseguidos por los cosmonautas Solovyev y Atkov, lo cierto es que la visión general de todo el programa deja un sabor agridulce y es que los tres últimos cosmonautas que estuvieron en ella fallecieron en su entrada a la Tierra, al fallar una válvula en el módulo de descenso.
La segunda Salyut se perdió antes de encontrar la órbita correcta. En la Salyut 3 tan solo una de las Soyuz consiguió atracar con éxito. El mismo problema tuvo la Salyut 5… y así podríamos seguir durante un buen rato porque el programa completo fue una sucesión de pasos en la dirección correcta y graves errores que hicieron perder dinero y vidas.


Infografía de la Salyut 7

Y así llegamos a la última Salyut, la número 7, la estación espacial que pondría fin al programa y de la que se ha especulado mucho durante los últimos años. Su labor se inició cuando alcanzó con éxito la órbita prevista en abril de 1982 consiguiendo alojar varias misiones de cosmonautas en lo que por fin se preveía una misión tranquila y sin problemas.
Sin embargo, la calma iba a durar poco y a principios de 1985 se prendería la chispa que, tras una cadena de errores casi de principiantes, terminaría convirtiéndose en una de las aventuras espaciales más increíbles, secretas y fascinantes de la Historia de la exploración espacial.
Los pasos que terminaron llevando a la primera misión de rescate espacial han sido relatados magistralmente por el ingeniero aeroespacial Nickolai Belakovski, en un impresionante artículo de investigación publicado en Ars Technica titulado “La desconocida misión soviética para rescatar una estación espacial muerta”.


La serie de catastróficas desdichas comienza exactamente el 11 de febrero de 1985, mientras la Salyut 7 se encontraba en órbita en piloto automático a la espera del próximo equipo de cosmonautas… Desde el control de Tierra se dan cuenta de algo no funciona bien: La telemetría que la estación envía indica que se está produciendo un incremento anormal de la corriente en el sistema eléctrico lo que llevó a la desconexión de los circuitos como medida de protección.
Sin embargo, el trabajo de los controladores era duro… turnos de 24 horas seguidas sin descanso frente a las pantallas hacen que se cometan errores. Cuando su horario terminó, llegó el nuevo turno de controladores que desconocían el problema de corriente y volvieron a conectar los sistemas eléctricos… Bang!!

Los relojes marcaban exactamente las 13 horas, 20 minutos y 51 segundos del fatídico día 11 de febrero… Una cascada de cortocircuitos eléctricos arrasó en un instante toda la estación: La Salyut 7 se quedó en silencio. Nada funcionaba. Nada respondía… Allí arriba, a 200 kilómetros por encima de su cabeza tan solo había silencio, frío y oscuridad.

Los responsables soviéticos se encontraban ante una curiosa disyuntiva: ¿Dejamos a su suerte a la Salyut 7 o intentamos volver a ponerla en funcionamiento?... Al fin y al cabo, en la estación no había nadie y el programa ya estaba dando sus últimos coletazos: La nueva estación MIR iba a sustituir a las conflictivas Salyut… Por otro lado, la MIR aún tardaría algo más de un año en estar operativa y todas las pruebas y experimentos científicos programados para la Salyut podrían perderse… Y por supuesto, el orgullo: Un nuevo fracaso en este conflictivo programa significaría una deshonra para los ingenieros soviéticos que verían como su última Salyut moría abandonada a su suerte…

Se llevó a cabo una reunión de altos mandos. La decisión era difícil y el propio Belakovski reconoce que desconoce qué ocurrió en ella. No se conservan notas ni testimonios de lo que allí se hablo, pero una cosa sí sabemos en firme: Cuando se abrió la puerta del despacho de aquella secreta deliberación la comunicación fue una sorpresa para casi todos… Iban a rescatar la Salyut 7, un movimiento audaz aunque muy temerario que consistiría en enviar una misión tripulada para reparar los sistemas eléctricos de la estación. Era la primera vez que se intentaba algo así.


Recreación artística de la Salyut 7

Los cosmonautas elegidos para esta singular misión fueron Vladimir Dzhanibekov y Victor Savinikh. Una Soyuz modificada especialmente para la misión los llevaría hasta la estación donde atracarían utilizando uno de los dos puntos de acceso. Los optimistas ingenieros les otorgaban un 70% de posibilidades de éxito, algo que seguramente quedaría solamente para los papeles si tenemos en cuenta los fracasos que el programa había ido acumulando desde su inicio.
El 06 de junio de 1985, y en medio de un total secreto, los dos hombres subieron al módulo superior de la Soyuz y se lanzaron a rescatar una estación espacial muerta en el vacío. Pasarían algunos días en órbita hasta acercarse progresivamente a la estación y a partir de aquí, las transcripciones que se registraron entre los cosmonautas y el control en Tierra, que Belakovski aporta detalladamente en su investigación, son simplemente impresionantes.


Dzhanibekov: Distancia 200 metros. Nos acercamos a la estación a 1,5 m/s. La velocidad de rotación de la estación es normal, estable. Estamos empezando… Oh! El Sol está en un mal lugar… no, eso es, así está mejor… Atraque alineado. Disminuimos la velocidad… a la espera de contacto.
Savinikh: ¡Tenemos contacto!, ¡Tenemos captura mecánica!
Tierra: Abrid la escotilla.
Savinikh: Abrimos la escotilla.


La primera impresión del interior de la estación fue escalofriante, en el sentido más literal: Frío, mucho frío… Los propios cosmonautas informaban al control en Tierra:

Tierra: ¿Cuál es la temperatura?
Dzhanibekov: Frío, muy frío, hermanos…


El sistema eléctrico de la estación estaba fuera de combate y los sistemas de control térmico se encontraban cerrados… Esto era un grave problema: El agua de las tuberías estaba congelada y ningún sistema de la estación había sido probado para soportar ese tipo de temperaturas sin electricidad ni sistemas térmicos. Toda la misión podría ser una pérdida de tiempo y recursos…
Poco a poco los cosmonautas van presurizando los compartimentos para poder trabajar sin las máscaras y los guantes que les dificultan la tarea… Cuando por fin lo consiguen, se quitan las máscaras e intentan oler… bien, por fin algo de suerte, no huele a quemado.
Pero hace frío, mucho frío… Es como estar en una cámara frigorífica flotando en el vacío del espacio. Savinikh recuerda en su diario de vuelo que era como estar en una casa abandonada. Los ventiladores y todos los sistemas que normalmente zumbaban por encima de sus cabezas se encontraban ahora en total silencio. Ninguno de los dos hablaba de ello, ni siquiera se atrevían a mencionarlo de pasada, pero sabían que sin electricidad y sin agua las probabilidades de salir vivos de allí serían escasas.


Tierra: Volodia, si escupes… ¿Se congela?
Dzhanibekov: Voy a intentarlo… espera… Escupo y se congeló… ¡en tres segundos!


Las horas pasan y la misión va tomando un cariz desesperado… trabajan a contrarreloj y es paradójico porque si se quitan los guantes, apenas pueden trabajar con las manos desnudas en temperaturas tan bajas, pero si se ponen los guantes pierden movilidad y agilidad…
El día y la noche se suceden en órbita pero desde Tierra les mantienen informados del tiempo que llevan trabajando ahí arriba… Estamos en el 14 de junio y los cosmonautas llevan ya tres días en la Salyut 7.

El procedimiento para volver a revivir la estación era complejo y constaba de numerosos pasos que debían ejecutarse a la perfección y en el orden correcto.


El momento clave se presentó cuando pusieron a prueba las baterías de la estación para ver cuántas de ellas podrían aceptar una carga… los nervios estaban a flor de piel pero, por fin, una brizna de buena suerte les acompañó: Seis de las ocho baterías se consideraron aptas.
Los cosmonautas prepararon los cables para conectar las baterías salvables directamente a los paneles solares. En total fueron 16 cables, conectar las puntas de los cables con las manos temblorosas por el frío y una vez conectados, volver a introducirse en la Soyuz para utilizar sus motores y reorientar la estación para que los paneles se colocasen frente al sol…


Dzhanibekov: Estoy listo…

Tierra: Gire a lo largo del eje de tono hasta que el sol esté a la vista. Tan pronto como esto suceda, inicie el frenado de la rotación.

Dzhanibekov: ¿Tenemos suficientes cables para que… espera… el Sol se centra en mi campo visual… giro a la derecha


Por fin desde el control se lanza la noticia: ¡Consideramos que la carga se ha iniciado! El rescate de aquella Salyut se había conseguido… Volvía a estar operativa, y así siguió durante algunos años más dando cobijo a nuevas misiones de cosmonautas.


[/size]