PUERTO DE CHITTAGONG
Aunque resulta ser la segunda ciudad mas importante en Bangladesh, es el cementerio de barcos mas grande del mundo, y también la mas contaminada en todo el planeta.
Ubicada en la parte oriental del país asiático, cerca de la frontera con Birmania, Chittagong cuenta con una población de 4 millones de habitantes,y su puerto clave en las exportaciones de Bangladesh al exterior. A pesar de haber podido optar por otro tipo de industrias, los comerciantes de la zona decidieron convertir el litoral, que cuenta con algunas de las playas más bellas del planeta, en el mayor punto de desguace de barcos y reciclaje de metales que existe en Asia.
Bangladesh, junto a India y Pakistán, es el principal destino de cientos de barcos procedentes de países ricos, que han encontrado en estos inhumanos cementerios un lugar en el que pagar muy poco por deshacerse de ellos. El coste real, sin embargo, son las vidas de hombres, que se exponen 14 horas al día a tóxicos mortales, gases explosivos y planchas de acero que caen desde varios metros de altura, sin ningún tipo de protección personal, como cascos de seguridad, guantes o gafas. Greenpeace y la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos prepararon durante dos años un informe titulado Fin de la Vida: El Costo Humano de Desguazar Barcos, donde estimaban que la cantidad de muertes accidentales en los astilleros de desguace de barcos de Alang, en India, y Chittagong, en Bangladesh, superaban las 100 cada año.
Más recientemente, en 2010, la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas (FITIM) publicó las conclusiones de un estudio sobre más de 1.600 trabajadores del desguace de barcos en Chittagong. En él se aseguraba que, como la industria emplea sobre todo a trabajadores migrantes con poca formación y protección jurídica, los desguazadores “son explotados fácilmente, no tienen voz para defender sus derechos más fundamentales y sufren graves consecuencias si tratan de mejorar su suerte”.
“Este estudio nos ofrece un panorama general de la situación de explotación a que están sometidos más de 60.000 trabajadores en India y Bangladesh, expuestos a condiciones de trabajo sumamente peligrosas e insalubres, ganando la mayoría de ellos menos de 50 rupias (0,75 euros) al día”
Afirma Marcello Malentacchi, secretario general de la FITIM. “Esos trabajadores figuran entre los más vulnerables de nuestros sectores, migrando constantemente en busca de empleos estacionales en los astilleros, sometidos a empleadores despiadados e ignorados totalmente por las autoridades políticas”. “Los lugares de trabajo carecen de todo, desde agua potable hasta equipo de protección y asistencia médica, y los trabajadores viven en casuchas sin saneamiento ni electricidad, inmediatamente debajo de los astilleros de desguace”
HISTORIA DE QUIENES DEAMBULAN EN ESTE INFIERNO
Son las 4.30 de la mañana. Como cada jornada, antes del alba, Sheik Maal besa a su mujer y sus tres hijos y se encamina en bicicleta hasta Chittagong.
Sheik camina lento, pausado, entre enormes moles de metal. Sin guantes, descalzo y sin seguro médico, expone su vida de la forma más irracional, con el único objeto de llevar algo de dinero a casa. “Nunca pienso más allá del día de hoy”, expone el joven bangladeshí, quien a pesar de tener sólo 27 años acumula cicatrices y el pesar de un anciano. “Desde que nacemos tenemos que luchar contra la pobreza; los que tienen suerte siguen vivos y los que no, mueren”, recalca Sheik, cuyo esfuerzo permite a dos de sus vástagos acudir cada día a una modesta escuela en el viejo barrio portugués de Paterghatta, a orillas del río Karnaphuli. “Mi padre también trabajó aquí, y desde que tenía 7 años lo acompañaba cada día”, relata Sheik, quien junto a otros niños buscaba entre la basura cualquier resto útil que poder vender luego en el mercado. “No quiero que mis hijos pasen por esto, pero no veo qué pueden hacer, porque no sé cuánto tiempo más podrán ir al colegio”, denota.
El sol ya quema, y el desguace es un hervidero. Cientos de hombres cargan pesadas piezas de acero, baten vigas con mazas y desueldan tuberías llenas de residuos, restos de grandes monstruos que un día surcaron los cinco continentes. “Primero tratamos de seguir vivos y luego trabajamos”, denota irónico Mohiuddin Hasina, de 31 años, que deja claro que “gane lo que gane, tengo que comer para coger fuerzas y seguir”. Una máxima que comparte Anand Tomui, de 24 años. Hijo de estibador, su vida está ligada a los barcos. “Fui marinero en un pesquero, pero la compañía quebró y no tuve que venir aquí para poder alimentar a mi familia”. “He oído que en Europa las cosas no están bien, que no hay trabajo; pero no me importaría poder ir hasta allí, porque seguro que no es tan duro como esto”
IMÁGENES DEPLORABLES DEL PUERTO DE CHITTAGONG
VÍDEO DONDE DESCUBRÍ ESTE LUGAR
link: http://www.youtube.com/watch?v=uc8svevQbhc&list=UUNYW2vfGrUE6R5mIJYzkRyQ

Aunque resulta ser la segunda ciudad mas importante en Bangladesh, es el cementerio de barcos mas grande del mundo, y también la mas contaminada en todo el planeta.
Ubicada en la parte oriental del país asiático, cerca de la frontera con Birmania, Chittagong cuenta con una población de 4 millones de habitantes,y su puerto clave en las exportaciones de Bangladesh al exterior. A pesar de haber podido optar por otro tipo de industrias, los comerciantes de la zona decidieron convertir el litoral, que cuenta con algunas de las playas más bellas del planeta, en el mayor punto de desguace de barcos y reciclaje de metales que existe en Asia.

Bangladesh, junto a India y Pakistán, es el principal destino de cientos de barcos procedentes de países ricos, que han encontrado en estos inhumanos cementerios un lugar en el que pagar muy poco por deshacerse de ellos. El coste real, sin embargo, son las vidas de hombres, que se exponen 14 horas al día a tóxicos mortales, gases explosivos y planchas de acero que caen desde varios metros de altura, sin ningún tipo de protección personal, como cascos de seguridad, guantes o gafas. Greenpeace y la Federación Internacional de Ligas de Derechos Humanos prepararon durante dos años un informe titulado Fin de la Vida: El Costo Humano de Desguazar Barcos, donde estimaban que la cantidad de muertes accidentales en los astilleros de desguace de barcos de Alang, en India, y Chittagong, en Bangladesh, superaban las 100 cada año.

Más recientemente, en 2010, la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas (FITIM) publicó las conclusiones de un estudio sobre más de 1.600 trabajadores del desguace de barcos en Chittagong. En él se aseguraba que, como la industria emplea sobre todo a trabajadores migrantes con poca formación y protección jurídica, los desguazadores “son explotados fácilmente, no tienen voz para defender sus derechos más fundamentales y sufren graves consecuencias si tratan de mejorar su suerte”.
“Este estudio nos ofrece un panorama general de la situación de explotación a que están sometidos más de 60.000 trabajadores en India y Bangladesh, expuestos a condiciones de trabajo sumamente peligrosas e insalubres, ganando la mayoría de ellos menos de 50 rupias (0,75 euros) al día”

Afirma Marcello Malentacchi, secretario general de la FITIM. “Esos trabajadores figuran entre los más vulnerables de nuestros sectores, migrando constantemente en busca de empleos estacionales en los astilleros, sometidos a empleadores despiadados e ignorados totalmente por las autoridades políticas”. “Los lugares de trabajo carecen de todo, desde agua potable hasta equipo de protección y asistencia médica, y los trabajadores viven en casuchas sin saneamiento ni electricidad, inmediatamente debajo de los astilleros de desguace”
HISTORIA DE QUIENES DEAMBULAN EN ESTE INFIERNO

Son las 4.30 de la mañana. Como cada jornada, antes del alba, Sheik Maal besa a su mujer y sus tres hijos y se encamina en bicicleta hasta Chittagong.
Sheik camina lento, pausado, entre enormes moles de metal. Sin guantes, descalzo y sin seguro médico, expone su vida de la forma más irracional, con el único objeto de llevar algo de dinero a casa. “Nunca pienso más allá del día de hoy”, expone el joven bangladeshí, quien a pesar de tener sólo 27 años acumula cicatrices y el pesar de un anciano. “Desde que nacemos tenemos que luchar contra la pobreza; los que tienen suerte siguen vivos y los que no, mueren”, recalca Sheik, cuyo esfuerzo permite a dos de sus vástagos acudir cada día a una modesta escuela en el viejo barrio portugués de Paterghatta, a orillas del río Karnaphuli. “Mi padre también trabajó aquí, y desde que tenía 7 años lo acompañaba cada día”, relata Sheik, quien junto a otros niños buscaba entre la basura cualquier resto útil que poder vender luego en el mercado. “No quiero que mis hijos pasen por esto, pero no veo qué pueden hacer, porque no sé cuánto tiempo más podrán ir al colegio”, denota.

El sol ya quema, y el desguace es un hervidero. Cientos de hombres cargan pesadas piezas de acero, baten vigas con mazas y desueldan tuberías llenas de residuos, restos de grandes monstruos que un día surcaron los cinco continentes. “Primero tratamos de seguir vivos y luego trabajamos”, denota irónico Mohiuddin Hasina, de 31 años, que deja claro que “gane lo que gane, tengo que comer para coger fuerzas y seguir”. Una máxima que comparte Anand Tomui, de 24 años. Hijo de estibador, su vida está ligada a los barcos. “Fui marinero en un pesquero, pero la compañía quebró y no tuve que venir aquí para poder alimentar a mi familia”. “He oído que en Europa las cosas no están bien, que no hay trabajo; pero no me importaría poder ir hasta allí, porque seguro que no es tan duro como esto”
IMÁGENES DEPLORABLES DEL PUERTO DE CHITTAGONG







VÍDEO DONDE DESCUBRÍ ESTE LUGAR
link: http://www.youtube.com/watch?v=uc8svevQbhc&list=UUNYW2vfGrUE6R5mIJYzkRyQ