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A finales del siglo XIX la enfermedad de la fiebre tifoidea era común entre los habitantes de Norteamérica, causando miles de casos con una alta tasa de mortalidad. Pero entre 1900 y 1915 se produjeron una serie de brotes en el estado de Nueva York que destacaron sobre todos los demás. Lo curioso de estos casos fue que, aparentemente, no parecía existir nada que los estuviera causando ya que se analizaron los posibles alimentos que podrían haber transmitido la enfermedad a los afectados y ninguno de ellos parecía ser la fuente. Es por ello que la causa habría pasado desapercibida de no haberse hallado una relación entre dichos casos. Pero no se trataba de ningún alimento sino de una persona, una mujer llamada Mary Mallon…


Mary Mallon


Mary Mallon nació el 23 de setiembre de 1869, en Cookstown, Irlanda. Cuando tenía 15 años emigró a los EEUU en busca de empleo. Primero se desempeñó como sirvienta doméstica pasando luego, gracias a sus dotes culinarias, a ser cocinera (oficio que era mucho mejor pagado que el de sirvienta en aquella época). Sin embargo, pese a ser buena en su oficio, cierta aura de desgracia la seguía, pues cambió de trabajo varias veces en pocos años.

En el verano de 1906 (Julio-Setiembre en el hemisferio norte), fue contratada por Charles Henry Warren como cocinera en la casa de veraneo que alquilaba para él y su familia. El día 27 de agosto una de las hijas de Warren se enfermó con fiebre tifoidea. Pronto su esposa, otra hija, dos sirvientas y el jardinero cayeron enfermos también, haciendo un total de 6 enfermos de las 11 personas que vivían en esa casa. Los dueños de la casa preocupados, claro está, porque no iban a poder alquilar la casa nuevamente, contrataron algunos investigadores para identificar la causa del brote de fiebre tifoidea pero no hallaron nada.

Fue recién al contratar al ingeniero, George Soper (experto en detectar brotes de fiebre tifoidea), que se logró algún avance. Ahora, Soper sabía (como la mayoría de personas incluso en esa época) que la tifoidea se puede propagar mediante la ingesta de agua o alimentos contaminados, y dado que no había contaminación en las fuentes de agua de la casa, la infección tendría que haber provenido de uno de sus habitantes. Sus primeras sospechas apuntaron hacia Mary, siendo ella la cocinera, por lo que investigo sus trabajos anteriores, descubriendo que entre 1900 y 1907, Mary había trabajado en 7 casas, de las cuales 22 personas se habían enfermado de fiebre tifoidea, una de las cuales (una niña) falleció por ello.


George Soper, 1915


Con esas pruebas, Soper fue a ver a Mary exigiéndole muestras de orina, heces y sangre, responsabilizándola de haber enfermado a tanta gente.

Ahora... siendo el año 1906, donde no era posible concebir la idea de que se podía estar infectado con algo sin estar enfermo (ser portador asintomático), que de la nada aparezca un hombre diciéndote que por tu culpa se han enfermado varias personas e incluso muerto una niña... cuando tú nunca te has sentido enfermo ni nada, y nunca tuviste tifoidea, debe ser más que chocante, así que no es de sorprender la reacción de Mary, que echó a Soper de su casa, entre improperios y demás.

Claro que Soper no se rindió y volvió a visitarla con un doctor auxiliar. Pero de todas formas, este fue despedido nuevamente junto a su acompañante por la furibunda Mary. Rendido, Soper informó al Departamento de Salud de New York... el cual designó a una doctora de hospital, la que junto a 5 policías fueron a pedir las muestras a Mary. Ésta, desconfiando abiertamente y ya puesta sobre aviso, los recibió encerrándose en su casa. Y cuando lograron ingresar a la misma, no la encontraron, pues se había escondido en casa de una vecina.

Finalmente capturada Mary fue llevada por la fuerza a un hospital en la isla de North Brother, donde los análisis revelaron que portaba el bacilo de la tifoidea. Tras esto, fue confinada en cuarentena, donde era analizada periódicamente, descubriéndose que si bien tenía periodos en los cuales no daba positivo a la tifoidea, la mayor parte del tiempo (120 de 163 muestras) portaba y podía transmitir el bacilo.



Mary Mallon en el hospital (la primera de la izquierda)


A los 2 años de iniciada la cuarentena, Mary Mallon demandó al departamento de Salud, alegando que análisis privados hechos por sus doctores revelaban que no tenía el bacilo. El juicio fue favorable al Departamento, por lo que Mary (ahora conocida como Mary Tifoidea gracias a la prensa) tuvo que permanecer 1 año más en cuarentena.

Fue 1910 que un nuevo, más benevolente, comisionado de salud, le dio la libertad a Mary, con la promesa (en otras fuentes se menciona la firma de un contrato) de que no vuelva a ejercer el oficio de cocinera dado el riesgo de transmisión que implicaba. Ella, desesperada por salir de su encierro, lo prometió y hasta hizo el intento de trabajar como lavandera, pero la mejor condición de trabajo y paga de las cocineras (y quién sabe también el hecho de no sentirse enferma ni contagiada ella misma) la hizo recurrir. Es así que Mary, bajo el pseudónimo de Mary Brown, ingreso a trabajar a un hospital (centro de maternidad neoyorkino) como cocinera. Sin embargo, pasaron aún 5 años más, hasta que en Enero de 1915, un brote de fiebre tifoidea afecto a 25 internos del hospital, llegando a morir 2 de ellos. Nuevamente las investigaciones apuntaron a la cocinera, descubriéndose que se trataba de Mary Mallon. Esta vez la opinión pública estuvo en su contra, pues si bien Mary no creía que ella estuviera enferma, el hecho de haber usado un pseudónimo implicaba que se sabía culpable y pese al riesgo volvió a trabajar de cocinera.

No es difícil adivinar que esta vez fueron mas duros con Mary, pues fue confinada a cuarentena de por vida en su antiguo hospital en North Brother. Sin embargo, Mary logró trabajar allí mismo donde estaba recluida, primero como asistente y luego como técnica de laboratorio.



Mary Mallon (usando anteojos) con la bacterióloga Emma Sherman en North Brother Island (1931 o 1932)


Mary Mallon falleció el 11 de noviembre de 1938 con 69 años, debido a una neumonía, seis años después de que un derrame cerebral la había dejado paralizada. En su autopsia se hallaron bacterias tifoideas vivas en su vesícula biliar. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas están en el cementerio de Saint Raymond en el Bronx.

Actualmente, el término "Mary Tifoidea" aún se utiliza en EEUU para referirse a alguien que es portador de alguna peligrosa enfermedad y representa un peligro para el público debido a que se rehúsa a tomar las precauciones necesarias para evitar el contagio de la misma (como en el triste caso de la Mary original y su resistencia a creer que realmente llevaba la tifoidea consigo).




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