
El fluir de las estrellas

La estrella de Barnard.
Vivimos bajo un manto de estrellas, que dan forma a lo que llamanos firmamento, que permanece praticamente inalterable desde que la Humanidad levantó la mirada por primera vez, de ahí su nombre. Solo los planetas (cuyo nombre deriva de la palabra griega que significa "vagabundo" o "errante" ) parecen romper esta aparente inmovilidad, esta fría eternidad que se extiende ante nuestros ojos.

El firmamento, tal como se lo imaginaban los antiguos. La última esfera, la de las estrellas, estaba inmóvil.
Pero no es más que una ilusión, una realidad imaginaria que existe solo en nuesta mente, fruto de que las escalas temporales que rigen el vasto Universo son tan amplias que los Humanos, con nuestra existencia limitada, simplemente somos incapaces de capar en toda su amplitud. Es como si miráramos la fotografía de un río, lo vemos fijo, sin movimiento, aunque en realidad fluye constantemente. Y así son para nosotros las estrellas de la noche, una fotografía congelada en el tiempo, un instante en el constante fluir de la eternidad.
Pero existe un objeto estelar que parece dispuesto a romper esta ilusión y que con su veloz viaje a traves de la Bóveda celeste nos recuerda la auténtica realidad que nos rodea. Su nombre: Estrella de Barnard.

La estrella de Barnard desde la superficie de un hipotético planeta.
Situada a unos 5.9 años-luz de La Tierra, Bernard no tiene, en principio, nada de especial. Es una Enano Roja, al igual que el 70% de las estrellas del Universo, con un 15% de la masa del Sol, un tercio de su temperatura superficial y dos milésimas de su brillo. Sin embargo hay algo que si la hace única, al menos para nosotros, y es que se desplaza a una velocidad extremadamente alta, a unos 106,8 km/s, y en dirección a nuestro planeta. La suma de este factor y el de la corta distancia a la que se encuentra hace que sea la que muestra un mayor movimiento aparente en nuestro cielo, tan extraodinario que cubre el equivalente a la superficie aparente de la Luna llena en apenas 3 años.

Superposición de fotografías mostrando el avance de la estrella de Barnard en apenas 4 años.
Esta situación pueda apreciarse facilmente con un poco de paciencia, y dar lugar a secuencias espectaculares, como la que tenemos abajo y que cubre la misma zona del firmamento durante 20 años. En ella Barnard se desplaza rápidamente, en claro contraste con las estrellas de fondo, que nos parecen completamente fijas en sus posiciones a pesar de que, también ellas, forman parte del río estelar que conforma la galaxia. Simplemente están mucho más lejos y su movimiento aparente es, por ello, mucho mas lento.

El movimiento de Bernard, en esta ocasión durante un periodo de 20 años, de 1985 a 2005.
Bernard seguirá aproximándose durante los próximos 9.000 años, hasta situarse, en el 11.800 de nuestra era, a solo 3.85 años-luz de la Tierra, convirtiendose con ello en la estrella más cercana, por delante incluso de Próxima Centauri, para posteriormente irse alejando hacia las profundidades del océano estelar. Como hacen todas y cada una de las estrellas que vemos en el firmamento, alejandose o acercándose, pero en ningún caso permaneciendo para siempre en el mismo lugar. El Firmamento real es todo menos algo "firme", constante y eterno, por mucho que la ilusión sea tan poderosa que nustra mente no pueda escapar completamente de ella.

Otra secuencia del movimiento de Barnard.

La aproximación y alejamiento de las estrellas más cercanas, en una escala de miles de años. Bernard es la que presenta una grafica más extrema, seguida de cerca por Lalande 21185 (GL 710 no cuenta por demorarse demasiado en su acercamiento). En contraste con ellas el Sistema Alfa Centauri se mantiene relativamente estable al seguir un camino muy parecido al Sol, aunque con el tiempo también ellas se irán alejando.


Bernard desde el cielo de unos hipotéticos planetas compañeros, bañados por la debil luz roja de esta pequeña estrella. Aunque durante mucho tiempo se estimó probable que existiera como mínimo un planeta, el avance en las técnicas de medición parece haber descartado esa posibilidad. Al menos de momento.

La creencia de que disponía de planetas a su alrededor y la relativa proximidad hicieron que la estrella de Bernard fuera elegida como un posible objetivo para el proyecto Daedalus, una hipotética nave interestelar que nunca fue más allá de las mesas de diseño.
Eso fue todo. Hasta la próxima.
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