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¿Alguna vez te has preguntado qué hubiese pasado si Hitler moría durante la Primera Guerra Mundial? Unos dicen que el Holocausto Judío igual hubiese tenido lugar, independientemente de la figura de Adolf Hitler. Otros, por el contrario, opinan que sin su liderazgo y su carisma no solo no se hubiese producido el genocidio, sino que quizás tampoco hubiese estallado la Segunda Guerra Mundial.

¿Tú qué opinas? ¿Fueron los hombres los que hicieron la historia, o fue la historia la que creó a los hombres? Veamos qué tiene para decir la Teoría del Gran Hombre al respecto.

¿Qué dice la Teoría del Gran Hombre?

Como su título nos permite adivinar, esta teoría se inclina por la idea de que fueron los hombres los que hicieron posible los sucesos más importantes de la historia. Sin algunos hombres en concreto, algunas cosas no hubiesen sucedido.

La idea básica es que los líderes de los grandes procesos históricos nacieron para ello, no fue el contexto histórico, ni socio-económico el que los formó: "Los líderes nacen, no se hacen". Esa es la premisa básica de esta teoría.


La Teoría del Gran Hombre surge durante el siglo XIX y se le atribuye al historiador y ensayista inglés Thomas Carlyle. Según él "La historia del mundo no es otra que la biografía de los grandes hombres". Esta teoría se formula alrededor de algunas figuras militares, masculinas por supuesto, que fueron decisivas para el transcurso de la historia.

Además de las grandes figuras militares como Alejandro Magno o Napoleón, también se puede considerar para esta teoría a hombres importantes de la ciencia, las artes y la política, como Galileo Galilei, Miguel Ángel o Abraham Lincoln.

Probablemente la Revolución Científica hubiese seguido adelante sin Galilei. También, más allá del genio de Miguel Ángel el Renacimiento hubiese tenido lugar, y se hubiese abolido la esclavitud en Estados Unidos sin Lincoln.

La Teoría del Gran Hombre no pretende explicar cada acontecimiento importante exclusivamente a través de la actuación y el carisma de algunos hombres. Pero sí se esfuerza en poner de relieve que sin el liderazgo de determinados hombres, la historia hubiese sido distinta.



El liderazgo se hereda

Los grandes líderes de la historia fueron, en su mayoría, militares, nobles, miembros de la Iglesia, u otros hombres con cierto rol o estatus social elevado. Esto es así porque, naturalmente, quienes tienen más oportunidades y recursos culturales y económicos disponibles, tienen más posibilidades de convertirse en líderes políticos.

Entonces, la idea de que "líder no se hace, se nace" tiene un profundo componente oligárquico, ya que está muy asociada al lugar en la sociedad que estos hombres ocuparon. Hasta finales del siglo XIX los roles sociales estaban fundamentalmente definidos en función a la casta o linaje familiar del que se provenía. Los más altos rangos militares estaban reservados para algunos miembros de la nobleza o la Iglesia Católica.

De todas formas, no se trata simplemente de recursos económicos, sino también del capital social y cultural que poseían. Algunos grandes líderes políticos no eran de origen adinerado, pero gracias a la carrera militar o eclesiástica obtuvieron un capital cultural importantísimo que les permitió posicionarse como hombres influyentes.



Lo decisivo para la Teoría del Gran Hombre, también conocida como Teoría del Liderazgo del Gran Hombre, es el carisma personal, la capacidad de liderazgo, la inteligencia, sabiduría o talento de cada hombre en un momento determinado. Según esta teoría los grandes hombres nacen y se vuelven líderes cuando se los "necesita" en un momento determinado.


Argumentos en contra de la Teoría del Liderazgo

Carlyle publicó su teoría en 1840 y pocos años después, en 1860, Herbert Spencer publicó un fuerte contra-argumento. Para Spencer, los grandes hombres son producto de su época. Los líderes no nacen, sino que son formados por su específico contexto histórico.

Según esta visión, no basta con el talento de un hombre para desarrollar un proceso político determinado. Por el contrario, para que se produzca un gran evento histórico es necesaria una serie de condiciones sociales, económicas y políticas que exceden al carisma, la inteligencia y el oportunismo de sus líderes.