Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
¿Qué entendemos por agresión?

Una primera aproximación al término puede permitirnos definir la agresión como cualquier conducta que pretende herir física o psicológicamente a alguien (Berkowitz, 1993). Esta conducta provoca disgusto y rechazo y, por tanto, es censurable. Un aspecto se destaca de esta definición: la intencionalidad. A través de la conducta agresiva pretendemos obtener algo, coaccionar a otro tratando de enseñarle lo que no debe hacer y así evitar que haga cosas que molestan, expresar poder y dominio e incluso tratar de impresionar al otro y demostrarle que somos alguien respetable.

Si nos centramos en las actuales definiciones reflejadas en los manuales de diagnóstico de los trastornos mentales DSM-IV y CIE-10, vemos que hacen referencia a la agresividad enmarcada en los trastornos de personalidad. Así la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV) clasifica los comportamientos agresivos en la infancia y la adolescencia en cuatro grupos:

- Comportamiento agresivo que causa daño físico o amenazas a otras personas o animales.
- Comportamiento agresivo que causa destrucción de la propiedad de otras personas o animales.
- Comportamientos fraudulentos o robos.
- Violaciones graves de las normas contempladas.

La Organización Mundial de la Salud (CIE-10) en su clasificación de trastornos mentales y del comportamiento, sitúa el comportamiento agresivo como expresión de trastornos disociales tanto en niños como adultos.

De estos dos manuales podemos extraer la siguiente observación: la característica más sobresaliente de la conducta agresiva sería el deseo de herir, el agresor desea hacer daño a su objeto, a otro individuo que a su vez tratará de evitarlo.

Los factores que favorecen el desarrollo de la agresividad serían:

- Factores biológicos: predisposiciones biológicas hacia las conductas desadaptadas, como si la agresividad tuviera lugar con una mínima influencia del ambiente, y que esta toma diversas formas, desde el robo a la violencia. Este factor nos parece insuficiente para explicar por sí solo el origen y desarrollo de la agresividad en la infancia.

- Factores ambientales: Están determinados, en primer lugar, por la influencia de la familia. Se intenta explica y precisar las características de las relaciones familiares y el alcance de su implicación en las conductas agresivas de jóvenes y adolescentes.

- Factores cognitivos y sociales: a través de diversos estudios se ha llegado a la conclusión de que los sujetos agresivos no tienen en su repertorio respuestas situacionales adversas que no sean agresivas, y sugieren que la conducta agresiva, como forma de interactuar con el medio, es el resultado de una inadaptación debida a problemas en la codificación de la información que dificulta la elaboración de respuestas alternativas.

- Factores de personalidad: características de personalidad que parecen estar asociadas a las conductas agresivas de los jóvenes. Podríamos citar: despreocupación por los demás, burlarse de los otros y ponerles en ridículo, crueldad e insensibilidad, alta extraversión, etc.


Sexualidad y violencia:

La sexualidad ha sido abordada y explicada desde diferentes ámbitos disciplinares:

- Biológico.
- Psicológico.
- Sociológico.
- Etc.

Su conceptualización no es unívoca, designa en términos generales ciertos comportamientos, prácticas y hábitos que desprecian el cuerpo, pero también designa relaciones sociales, ideas, moralidades, discursos y significados socialmente construidos. Los significados en torno a la sexualidad y su construcción cultural en relación con lo masculino y lo femenino dentro de relaciones de poder inequívocas pueden establecer vínculos con procesos violentos.

Hablar de violencia como la expresión física, escrita, verbal o gestual agresiva de un individuo, grupo o institución, nos lleva a definir la violencia sexual como un aspecto que no es fundamentalmente biológico, sino cultural. La violencia sexual es manifestación del desequilibro de poder en función de raza, etnia, clase social, genero, edad, religión, orientación sexual, escolaridad, etc. En las relaciones sexuales hombre-mujer se explica a partir de la identidad genérica en un entorno patriarcal asimétrico y violento.

La masculinidad como categoría social esta constituida sobre ideales y estereotipos de género y de relaciones intergenéricas que contribuyen a la construcción del imaginario subjetivo, la representación social, la manera de ser y la manera de relacionarse de hombres y mujeres. La ideología hegemónica de la masculinidad es una visión construida por los hombres en el transcurso de la historia, que plantea como supuestos fundamentales para sí la heterosexualidad, la racionalidad y el privilegio de poder infringir violencia.

La violencia sexual se comienza a reconocer como problema de salud debido a la evidencia sobre su existencia, la denuncia de grupos sociales, las implicaciones de gran trascendencia personal, familiar social y los altos costes de prevención y control.

Dentro del colectivo de los adolescentes la violencia sexual es un concepto complejo que se asocia en un primer plano con el acto de la violación («es violar o tener relaciones sexuales, forzando a alguien a tener sexo»). En planos más profundos, sobre todo en el caso de las chicas, la violencia sexual también se asoció con otras formas de violencia (tocamiento, manoseo, insistir, acosar, maltratar, violencia verbal, etc.).

Las consecuencias en las víctimas adolescentes que se pueden dar a partir de haber sufrido violencia sexual son principalmente de tipo psicológico (miedo, odio, asco, desvaloración, pérdida de autoestima, etc..), así como la posibilidad de un embarazo no deseado con sus respectivas consecuencias y el riesgo de contraer cualquier tipo de enfermedad de transmisión sexual.

Para prevenir todos estos factores, desde los diferentes gobiernos e instituciones (OMS, UNESCO) se ha reflejado su preocupación por facilitar a la comunidad información y formación en materia de sexualidad a través de programas concretos realizados por profesionales expertos tanto en el ámbito de la educación formal como no formal, con la finalidad no sólo de contribuir a un mayor estado de salud de la población, sino también con la finalidad de prevenir aquellos trastornos y enfermedades ligados a la actividad sexual. En concreto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 1975, en uno de sus congresos, establecía la siguiente definición para el concepto de salud sexual: «La integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor».

Si se logra prevenir todos estas problemáticas que pueden producir un problema sexual se eliminan y minimizaran las manifestaciones sexuales violentas que lleven asociados ciertos grados de agresividad.


link: http://www.youtube.com/watch?v=_vIDo2Cc8LM