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Fue una primera mitad en la que el albiceleste mostró que potencialmente era más que la visita y dispuso de varias chances como para plasmarlo en el marcador, pero cuando se puso en ventaja y parecía que lo iba a manejar a voluntad, nunca se pudo adueñar enteramente del trámite y en un descuido se lo empataron.

Atlético salió dispuesto a asumir el protagonismo con un esquema de tres delanteros y tres volantes parados bastante adelantados y enfrente tuvo a un equipo de mucha lucha que, consciente de sus limitaciones, siempre trato de tener orden para defender aunque nunca se paró tan atrás como para dejar que el local se lo llevara por delante.

Casi de movida, sorprendió la visita cuando, de una pelota parada, Dinneno apareció solo por el punto penal y disparo defectuosamente perdiéndose la apertura.

La impaciencia de la tribuna empezaba a bajar con cánticos al percibir que solo era cuestión que sus jugadores se lo propusieran para poder desnivelar y llegando a los 9 minutos González le bajo una pelota precisa a Jominy y el delantero la puso por encima de Trivelli adelantando a la Crema y llevando tranquilidad.

El asedio de Atlético continuó y dos desbordes por la derecha casi terminan en gol sino fuera, primero, por Chimino que alcanzó a sacarla de debajo de los tres palos y luego por el golero que mandó al corner un remate impresionante.

El envió desde la esquina lo conectó González y Di Lorenzo la sacó parado sobre la línea.

Atlético era más y lo ganaba bien, pero era un equipo atacando y otro muy distinto y vulnerable defendiendo por errores individuales y desajustes colectivos y en las pocas veces que Temperley se las ingeniaba para llegar hasta el arco de De Giorgis lo hacía con algún peligro.

Era necesario que la Crema se rearmara y dejara de lado el esquema agresivo del arranque por uno más defensivo, porque no hacía pie en el fondo y en cualquier error lo iba a pagar caro.

Pero nadie se dio ni adentro de la cancha ni en el banco y lo que se veía venir, finalmente, llegó a 5 minutos del final cuando una indecisión para despejar entre Ré y Niz le permitió a Ledesma robar la pelota, meterse en el área y sacar un remate cruzado al segundo palo inalcanzable para el arquero rafaelino.

Extrañamente, no fue un baldazo de agua fría como suele pasar en estos casos sino que fue tomado como algo esperable de un equipo impotente, sin el fútbol ni la personalidad suficiente a pesar de que enfrente tenía a uno de los más débiles de la categoría.

La sensación de que algo estaba por pasar se palpó en la tribuna durante el entretiempo y fue más notable en el complemento cuando aguantó casi en silencio al darse cuenta que de estos jugadores y con este cuerpo técnico ya no podía esperarse más.