
Lo sufrió Riquelme, lo subió Bianchi y ahora lo banca Arruabarrena... Andrés Cubas, el 5 al que comparan y llaman como a Serna, tendrá su primera noche copera a los 18 años. “El Vasco me da mucha confianza”, dice él.
Fue Riquelme el que lo descubrió. Con una mirada seria, fija, penetrante. A lo Riquelme. “¿Y éste quién es?”, se preguntó el 10 de Boca, después de que un chiquito de 17 años se atreviera a dejar la vida, incomodarlo y molestarlo como nadie en un entrenamiento; no darle ese segundo extra que se puede tener en una práctica en comparación con los partidos. “Desde los 11 años había esperado ese momento”, contaría luego Chicho Cubas, esta noche titular por primera vez en un duelo copero.
Una semana después de ese episodio con Román, la carrera de Cubas dio un salto. Popeye Herrera, uno de los ayudantes de Carlos Bianchi, lo fue a buscar a la Reserva. “Vení que tenés que entrenar con la Primera”, le avisó, y hacia ahí fue Cubitas. “Este es mi momento, tengo que aprovecharlo”, pensó. Desde el mismo vestuario de Casa Amarilla llamó a Aristóbulo del Valle para contarle a su mamá María Inés. “Toda la vida había soñado con eso”, explicó. En su pueblo de 35.000 habitantes, repleto de chacras en las que se produce té y yerba mate y plantaciones de tabaco, además de sus padres, tiene a sus hermanos José Armando (juega en Huracán), Benjamín, Lorena y Leticia.
Al nuevo Chicho lo descubrieron temprano. Desde los cuatro años acompañaba a Francisco, su papá y técnico, a las prácticas en el club Aristóbulo del Valle. Vivía en la cancha y cuando no, rompía cosas entre las cuatro paredes de su casa. Siempre su puesto fue volante central y sus ídolos, Serna, Battaglia y Gago. “En esa época mirábamos todos los partidos y yo lo llamaba Chicho, que era el 5 de Boca. Todos los compañeros también le decían así”, cuenta Francisco, quien lleva más de 15 años como DT del club que participa de la liga de Oberá.
La diferencia entre Cubitas y sus compañeros era enorme. “Siempre jugó de 5, el puesto es volante tapón, es el que más le gusta y en el que más rinde. Pero por ahí su categoría iba perdiendo y lo pasábamos de 9, y hacía muchos goles”, agrega su papá. “Va a jugar en la Primera de Boca”, pronosticó el Colo Farías, uno de sus descubridores, no bien lo vio por primera vez a los nueve años. Inmediatamente llamó a Boca y confirmó lo que ya había visto Almada, otro de los captadores xeneizes. “Vemos 44.000 jugadores al año y no siempre decís algo así”, agrega el ex jugador del club, que aún recuerda la jugada con la que se encandiló. “Enganchó de derecha, después con izquierda y la pisó con la derecha, pero le quedó larga. En ese movimiento pasó a dos rivales y la trajo con izquierda. Ahí enganchó con izquierda, se le volvió a ir larga, se le vino un rival y lo trabó con las dos piernas. Enseguida lo saqué y lo puse con chicos tres años más grandes”.
Esa misma noche de la prueba, un sábado del 2005, Farías fue a la casa de la familia Cubas. Primero le habló al padre, después llegó la dura tarea de convencer a la madre. “Me hacía preguntas y no sabía qué contestarle, pero le dije la verdad: ‘Se va a ir y va a volver más grande’”, se ríe el Colo, nueve años más tarde. Dos días después estaba viajando de Misiones a La Boca con Francisco y Andrés Cubas, padre e hijo. Por la edad, Boca lo fichó y lo cedió un año y medio a préstamo a su club de Aristóbulo del Valle. A los 11 volvió, se instaló hasta el día de hoy en la casa de Ricardo Aloy, un amigo de Farías, y su ascenso no se detuvo.
Muchos en Boca recuerdan una Copa Nike del 2011 en la que fue capitán y figura. “Se destacó con las mismas cualidades que ahora. Tengo en la cabeza un partido ante el Chelsea, contra rivales con un físico mucho más grande”, cuenta Pedro Orgambide, presidente de fútbol juvenil. “Fíjense que maneja muy bien las dos piernas”, advierte el papá. “Pueden decir que es el pichón de éste o de aquél, pero es Gago, es Battaglia, es Serna, tiene cosas de varios. No es sólo meter, mete y juega. La da redonda, tiene gambeta, pisada, ubicación, es intuitivo. Es cuestión de que se acople a la Primera”, analiza Farías.
El Virrey se lleva el mérito de haberlo visto primero, aunque lo utilizó como volante por la derecha. Y Arruabarrena, el de no dudar ni un segundo de sus condiciones. “Estoy muy contento con Cubas, ya se lo dije”, reconoció el Vasco esta semana, tras haberlo puesto como titular ante Godoy Cruz y Defensa, ya en su posición de volante central. “El Vasco me da mucha confianza”, repite el pibe, de 18 años, antes de volver a ser titular, esta noche frente a Cerro Porteño. En su primera vez en una competencia internacional, en uno de esos partidos que tanto le gustaban y tan bien le caían al viejo Chicho y a otros históricos 5 de Boca. El nuevo Chicho va por eso.
