Que lindo es el fútbol, pero que porquería es el negocio.
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Anteayer, al igual que a muchos millones de argentinos, mi día se dividió en dos, primero, en la ansiosa e infantil espera del partido(para mí), más importante del año, y finalmente en la decepción de lo que este mismo nos dejó. Estoy hablando, por si no te diste cuenta del Boca-River, partido de vuelta por la copa Libertadores. Suena importante, ya lo sé, te puedo asegurar que para el hincha, ES MUY IMPORTANTE.
Debe ser simple casualidad, de esas "casualidades" de las que no creo mucho, pero ayer, me levanté afiebrado, con dolor de garganta y de cabeza, con esa sensación que nos postra en la cama y nos retiene en el reposo. Sin embargo, hay algo que me levanta de la cama, algo que me brota con más fuerza que la fiebre, necesito, al igual que muchos (o todos) hacer mi descargo, ayer me pareció muy rápido para decir cualquier cosa que no sea resultado de otra cosa más que de la bronca y la impotencia. Realmente necesitaba tiempo, tiempo para tirarme en la cama y sacarme la espina enterrada que significaba ver a tu equipo victimario de tan deplorable acontecimiento.
Soy hincha de Boca. Y cuando decimos que es "desde la cuna" queremos decir que realmente es así, la primera pelota que pateé tenía los colores que tanto amo, azul y amarillo, las primeras canciones que entoné eran dedicadas a mi Boquita del alma, ese que estuvo siempre; del que me alejé un tiempo, pero al que siempre, volvés, ese que te desconecta, Boca. Los goles más lindos que grité fueron de aquellos que supieron vestir e inmortalizar sus colores, hablo de Martín, de Juan Román, del guille y de tantos otros más, que con el huevo que el hincha tanto pide arrancaron y terminaron sus partidos, aquellos ídolos que a tantos anónimos trajeron alegrías.
Pero ojalá el fútbol sólo representara esto que escribo.
Soy hincha de Boca, y amo a mi club, pero las lágrimas de kranevitter me dolieron y bastante, notar que Ponzio no podía seguir jugando me generó impotencia, quiero ganarles, pero jugando al fútbol. Hubiera preferido ver perder a mi equipo en la Bombonera, a tener que verlo así, partícipe de semejante acto, tan criminal y cobarde como desleal.
Puedo optar, y hacer como muchos. Señalar culpables, pero no, voy por otra cosa, voy a ir más allá, quizás me equivoque, pero sabrán disculpar. Y es en este caso, es al Negocio a quien voy a sentar en el banquillo de los acusados, Al capital que todo lo mueve. No digo que los clubes no merezcan crecer a base de inteligencia y del aguante de los socios. Pero que ese crecimiento abale las mafia, abale los barras, abale la violencia, y lo que peor aún, les de vida y causa. Eso es lo deberíamos erradicar. Aunque pareciera ser una historia de no tener fin, podemos pensar. ¿Qué se hace? ¿Qué puedo hacer yo contra esto? ¿Qué "ES ESTO"?
Si pudiéramos imaginar todo este negocio fraudulento como un engranaje gigante, tarde o temprano llegaríamos a una reflexión que a todos los hinchas como a mí, nos dolería muy adentro en el pecho, pero creo yo, es la acertada. Los engranajes funcionan de dos o más ruedas dentadas, que generan potencia entre ellas a través del movimiento. A la rueda mayor se la llama corona, o nombremosla nosotros como "fútbol", y a las menores piñones, para entender mejor la metáfora nos sirve darle el nombre de mafias, o barras, o periodismo sicario (ya en algún otro momento voy a explayarme con lo que pienso del periodismo deportivo), en fin, muchos engranajes sucios girando en torno al gran jefe. podríamos señalar a estos engranajes principales y cargarlos en culpa. Son engranajes asesinos que viven de la corrupción y la muerte. Pero la realidad es que por sí solos, no sobrevivirían, por si solos, no se podrían mantener en movimiento. Es acá donde tomamos un rol protagónico nosotros, estos engranajes se alimentan de los hinchas, de ustedes y de mí. Sí, nosotros alimentamos a esta bestia que nos golpea.
¿Querés terminar con la violencia? no le des de comer entonces. Tu equipo le llena el bolsillo a los barras, no le llenes el bolsillo a los dirigentes. No compres sus entradas, no les compres sus camisetas, no te dejes engañar, los colores sos tuyos, las telas de ellos. No te vendas, porque lo que te sacan a vos es lo mismo que utilizan para matarnos.
Ahora estoy más aliviado, pero no pienso distinto, podemos optar acá por dos cosas. Quejarnos y olvidarnos (cosa que nos sale particularmente bien a todos los seres humanos) o tratar de cambiar la dirección.
Así como vos, yo amo a mi equipo, pero la gente que se encuentra entre mi equipo y yo, es la que me aleja.
Cambiemos la dirección del dedo acusatorio. Podemos seguir culpando al de la vereda de enfrente, o podemos darnos cuenta de que todos ocupamos lugar en la misma calle. O en todo caso esperemos que otra noticia nos distraiga, y nos volvemos a leer en unos meses cuando otro acto criminal nos indigne tanto que tengamos que salir a buscar culpables afuera. sea Boca, River, Independiente, Racing o cualquier otro chivo expiatorio que nos sirva de consuelo. No es culpa del chancho... es nuestra por darle de comer.

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