Nuestro organismo segrega hormonas para prepararnos ante un desafío o un derrota.
Presenciar una partido de fútbol no es cosa baladí. Especialmente si ese partido es la final de la Copa del Mundo de 2010 entre España y Holanda. De entre los más 16 millones de personas que presenciaron el partido, al menos en 50 de ellos, su organismo se preparó para un resultado adverso aumentando la producción de hormonas relacionadas con el estrés y la competitividad: la testosterona y el cortisol.
Un curioso estudio que publica PLoS ONE, realizado en un grupo de espectadores que vieron el partido de la final que ganó España a Holanda gracias al gol de Iniesta, demuestra que los niveles de testosterona y los de cortisol aumentaban mientras veían el partido, pero no como consecuencia de la victoria.
El ensayo se realizó entre 50 aficionados españoles que presenciaron el partido. Los investigadores, dirigidos por Leander van der Meij, de la Universidad de Valencia y de la Universidad VU de Ámsterdam (Países Bajos), midieron las cifras de estas dos hormonas en un grupo de aficionados de distintas edades, sexo y grado de interés en el juego. Los resultados mostraron que el aumento de la testosterona era independiente de todos estos factores, pero el aumento en el nivel de cortisol era más pronunciado para los varones jóvenes «fanáticos».
Preparados ante la adversidad
Para los autores, los datos coinciden con la denominada «hipótesis del desafío», que sostiene que la testosterona se incrementa como una forma de prepararse para el juego y para preparar el organismo para defender o mejorar el estatus social. En cuanto al aumento en el cortisol, se relaciona con la «teoría social de la auto-preservación», que dice que una mayor secreción de cortisol entre los aficionados al fútbol es una forma de preparase ante la posible amenaza de que su equipo no gane el partido. De alguna manera, dicen los autores, el organismo se prepara ante un resultado negativo que pondría en peligro su propia estatus social.

Presenciar una partido de fútbol no es cosa baladí. Especialmente si ese partido es la final de la Copa del Mundo de 2010 entre España y Holanda. De entre los más 16 millones de personas que presenciaron el partido, al menos en 50 de ellos, su organismo se preparó para un resultado adverso aumentando la producción de hormonas relacionadas con el estrés y la competitividad: la testosterona y el cortisol.
Un curioso estudio que publica PLoS ONE, realizado en un grupo de espectadores que vieron el partido de la final que ganó España a Holanda gracias al gol de Iniesta, demuestra que los niveles de testosterona y los de cortisol aumentaban mientras veían el partido, pero no como consecuencia de la victoria.
El ensayo se realizó entre 50 aficionados españoles que presenciaron el partido. Los investigadores, dirigidos por Leander van der Meij, de la Universidad de Valencia y de la Universidad VU de Ámsterdam (Países Bajos), midieron las cifras de estas dos hormonas en un grupo de aficionados de distintas edades, sexo y grado de interés en el juego. Los resultados mostraron que el aumento de la testosterona era independiente de todos estos factores, pero el aumento en el nivel de cortisol era más pronunciado para los varones jóvenes «fanáticos».
Preparados ante la adversidad
Para los autores, los datos coinciden con la denominada «hipótesis del desafío», que sostiene que la testosterona se incrementa como una forma de prepararse para el juego y para preparar el organismo para defender o mejorar el estatus social. En cuanto al aumento en el cortisol, se relaciona con la «teoría social de la auto-preservación», que dice que una mayor secreción de cortisol entre los aficionados al fútbol es una forma de preparase ante la posible amenaza de que su equipo no gane el partido. De alguna manera, dicen los autores, el organismo se prepara ante un resultado negativo que pondría en peligro su propia estatus social.