
Al margen de los escándalos que han salpicado de corrupción a la FIFA de un más que sospechoso amaño para que Qatar se convirtiese en la sede del Mundial de fútbol en 2022, este campeonato se está tiñendo de negro. Ya no hablamos solo de dinero, porque al fin y al cabo el dinero viene y va… nos referimos a negro luto.
Diversos sindicatos y asociaciones que velan por los derechos humanos quieren hacerse eco de unos datos más ocultos que están detrás del deporte; las condiciones de semi-esclavitud a las que se ven sumidos diariamente miles de trabajadores que, además, han ido al país qatarí engañados, y a los 1.200 inmigrantes que ya han perdido la vida en la construcción de las infraestructuras mundialistas. Según diversos informes, se estima que pueda haber hasta 4.000 obreros más que fallezcan antes de comenzar la competición.
Amnistía Internacional denuncia dichas condiciones, que afectan sobre todo a trabajadores nepalís e indios a los que, cuando llegan al emirato, les retienen el pasaporte y cobran con retrasos y cantidades menores de lo acordado. Pero, ¿cuáles son las causas que apuntan al luto? Las principales señalan a la precariedad laboral: poca seguridad, exceso de horas o trabajos a temperaturas que superan los 50º.
En otras competiciones deportivas del siglo XXI también han fallecido algunos obreros, algo igual de grave y que no lo exime de culpa, pero cuyas cifras son muchísimo menores si las comparamos: 2 muertos en el Mundial de Sudáfrica; o 10 en los Juegos Olímpicos de Pekín,. Superar el millar de víctimas cuando aún quedan 8 años para que empiece a rodar el balón siembra muchas dudas. De modo que se cuestionan muchos valores y la falta de seguridad de Qatar al poner en jaque la vida de los trabajadores día tras día.
Ahora es cuando debemos lanzar una reflexión sobre qué vale más, si el dinero o las vidas humanas. Parece que las fortunas nublan los ojos a la casta que dirige el fútbol y que no se aprendió nada de los errores de Brasil 2014; es más importante amasar ahorros y luego ya se verá. Probablemente, después del Mundial de Qatar vuelvan a surgir las dudas sobre qué hacer con los estadios millonarios, pero eso ya será otro problema y no importará el número de víctimas que hayan perdido la vida en su construcción. ¿Por qué? Porque desgraciadamente ya se habrá olvidado todo con fajos de billetes.
Diversos sindicatos y asociaciones que velan por los derechos humanos quieren hacerse eco de unos datos más ocultos que están detrás del deporte; las condiciones de semi-esclavitud a las que se ven sumidos diariamente miles de trabajadores que, además, han ido al país qatarí engañados, y a los 1.200 inmigrantes que ya han perdido la vida en la construcción de las infraestructuras mundialistas. Según diversos informes, se estima que pueda haber hasta 4.000 obreros más que fallezcan antes de comenzar la competición.
Amnistía Internacional denuncia dichas condiciones, que afectan sobre todo a trabajadores nepalís e indios a los que, cuando llegan al emirato, les retienen el pasaporte y cobran con retrasos y cantidades menores de lo acordado. Pero, ¿cuáles son las causas que apuntan al luto? Las principales señalan a la precariedad laboral: poca seguridad, exceso de horas o trabajos a temperaturas que superan los 50º.
En otras competiciones deportivas del siglo XXI también han fallecido algunos obreros, algo igual de grave y que no lo exime de culpa, pero cuyas cifras son muchísimo menores si las comparamos: 2 muertos en el Mundial de Sudáfrica; o 10 en los Juegos Olímpicos de Pekín,. Superar el millar de víctimas cuando aún quedan 8 años para que empiece a rodar el balón siembra muchas dudas. De modo que se cuestionan muchos valores y la falta de seguridad de Qatar al poner en jaque la vida de los trabajadores día tras día.
Ahora es cuando debemos lanzar una reflexión sobre qué vale más, si el dinero o las vidas humanas. Parece que las fortunas nublan los ojos a la casta que dirige el fútbol y que no se aprendió nada de los errores de Brasil 2014; es más importante amasar ahorros y luego ya se verá. Probablemente, después del Mundial de Qatar vuelvan a surgir las dudas sobre qué hacer con los estadios millonarios, pero eso ya será otro problema y no importará el número de víctimas que hayan perdido la vida en su construcción. ¿Por qué? Porque desgraciadamente ya se habrá olvidado todo con fajos de billetes.