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Se viene la Copa




Boca debuta en la Sudamericana con su flamante DT, quien supo ser héroe en la Libertadores 2000. ¿Repetirá lo que hizo contra Vélez?


Quién sería hoy el técnico de Boca si el 14 de junio del 2000 no hubiese existido tal cómo sucedió? O mejor: ¿estaría Arruabarrena sentado en el lugar más codiciado por todos los técnicos del fútbol argentino si a los 21 minutos de aquel mágico día para todos los bosteros (aunque en ese momento bien lo padecieron) Roque Junior no se encandilaba con la pelota mientras el Vasco le ganaba la espalda para meter de cabeza el 1 a 0 en la final de Libertadores contra Palmeiras? ¿La vida (su vida) seguiría el rumbo que hoy conocemos si un rato más tarde, en una Bombonera repleta, Galeano o Marcos se estiraban seis o siete milímetros más para evitar que el 3 que no metía dos goles ni en las prácticas conectara el centro venenoso y rasante para el 2 a 1 parcial (vital para la posterior conquista)? Imposible saberlo. Lo indiscutible: desde ese día y para siempre quedó sellado el cariño de la gente para el jugador que 14 años después se convirtió en el entrenador que reemplazó al que comandaba a aquel campeón. Y, como segunda lectura, también se evidenció el vínculo entre Arruabarrena y las noches de copa. Distinta pero parecida a la que hoy le tocará vivir en una cancha más que conocida para él.

Aclaración obligatoria: Bianchi minimizó la importancia de la Sudamericana aclarando que la que importa verdaderamente es la Libertadores -cualquiera que haya pasado siquiera por la esquina del club lo sabe. Pero con dos salvedades: este Boca necesitado de ilusión no se puede dar el lujo de desestimar ninguna competencia (ya vendrán tiempos mejores). Menos, si la misma aporta un pasaje para jugar el torneo más importante del continente el año que viene. Así lo piensa Arruabarrena. Por eso, en su última conferencia, blanqueó la necesidad de obtener un buen resultado contra Central.

Cuentan aquéllos que tuvieron el privilegio de llegar a lo más alto en este deporte que lo más importante no es llegar, si no mantenerse. “Revalidar”, como decía el Virrey que te exige el día a día de Boca. En una escala reducida, la misión para Arruabarrena es que su equipo repita lo hecho con Vélez y no recuerde al que sufrió con Estudiantes y Rafaela. El primer paso fue dado: el cambio de mentalidad en dos días fue tan claro que ni los protagonistas se animaron a negarlo. Sí lo hizo el Vasco con respecto a su idea futbolística, debido a que nada puede quedar plasmado con tan poco trabajo. Pero el nuevo DT no pierde el tiempo. Sea con titulares o suplentes, en cada día de trabajo se obsesiona por perfeccionar los movimientos colectivos, fundamentalmente el que se refiere a presión para recuperar la pelota. Esa, según piensa, es una de las claves para ganar en cualquier cancha. Eso se necesita para pelear torneos. Y así, empezar a formar un equipo Vascopero. El sabe de qué se trata.