

Logró dos goles marca de la casa, dio pases geniales, recuperó balones, defendió y generó un comentario común: 'D10S' ha vuelto.
Aunque hubo que esperar hasta el minuto 42 para verle marcar, Leo Messi hacía ya muchos minutos que había demostrado que ha llegado al primer partido oficial de la temporada enchufadísimo. Conocer en qué estado volvía el 'jugador franquicia' del equipo era una de las grandes preocupaciones del barcelonismo este verano, motivo de debate en cualquier corrillo de aficionados.
El apático final de temporada pasada del argentino, algo que fue evidente a pesar de que sus cifras goleadoras eran buenas, dejó algunas dudas que el mejor futbolista del mundo disipó a las primeras de cambio. Bastó verle en un par de caracoleos y carreras iniciales en los primeros minutos para percatarse de que iba a todas.
Desde la posición de falso '9', Leo no hizo más que descolgarse hacia atrás pidiendo el balón e intentando generar espacios para sus compañeros. Dio tres pases interiores maravillosos, buscó las paredes y corrió a recuperar pelotas cuando el Barça las perdía.
Era un Messi generoso y entregado al equipo que obtuvo su primer premio individual en el minuto 42. Recibió de espaldas en la frontal, se giró con rapidez, regateó a cuantos rivales se pusieron por delante y chutó entre seis jugadores del Elche. Golazo.
Su recital continuó en la segunda mitad pese a que el Barça estaba con diez jugadores. Su presencia desahogó del equipo y lo impulsó hacia arriba. En el minuto 62 firmó otro de sus goles clásicos, el típico eslalon recorriendo frontal en busca de un hueco que al final encontró y que le permitió colocar con suavidad el balón pegado al palo derecho. Otro golazo y la sensación general de que el mago, el genio, vuelve a estar en su mejor versión.
