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Leo Messi es un competidor nato. No le gustan las críticas. Tampoco perder. Y mucho menos ver que ambas se combinen por efecto de su mayor enemigo en las últimas temporadas, el madridista Cristiano Ronaldo.

El pasado 2013 fue un año complicado para Messi. Le sobran los motivos para verlo como su 'annus horribilis'.

Primero fueron las lesiones. Sus cuatro recaídas graves ante ciertos problemas musculares provocaron que 'La Pulga' tuviera que parar en noviembre para volver a tope. Entre tanto, se había dejado un puñado de eliminatorias de Champions y la sensación de que, por primera vez en mucho tiempo, era humano.

Luego llegaron los líos con Hacienda, sus problemas en la renovación y, como guinda, él, Cristiano Ronaldo y su Balón de Oro.

La consecución del galardón por parte del luso despertó en el argentino una inexorable sensación de revancha. Messi quería recuperar el trono y quería hacerlo sobre el terreno de juego y con su mejor arma: golear y sorprender a media Europa.

Cierto es que su inicio de año fue irregular. Comenzó bien, pero actuaciones como las de Valladolid o San Sebastián levantaron de nuevo las dudas. ¿Había caído Messi en la mediocridad?

Ni mucho menos. Leo se ha levantado a tiempo y ahora sueña con varios objetivos. En los globales, ganar la Liga, la Champions y la Copa del Rey. En el Camp Nou lo ven como un reto factible. La victoria en el Clásico fue una importante inyección de moral. Pero, además, Leo también tiene un reto personal.
Quiere el Pichichi. Y quiere ganarlo aplastando a su contrario, a Cristiano Ronaldo y, de paso, al perseguidor del madridista, el atlético Diego Costa. Por ahora las distancias se mantienen. Cristiano suma 28 goles, Diego 25 y Messi, 23.

Es decir, que Leo tiene que superar una diferencia de 5 goles en sólo siete jornadas, las que quedan para acabar la Liga. Parece difícil, pero no imposible, más si se tiene en cuenta que algo parecido hizo Cristiano Ronaldo en 2011 para llevarse el título de Pichichi cuando el torneo de la regularidad expiraba.

Aquel sprint final y el hecho de que el calendario del Barça parezca más sencillo que el madridista dan esperanzas a un Leo que sabe que llevándose el torneo de máximo goleador no sólo recuperaría su mejor versión y ayudaría a su equipo sino que, además, humillaría a un Cristiano Ronaldo también obsesionado con el premio de máximo artillero de la Liga.