Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Es hora de terminar con el llanto
Por Juan Pablo Varsky


a por abajo, Rodrigo." La imagen se me cruzó cuatro veces por día en las primeras tres semanas posteriores a la final del Mundial. Toque a ras del piso, con borde interno o con empeine. Eso pedía la jugada, en mi opinión. Empezó agosto y el recuerdo siguió viniendo a mi mente pero con menor frecuencia. Tres veces por día en la primera quincena y dos en la segunda. Obviamente, en la fecha del amistoso contra Alemania la dosis aumentó a 90, una por cada minuto de la goleada por 4-2. Septiembre (con p siempre) lo alejó un poco más de la cabeza. Pero una vez por día la secuencia aparecía. ¿Por qué no la de Higuaín del primer tiempo o la de Messi en el segundo? Quizá porque la de Rodrigo se dio en el suplementario, en esa zona de "hace el gol gana". Llegó octubre y el excelente campeonato argentino ocupó todo mi disco rígido.

Hay una fiesta ahí afuera. El recambio generacional de entrenadores y la certeza de la permanencia para los equipos han promovido la audacia y el riesgo. El River de Gallardo marca el camino. Ni continuidad, ni ruptura con Ramón. Evolución. El pase de Ariel "La Pura Verdad" Rojas para Vangioni para el 1-0 ante Belgrano. Las llegadas de Sánchez para los goles de Teo. Allí está la evolución. El Independiente repleto de chicos formados en el club cree en la idea de Almirón, con un Mancuello en modo Ryan Giggs. El Racing de Cocca encontró la fórmula luego de un par de ajustes del entrenador. Diego Milito regresó "alla" Francescoli de River en 1994. Genera admiración entre compañeros y respeto entre rivales. Lanús tiene identidad desde la llegada de los Barros Schelotto. El Banfield de Almeyda defiende su arriesgado estilo en cualquier cancha. Godoy Cruz es un equipo divino para el espectáculo, con un juego de ataque muy superior a la suma de sus integrantes. El Boca de Arruabarrena, en formación, les devolvió el entusiasmo a sus hinchas. San Lorenzo es el campeón de América.

En Europa hay mucho para valorar. Lo de Simeone en Atlético de Madrid sigue vigente. Bielsa ha revolucionado Marsella. Olvídense del personaje, aunque la secuencia del café trasero sea maravillosa. Su Olympique juega fenómeno y gana. Ocho triunfos consecutivos. Siete toques de primera en el segundo tanto ante Toulouse. Me vuelve loco Imbula, el zurdo que maneja todo en el medio. Hay tanto que, de golpe y tras aproximadamente 433 evocaciones, la jugada desapareció. Ni siquiera los goles de Messi, Agüero y Di María en sus clubes me la trajeron de vuelta. A los futbolistas no les quedó otra que dejar el Mundial atrás. Los deportistas deben seguir compitiendo y enfocarse en lo que les toca. No pueden vivir del recuerdo. Si Manu Ginóbili se hubiera anclado en la final perdida de 2013 ante Miami, no habría jugado más al básquet. Al año siguiente ganó su cuarto anillo de NBA ante el mismo rival.

Salir del lamento, evitar el tango nostálgico y melancólico. De eso se trata. Disfrutar de Messi en modo Michael Jordan del segundo tricampeonato de los Bulls 96-98. Ya encontró su Pippen en Barcelona con Neymar. Di María llena el formulario para serlo en la selección, que necesitará a Leo en la Copa América de Chile, no antes. Valorar el póquer de Agüero, top cinco mundial cuando está sano. Tuvo cuatro desgarros en el primer semestre del año. Tampoco Higuaín llegó a Brasil al ciento por ciento. Y Di María se rompió contra Bélgica. Con todos estos problemas, el equipo supo competir y llegó a la final. Duele, claro. Ya está. No lloremos más. Salgamos de ahí. Guardemos la sonrisa cómplice para cuando Rodrigo haga un gol para Inter definiendo por abajo..