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TREZEGUET FALLÓ Y ZIDANE FUE EXPULSADO POR UNA AGRESIÓN

Las cosas del fútbol, la peor Italia alzó la gloria. Ganó en los penaltis lo que no mereció con juego ante una Francia enorme que la borró en la reanudación 1 (5)-1 (3). Zidane, en un brote de locura, ensució en la prórroga su gran despedida al replicar la palabrería de Materazzi con una agresión con la cabeza.

La final arrancó con el sello irrepetible del maestro, que ejecutó un tempranero penalti sobre Malouda, sólo como los especímenes únicos sueñan y se atreven. En su partido de despedida, en una final del Mundial y en las barbas del mejor portero del mundo, el 'quinto elemento' ejecutó la pena -¡qué temerario alarde!- a lo Panenka... pero con más suavidad, altura y efecto. Casi nada. El balón, manso tras el toque frívolo, pegó en el larguero y picó medio metro detrás de la línea de gol de Buffon ante el asombro de los 75.000 alucinados del Olímpico de Berlín y los 1.000 millones que lo veían por televisión. Los mismos que vieron como embistió contra su leyenda en la prórroga con un cabezazo de 'carnero' a Materazzi, que lo había sacado de quicio con las 'malas' artes de la palabrería. El lado oscuro del genio.

La infracción del penalti fue otro exceso de ardor guerrero del hombre de la noche -Materazzi-, guste o no. El central tocó a Malouda cuando iba lanzado a la portería tras una dejada de cabeza de Henry, ejemplar en el más exigente de los duelos. Justo lo contrario que un Totti reducido a cenizas por la 'pinza' Thuram-Vieira-Makelele, infranqueable para los de Lippi. Ni un solo destello del fantasista italiano, invisible en su despedida de la 'azzurra'.

Italia, que salió por detrás del marcador ya de los vestuarios, anduvo grogui hasta que Pirlo cogió la batuta de repartidor y el dúo dinámico Camoranesi-Zambrotta, mucho más suelto que Grosso, empezó a hurgar desde su costado derecho, el mejor del campeonato hasta la final. Los de Lippi lucieron muchos menos recursos en juego, pero si fallan ahí están los balones aéreos para igualar un choque táctico, con el músculo de las dos medulares más poderosas del campeonato aniquilándose entre sí. Presionando la límite y repartiendo cera según los casos. Era una cuestión de la fe de gladiadores -Gattuso-Perrotta 'vs' Vieira-Makelele- en un combate extremo y bastante menos de los artistas: Pirlo y Zidane, intermitentes.

Italia tuvo más balón en la primera parte -eso a Francia poco le importó-, más peso y desgaste, pero a excepción de una jugada de prestidigitadores en el área entre Totti, Gattuso y Toni que acabó con Thuram tapando con el cuerpo un disparo a bocajarro del delantero, llevó mucho más dinamita a balón parado. La que le sobra al tren de mercancías Materazzi en los córners. El central, como ante Chequia, estuvo imponente al ganar la posición, en el salto y en la ejecución para vengarse de su error del penalti con otro cabezazo insuperable, pura estética. Después, con Francia incapaz de sujetar el poderío transalpino en los balones aéreos, Toni cazó otro de ese estilo que se estrelló violentamente en el palo con Barthez batido.