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Circunstancialmente me encontré atendiendo el mini mercado de la estación de servicio, no es mi puesto habitual, pero las necesidades de mi compañera a veces me llevan a ese lugar. Es breve el relevo, lo que dura la descarga fisiológica de la titular del cargo y en ocasiones atiendo a dos o tres clientes de compras breves, luego vuelvo a ocupar mi lugar en la empresa.
Al tiempo que me hacía cargo de la caja, entró el cliente, un hombre mayor, bastante mayor, lo conozco y me da cierta ternura, jamás conversé con el mano a mano y el no sabe que lo conozco. Me alejo al final del encuentro porque me es imperioso expresar mi satisfacción al concluir la charla. Regreso, retomo. El hombre, solo de verlo uno conoce su realidad, va siempre acompañado por un carro de dos ruedas y varas largas, con cartones y demás materiales que seguro lleva al fin de la jornada a la compra y venta para que le paguen apenas migajas, me resulta agradable imaginar que el señor comprador de cartones le paga un plus extra en reconocimiento a la voluntad y compromiso del viejo, solo lo imagino, no creo que suceda. Sé que es hincha de Boca, su carro tiene los laterales prolijamente pintados de azul y oro.
Roberto, el diariero del barrio, evidentemente es una persona apreciada por el viejo, ya que cuando el cansancio lo agota, acerca el carro al arbolito (creo que es un ficus) del puesto de diarios cual caballo al palenque y despunta el vicio de añorado arrabalero, conversa, recibe bromas respetuosas y le hace algún mandadito a Roberto, generalmente consisten en la compra de golosinas en el mini mercado.
Saludó cordial con un “buen día joven” , la frase no concuerda con su juvenil vestimenta, remera se mangas cortas, pantalón deportivo, zapatillas y gorra de visera, seguramente obsequiada por personas que lo conocen tanto como yo. El dialogo fue este:
─Buen día joven─ saludó el hombre, ─que tal caballero, ¿qué le vendo?
─Un roclet, para Roberto, ¿cuánto es?
─Para los hinchas de Boca $ 3,75, ¿sos de Boca?
─¿Qué te parece?
─Entonces $ 3,75.
Fue el anzuelo, mi intención era engancharlo lo conseguí. Le pregunte si Messi era mejor que Ernesto Grillo y con mucho criterio me respondió que Messi es una maravilla, pero, me dijo, ─tengo 82 años y vi mucho fulbo, vi a Grillo, Labruna, tucho Mendez, Rojitas, Pipo Rosi…
Con esa voz característica de los viejos, donde la falta de molares hace mella en las palabras, me dijo ─por favor─ estirando la ultima silaba, con clara añoranza de viejas épocas. Lo desafié resandole una formación de Boca del 35, esas que se recitan con cantito: Yustrich; Da Guias, Valussi; Vernieres, Lazzati, Suarez; Tenorio, Varallo, Benitez Caseres, Cherro y Cusati, de que año es─ le dije, ─Boca campeón del 35─ me respondió, por suerte a esa altura no estábamos solos, cuatro o cinco personas esperaban ser atendidas y el viejo me retrucó con dos formaciones quien sabe de que equipos, me impacto mucho la habilidad para recitar los apellidos al tiempo que sonreía, los que aguardaban su turno disfrutaron el momento y uno le regalo un “¡dibuje maerstro!”. Empujó el blindex y atravesó la playa con dirección al puesto de diarios. Se fue feliz, seguramente este momento le acaricio el alma, inconsientemente conseguí lo que me propuse, ese hombre que podría haber sido mi abuelo se sintió útil, desplegó su sabiduría. Había que ver la alegría de ese viejo…

Leo.
21/3/2012