El nuevo técnico de la Selección Argentina tuvo un paso muy recordado por Alta Córdoba, con un equipo que jugaba y daba espectáculos. Algunos de sus integrantes, lo recuerdan junto a Día a Día.

"No tengo experiencia. Pero le pido una oportunidad".
En la mesa de un bar cordobés, en plena 9 de Julio y Rivera Indarte, Gerardo Martino le decía esas palabras a Diego Bobatto, por entonces presidente de Instituto, luego de que Santiago Semino pidiera licencia luego del frustrante descenso de la temporada anterior.
Martino apenas tenía 38 años. Y, hasta allí, una breve y opaca trayectoria como el incipiente entrenador que era: Almirante Brown de Arrecifes (1998-1999), donde dirigió 34 partidos, con 14 victorias, 6 empates y 14 derrotas. Y una estadía por Platense: 13 partidos, ganó 6, empató 4 y perdió 3.
El Tata convenció a Bobatto por encima de Mario Kempes o Carlos Trullet, los otros candidatos al cargo, y en "24 horas" se armaría un nuevo plantel. Instituto, como siempre, navegaba en problemas económicos. Como siempre, también, hubo un gran éxodo de jugadores. Y, como siempre, llegaron un buen número de refuerzos. Muchos de ellos desconocidos.
El día 30 de julio del 2000 apareció el jovencísimo Tata Martino en Alta Córdoba, junto a sus ayudantes Jorge Theiler, Jorge Pautasso y el profesor Ariel Panella.
"Cuando llegó a Instituto el Tata era muy joven. Pero ahí ya te dabas cuenta qué clase de técnico iba a ser. Yo siempre tuvo la sensación que iba a hacer una gran carrera y lo está demostrado. Siempre recuerdo que su intención era la de jugar. Recalcaba mucho el hecho de tratar bien la pelota. Además, siempre tuvo algo especial para llegarle al jugador. Un tacto que se lo dio su paso como futbolista", lo recuerda Daniel Miliki Jiménez, hoy DT de Instituto, 14 años después.
"¿Si tengo cosas de Martino? Uno trata de copiar cosas, pero Martino hay uno sólo", refuerza Miliki, quien en esa época quería irse de Instituto y amenazó con retirarse del fútbol para volver a ser albañil. Se refugió en Rafaela, su ciudad, y se reveló contra el club. Pero fue el propio Tata quien lo convenció de volver y no falló: fue figura.
Aquel plantel estaba formado por jugadores como Sebastián Brusco, el propio Jiménez, Raúl Antuña, Luli Rios, Jorge Cervera, el Lorito Jiménez, Cristian Smigiel, Raúl Maldonado, entre otros.
Aunque ninguno de ellos pudo jugar en el debut. ¿Por qué? Porque Instituto estaba inhibido. Así, cayó 0-3 en Bahía Blanca ante Villa Mitre.
El Bocha Maldonado fue el jugador "predilecto" de Martino en ese paso. Y no sólo eso: le cambió el puesto. Hasta allí, Maldonado era enganche. Pero fue el Tata quien decidió ponerlo de delantero.
"En una práctica en Saldán me da la pechera y me manda de delantero para los titulares. Yo le dije que no iba a jugar de punta, porque yo era enganche. Me dijo: ‘si no te gusta, te vas de la práctica... Lo vamos a arreglar en mi habitación'. Y yo como era de calentón, me fui. Me le metí a la pieza pensando que nos íbamos a agarrar a las piñas, pero el Tata me entregó una carpeta. Ahí salían todos mis datos, mis cualidades... Hasta el número que calzaba, ja. En esa charla, me convenció de ser delantero. Me fue bárbaro, hice un montón de goles y nos sirvió a los dos", cuenta Maldonado, y agrega: "Gerardo era ya un tipo muy estudioso. No dejaba nada al azar. Ya en aquella época tenía todos los datos. La manera de él siempre fue ofensiva, un juego vistoso, un juego lindo. Desde el más chico al más grande, estaba pendiente de todos. Conmigo era muy compinche, muy amigo. Me acuerdo que hasta peleó para que el club me diera la comida en un restaurante, porque yo vivía sólo y me alimentaba mal... Cuando me fui a Belgrano me pedía por favor que me quedara. Fue con el único técnico que tuve esa relación. Me daría placer tomar un café con un tipo así hoy en día. Es un tipo a copiar y admirar", cuenta Maldonado, quien hoy hace sus primeras armas como DT.
En la mesa de un bar cordobés, en plena 9 de Julio y Rivera Indarte, Gerardo Martino le decía esas palabras a Diego Bobatto, por entonces presidente de Instituto, luego de que Santiago Semino pidiera licencia luego del frustrante descenso de la temporada anterior.
Martino apenas tenía 38 años. Y, hasta allí, una breve y opaca trayectoria como el incipiente entrenador que era: Almirante Brown de Arrecifes (1998-1999), donde dirigió 34 partidos, con 14 victorias, 6 empates y 14 derrotas. Y una estadía por Platense: 13 partidos, ganó 6, empató 4 y perdió 3.
El Tata convenció a Bobatto por encima de Mario Kempes o Carlos Trullet, los otros candidatos al cargo, y en "24 horas" se armaría un nuevo plantel. Instituto, como siempre, navegaba en problemas económicos. Como siempre, también, hubo un gran éxodo de jugadores. Y, como siempre, llegaron un buen número de refuerzos. Muchos de ellos desconocidos.
El día 30 de julio del 2000 apareció el jovencísimo Tata Martino en Alta Córdoba, junto a sus ayudantes Jorge Theiler, Jorge Pautasso y el profesor Ariel Panella.
"Cuando llegó a Instituto el Tata era muy joven. Pero ahí ya te dabas cuenta qué clase de técnico iba a ser. Yo siempre tuvo la sensación que iba a hacer una gran carrera y lo está demostrado. Siempre recuerdo que su intención era la de jugar. Recalcaba mucho el hecho de tratar bien la pelota. Además, siempre tuvo algo especial para llegarle al jugador. Un tacto que se lo dio su paso como futbolista", lo recuerda Daniel Miliki Jiménez, hoy DT de Instituto, 14 años después.
"¿Si tengo cosas de Martino? Uno trata de copiar cosas, pero Martino hay uno sólo", refuerza Miliki, quien en esa época quería irse de Instituto y amenazó con retirarse del fútbol para volver a ser albañil. Se refugió en Rafaela, su ciudad, y se reveló contra el club. Pero fue el propio Tata quien lo convenció de volver y no falló: fue figura.
Aquel plantel estaba formado por jugadores como Sebastián Brusco, el propio Jiménez, Raúl Antuña, Luli Rios, Jorge Cervera, el Lorito Jiménez, Cristian Smigiel, Raúl Maldonado, entre otros.
Aunque ninguno de ellos pudo jugar en el debut. ¿Por qué? Porque Instituto estaba inhibido. Así, cayó 0-3 en Bahía Blanca ante Villa Mitre.
El Bocha Maldonado fue el jugador "predilecto" de Martino en ese paso. Y no sólo eso: le cambió el puesto. Hasta allí, Maldonado era enganche. Pero fue el Tata quien decidió ponerlo de delantero.
"En una práctica en Saldán me da la pechera y me manda de delantero para los titulares. Yo le dije que no iba a jugar de punta, porque yo era enganche. Me dijo: ‘si no te gusta, te vas de la práctica... Lo vamos a arreglar en mi habitación'. Y yo como era de calentón, me fui. Me le metí a la pieza pensando que nos íbamos a agarrar a las piñas, pero el Tata me entregó una carpeta. Ahí salían todos mis datos, mis cualidades... Hasta el número que calzaba, ja. En esa charla, me convenció de ser delantero. Me fue bárbaro, hice un montón de goles y nos sirvió a los dos", cuenta Maldonado, y agrega: "Gerardo era ya un tipo muy estudioso. No dejaba nada al azar. Ya en aquella época tenía todos los datos. La manera de él siempre fue ofensiva, un juego vistoso, un juego lindo. Desde el más chico al más grande, estaba pendiente de todos. Conmigo era muy compinche, muy amigo. Me acuerdo que hasta peleó para que el club me diera la comida en un restaurante, porque yo vivía sólo y me alimentaba mal... Cuando me fui a Belgrano me pedía por favor que me quedara. Fue con el único técnico que tuve esa relación. Me daría placer tomar un café con un tipo así hoy en día. Es un tipo a copiar y admirar", cuenta Maldonado, quien hoy hace sus primeras armas como DT.

UN CAMPAÑÓN DIFÍCIL DE OLVIDAR:
Tras aquel comienzo con derrota e inhibido, la Gloria realizaría una campaña inolvidable para sus hinchas. Es que ese equipo arrasaba a sus rivales. Consiguió 71 puntos en 32 partidos, con 21 partidos ganados, 8 empatados y sólo tres perdidos. Anotó 71 goles y le hicieron apenas 23. Claro, el final fue triste, ya que se quedó al borde del ascenso al perder la final con Nueva Chicago en el Kempes (tuvo una chance más y cayó ante Argentinos Juniors en la Promoción).
De todos modos, aquellos jugadores quedaron marcados por la manera de ir de frente del Tata. Lo cuenta Seba Brusco. "El primer día que llegó a Instituto, me llamó a charlar y me dijo de frente que me conocía, pero que él no me había pedido. Y me dijo: ‘si entrenás bien, conmigo vas a jugar. Pero te quiero aclarar que yo no te pedí'. A veces en el fútbol es difícil encontrar gente así, tan frontal. Entrené, me maté y al primer partido anduve bien, o no tenía otro jaja, pero jugué todo el campeonato. Siempre recuerdo que hasta los suplentes estaban contentos con el Tata, nadie podía recriminarle nada, algo que es complicado en un plantel", dice Brusco, quien tiene confianza en que hará bien las cosas en la Selección: "Lo principal que tiene el Tata es que es un tipo honesto, derecho, muy seguro de él mismo, de lo que piensa, de lo que dice. Toda la parte humana yo la rescato mucho, que es difícil en los técnicos. En la forma de ver el fútbol, me gusta que hace las cosas simples, no le pide boludeces a los jugadores, dos o tres cositas y que las cumplas. Desde ese Instituto a todos los equipos que dirigió después, los hizo jugar bien. Más allá de que gane o pierda. A nosotros nos hacía salir jugando siempre, tenerla y no jugar al error del otro. Un técnico de aquellos".
Tras el paso por Instituto en la campaña 2000/01, el crecimiento de Martino sería imparable: Libertad y Cerro Porteño de Paraguay (2002 a 2004), Colón (2005), regreso a Libertad de Paraguay (2005), Selección de Paraguay (2006 a 2011, con Mundial incluido), Newell´s (2012/13), Barcelona (2013/14) y, desde los próximos días, la Selección Argentina. Suma 12 títulos: 10 en el campeonato paraguayo, el título con Newell´s y la Supercopa de España con el Barsa.
En Alta Córdoba, cada nuevo paso del Tata Martino es motivo de orgullo y de alegría. Y, claro, la nostalgia por aquellos viejos y buenos tiempos, donde un DT de apenas 38 años sin experiencia pidió una oportunidad. Y se la dieron.
De todos modos, aquellos jugadores quedaron marcados por la manera de ir de frente del Tata. Lo cuenta Seba Brusco. "El primer día que llegó a Instituto, me llamó a charlar y me dijo de frente que me conocía, pero que él no me había pedido. Y me dijo: ‘si entrenás bien, conmigo vas a jugar. Pero te quiero aclarar que yo no te pedí'. A veces en el fútbol es difícil encontrar gente así, tan frontal. Entrené, me maté y al primer partido anduve bien, o no tenía otro jaja, pero jugué todo el campeonato. Siempre recuerdo que hasta los suplentes estaban contentos con el Tata, nadie podía recriminarle nada, algo que es complicado en un plantel", dice Brusco, quien tiene confianza en que hará bien las cosas en la Selección: "Lo principal que tiene el Tata es que es un tipo honesto, derecho, muy seguro de él mismo, de lo que piensa, de lo que dice. Toda la parte humana yo la rescato mucho, que es difícil en los técnicos. En la forma de ver el fútbol, me gusta que hace las cosas simples, no le pide boludeces a los jugadores, dos o tres cositas y que las cumplas. Desde ese Instituto a todos los equipos que dirigió después, los hizo jugar bien. Más allá de que gane o pierda. A nosotros nos hacía salir jugando siempre, tenerla y no jugar al error del otro. Un técnico de aquellos".
Tras el paso por Instituto en la campaña 2000/01, el crecimiento de Martino sería imparable: Libertad y Cerro Porteño de Paraguay (2002 a 2004), Colón (2005), regreso a Libertad de Paraguay (2005), Selección de Paraguay (2006 a 2011, con Mundial incluido), Newell´s (2012/13), Barcelona (2013/14) y, desde los próximos días, la Selección Argentina. Suma 12 títulos: 10 en el campeonato paraguayo, el título con Newell´s y la Supercopa de España con el Barsa.
En Alta Córdoba, cada nuevo paso del Tata Martino es motivo de orgullo y de alegría. Y, claro, la nostalgia por aquellos viejos y buenos tiempos, donde un DT de apenas 38 años sin experiencia pidió una oportunidad. Y se la dieron.