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En la Bombonera, el 24 de noviembre del año pasado, Boca jugaba ante All Boys y tenía una buena chance de pelear por el título. Iban 15 minutos del partido y Riquelme pintaba para ser la figura de la cancha. Pero el enganche, tras pelear una pelota contra Nicolás Cabrera, sintió un pinchazo fuerte en su pierna izquierda. Probó, elongó y exigió su aductor izquierdo. Cincuenta segundos después, lleno de bronca, Román pidió el cambio.

Boca perdió aquella tarde. Y lo perdió a él. Porque pasaron 83 días desde aquel momento y Riquelme todavía no está para calzarse la azul y oro que tanto ama. Pasaron dos partidos del torneo Inicial, cinco de la pretemporada (con tres Superclásicos), el debut en Rosario en el torneo Final y Román todavía no está para jugar. ¿Qué tiene?

Herméticos como ocurre cada vez que el dañado es el Diez , desde Boca siempre hablaron de un desgarro. Pero Riquelme, todavía en el 2013, tuvo un hematoma que se expandió hasta la rodilla, no podía manejar y hasta se pensó en que debía usar muletas unos días. “La lesión es más importante de lo que se creía” se empezó a deslizar desde su entorno. Y tenían razón: a Riquelme aquel día de noviembre se le desprendió el músculo aductor mediano izquierdo por completo, una lesión que es catalogada de grado 3 por los médicos y que en algunos casos hasta se recomienda una intervención quirúrgica para recomponer la zona.

El inicio del 2014 lo tuvo a Riquelme haciendo una pretemporada adecuada a su situación. “No sólo se atrofia la zona de la lesión sino también se pierde fuerza en el resto del cuerpo. El trabajo que se hace es el de fortalecimiento de cada músculo de la pierna y hay que tener en cuenta que luego hay que sumarle el ritmo futbolístico”, le contaron a Clarín desde el cuerpo médico del club. Todos sabían que el enganche no iba a disputar ningún partido del verano más allá de las ansiedades del futbolista.

La preparación de Román avanzó y llegó a su punto más alto el 25 de enero. Ese día, disputó 60 minutos en un amistoso ante Defensores de Belgrano. Pero tras ello todo volvió atrás. Riquelme sufrió una fatiga en su gemelo izquierdo (“una sobrecarga lógica de cualquier pretemporada”, explicaron desde Boca) y entonces retornaron las prácticas con trotes y ejercicios aeróbicos junto al kinesiólogo Leonardo Betchakián.

El Diez tuvo poco contacto con la pelota y nunca se entrenó a la par de sus compañeros. Por eso, rápido quedó descartado para el debut en Rosario y si bien se analizó incluirlo entre los concentrados para el partido del domingo, ante Belgrano, Bianchi optó por algo lógico: cuidarlo. “No participó de ninguna práctica de fútbol con el resto del equipo. Están más ansiosos los periodistas que el técnico por ponerlo. No hay que quemar las etapas de la recuperación y el equipo también se tiene que acostumbrar a jugar y a ganar sin Román”, advirtieron desde el entorno del Virrey . En público, Bianchi fue claro: “El decidirá cuando está para jugar. Necesitamos que esté bien físicamente porque todos le van a buscar hacer un partido de ese modo. No le van a jugar nunca desde la técnica, porque en ese terreno gana siempre él. Ya demostró que no pierde el ritmo de juego pero él va a definir cuándo está para jugar. Hay que esperarlo”.

El entrenador piensa en tener a Román en el once ideal, pero no lo hará a cualquier precio. Menos si está el riesgo de que vuelva a lesionarse. Por eso es díficil que el enganche juegue ante Atlético de Rafaela (por la tercera fecha) y su vuelta, así, sería frente a Estudiantes de La Plata en diez días.

Hoy, sin Román, el DT apuesta por el 4-4-2, aunque para este año el Virrey había diagramado un dibujo táctico adaptado a las necesidades de Riquelme: con el 4-2-3-1 estaría más rodeado y con el 4-4-1-1 tendría menos desgaste físico.

Todo esto preocupa a la dirigencia, aunque les abre un mejor panorama de cara a junio. Es que a mitad de año deberá definirse la renovación del enganche y el tema físico será clave. “Si estoy bien y siento que puedo seguir jugando para aportarle algo a mi equipo, voy a continuar”, le adelantó a Clarín el propio Riquelme hace meses. Del otro lado, desde Daniel Angelici, y hasta el último directivo, hay prudencia en cuanto a expresarse con respecto a la extensión del vínculo. “Es como dice Román; se va a resolver en cinco minutos”, se aventuró a decir César Martucci, hoy a cargo del fútbol profesional. El presidente, sin embargo, dejó abierta una grieta con una sentencia ante Clarín: “Evaluaremos su condición física en ese momento”. Eso Riquelme lo sabe y apuesta a estar en un cien por ciento para cuando llegue esa época.

Román, igual, está tranquilo. Es consciente de que tiene el apoyo de los hinchas de Boca, del técnico y sobre todo de su talento. Cree, como muchos, que cuando salte a la cancha, esa larga espera se olvidará con su primer pase.