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Los anti Messi quieren verlo a Leo Messi en la cárcel.


La Justicia española reabre la investigación por una presunta defraudación impositiva. No irá a prisión aunque lo imaginen sus detractores.



Ya no solo gana portadas por seguir quebrando un record de cantidad de goles convertidos, ganar un premio de máximo reconocimiento a nivel mundial o cumplir una performance de alto nivel con la Selección o el Barça, sino que ahora está en el centro de la escena por un problema de raíz tributario que lo expone dentro de una investigación originada en un presunto fraude al Estado español. A Lionel Messi, la imagen impoluta – construida con la eficacia probada del marketing – se le horada con grietas producidas por terceros. Si encima tales cuestiones involucran a su propio padre, sospechado de defraudación al Fisco, se está hoy día en la antesala de un entuerto que excede larga y claramente aquello que Leo domina mejor que nadie: la pelota.

Messi tendrá que presentarse en un futuro cercano a la Justicia de su país de residencia, luego de que fuera desestimado el recurso presentado por la defensa del futbolista contra su imputación por tres delitos de fraude fiscal. Así lo determinó un juez de Barcelona, Manuel Alcover, quien argumentó que el deportista jamás podría desconocer la participación de su progenitor, Jorge Horacio Messi, en las actividades investigadas. Además, su papá oficia de representante y también de encargado de la parte económica. El propio magistrado rechazó a los tres testigos que presentó Leo porque, según su posición, “no resultan pertinente” en sus respectivas declaraciones. Ellos son: el director del área de gestión futbolística del Barcelona, Raúl Sanllehí, el consultor Alfonso Nebot – empleado en las empresas de Messi – y el abogado Ángel Juárez.

La imputación que se mantiene sobre el futbolista y su padre es por tres delitos contra el estado producto de las declaraciones del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas en el período 2007, 2008 y 2009. En conjunto la presunta defraudación a Hacienda es de 4.100.000 euros. Inclusive, el juez rechazó en julio pasado, durante el pasado Mundial de Brasil, el pedido de la fiscalía de archivar la causa contra el jugador y mantenerla sobre su padre. En este caso, el magistrado entiende que hay “indicios suficientes” de que el diez nunca “estuviera al margen de la gestión económica, contractual y tributaria de los ingresos que generaba”, tal como se enuncia en el escrito presentado por la fiscalía.

De todas maneras, por más que sus detractores lleguen a imaginar en su visión de malicia que Leo puede terminar en prisión, lo cierto es que su voluntad de presentarse a la Justicia y su disposición a solucionar el diferendo permiten que el mejor jugador del mundo pueda ir reduciendo el conflicto mediante el pago de las multas correspondientes.

De acuerdo con el avance del caso, el padre del jugador habría ordenado a los asesores buscar una fórmula para reducir el pago de impuestos. Entonces, estos crearon un entramado de empresas radicado en aquello que se conoce como “países de baja fiscalidad”. Así, entre otros, se considera como paraísos fiscales a Belice y Uruguay, desde donde se podía gestionar desde allí los derechos de imagen de Leo para pagar menos al Estado. De esta manera, se hacían negocios con empresas de capitales ingleses y suizos, sin el menor registro que involucrara a Messi y su grupo de trabajo.

El eje de la cuestión pasa por la supuesta maniobra de burlar el tributo de ingresos derivados de la cesión de los derechos de imagen del futbolista, para lo cual se habría tejido un entramado societario. Así, mientras por un lado se pretende desligar a Leo de las actividades de Jorge Horacio, por el otro se pone el foco en la sociedad de hecho entre las partes investigadas. Los peritos intervinientes, inclusive, señalaron que Messi padre gestionaba la totalidad de los contratos y supervisaba cada detalle de las actividades económicas generadas por su hijo, aunque en este caso desconocían si esto también alcanzaba la parte fiscal. Tal recurso es el desestimado por el juez.

¿Puede sospecharse o inferirse que Messi es un delincuente que participa de una red de lavado de dinero? Nada lo presupone, dada sus continuas muestras de participar activamente en emprendimientos benéficos y solidarios por todo el mundo. Sí es cierto que se deducen rasgos de su personalidad en relación a preocuparse más por su actividad específica de deportista dentro del campo de juego que fuera del mismo. Debe, igual, darse cuenta que sus obligaciones fiscales tienen que ser cumplidas sin necesidad de apoyarse en sociedades de triangulación financiera en paraísos fiscales. Su propio grupo de asesores legales debería hacérselo notar.

Para muestra, basta un botón: uno de los peritos actuantes señaló en su declaración sobre Messi que éste “firma lo que le ponen, no tiene tiempo ni ganas, se dedica al fútbol y ya está”. Sin embargo, el juez valoró a tal expresión como “una opinión subjetiva, una impresión, una suposición”. Así, siguiendo la misma línea de pensamiento, es que la autoridad máxima en la investigación el caso aduce que “en el caso hipotético de dar por cierto lo que no deja de ser una suposición, ello no impediría que Lionel Messi pudiera haber conocido y consentido la defraudación tributaria”.

Con tal batería de datos, el juez avanzó sobre Leo y recordó que para imputar al jugador "basta con que existan indicios de que Lionel Messi ha podido conocer y consentir la conducta defraudatoria, incluso a título de dolo eventual".

El cálculo de la entidad tributaria puntualiza que durante 2007/2008/2009, los tres años en la mira, Messi obtuvo cuantiosos ingresos por la explotación de su imagen. Entre las firmas más importantes que han abonado por los servicios publicitarios de la “Pulga”, aparecen Adidas, Pepsi, Danone, Telefónica y Konami. El cálculo global es que a Leo le reportaron ganancias por poco más de 10 millones de euros, según publicó oportunamente el diario madrileño “El País”.

La utilización de los derechos de imagen es un recurso que utilizan los futbolistas top desde hace al menos tres décadas. Esa suerte de ingeniería financiera permitió que grandes estrellas firmasen su respectivo contrato con el club contratante siempre y cuando hubiera una cláusula que les permitiera acceder a una parte de su salario sin estar alcanzada por impuestos. Así pagaban un importe menor al fisco, debido a que el porcentaje era irrisorio respecto de sus ganancias reales.

De todas maneras, en lo que va de este siglo, la doctrina jurídica determinó que los derechos de imagen debían estar incluidos en la declaración jurada anual, al igual que los ingresos por publicidad. Por tales motivos, al igual está sucediendo este año en la Argentina, las inspecciones a deportistas famosos derivan en un entrecruzamiento de datos y un seguimiento a fondo.

Las grandes estrellas del fútbol también están alcanzadas por este tipo de investigaciones. Los otros casos más resonantes en los últimos tiempos han sido los de Cristiano Ronaldo y Neymar, en cuanto a cesión de derechos de imagen en una supuesta triangulación, diferente en la forma, pero no en el fondo de la cuestión. El astro del Real Madrid, por ejemplo, gana casi cuatro veces más por sus acuerdos con Nike, Armani y Banco Espirito Santo que con su club. El brasileño del FC Barcelona, igual: alrededor del 70 por ciento de sus ingresos llegaron a su cuenta bancaria procedentes del mercado publicitario. Si se suman Zlatan Ibrahimovic, Iniesta, Carlos Tevez, Arjen Robben, Bastian Schweinsteiger, Iker Casillas, Luis Suárez, James Rodríguez o David Luiz, por ejemplo, el mismo patrón encuentra similitudes.

El estereotipo de la estrella deportiva o de la farándula hace eje en una persona despreocupada del afuera y cuya existencia se roza con la frivolidad y la falta de sensibilidad social. No es éste el caso de Messi, cuidadoso de su vida privada y de apoyo permanente a fundaciones o entidades humanitarias. Sólo que Leo debe reforzar su mirada por sobre su entorno más cercano: la imagen importa, pero el fondo mucho más.