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El Papa Francisco recibió a la delegación del campeón de América, que le llevó la Copa Libertadores y le regaló una réplica. Acá, la intimidad de un encuentro emotivo que terminó con una plegaria aún más grande. Empezá a rezar, Real Madrid...



Ahí está ella, tantas veces esquiva, ahora acompañando el silencio respetuosa. Marcha en manos del vice Marcelo Tinelli; llega acompañada de una réplica, que pasará a habitar un altar en el salón de trofeos de la Santa Sede. Ella, que se le negó a equipos de la juventud de Jorge Bergoglio, como el del 60, ahora lo tiene cara a cara, ya rendida a los pies de Boedo. “La acariciaba como un nene”, le cuenta Tinelli a Olé sus sensaciones respecto del encuentro. Porque, a pesar del duro trance que le toca vivir (el accidente de tránsito que dejó grave a Emanuel, sobrino de Francisco, en el que fallecieron su esposa y sus dos hijos), el Papa recibió en el Hall Pablo VI a la delegación de San Lorenzo campeona de América. Y a ella, la Copa Libertadores, que esperó 54 años para tomar los votos con el Santo... Justo con el fan más influyente del mundo enfundado en el Alba -el “uniforme papal”- del Sumo Pontífice.

“De modo especial saludo a los campeones de América, el equipo de San Lorenzo aquí presente. Es parte de mi identidad cultural”, fue la felicitación abierta, ante el auditorio completo. Después le dedicó un rato privado a la nutrida nómina azulgrana que, además de presidente y vice, integraron Julio Buffarini y Juan Mercier en representación del plantel, el DT Edgardo Bauza, el manager Bernardo Romeo y Fabián Scoltore, mano derecha de Marcelo Hugo y estrecho colaborador en el Ciclón. Más allá de la Copa bis, hubo otros regalitos, como camisetas que Buffa y el Patón entregaron en mano. Y situaciones de emoción profunda, como la que protagonizó Pichi, quien se animó a pedirle una bendición grabada en su celu para Romina Vieira, su esposa. “Lo vimos un poco caído por el momento que le toca pasar; le di el pésame. Pero jamás perdió la amabilidad y transmite calidez permanentemente. Fue emocionante, espectacular”, añadió Tinelli. “El vocero nos dijo que le dimos dos minutos de felicidad en este momento duro”, contó Lammens.

Sin embargo, a pesar del trance, se permitió varias sonrisas, sobre todo cuando la Libertadores entró a escena. “Sabe todo”, chimentaron los presentes sobre sus conocimientos respecto a la actualidad del club, su historia y la vida de sus huéspedes. “Sus papás, en el lugar donde estén, deben estar contentos”, les dijo a Lammens y Tinelli, con historias parecidas: a ambos los ungieron cuervos sus progenitores y los dos los perdieron de chicos. La historia de esta visita se inicia en la de diciembre. Luego de la consagración en el Inicial 2013, una delegación, con Cetto y Torrico como representantes de los jugadores, se arrimaron al Vaticano para ofrendarle el trofeo. Y ahí se dio una especie de promesa: si rompían con el estigma de la Libertadores, repetirían la travesía con la jabonosa Copa. Pues bien, se dio y algunos de los viajeros se repitieron, como Tinelli, Lammens y Romeo. Y el Papa quiere más. “Ojalá que vuelvan en diciembre con el trofeo del Mundial de Clubes”, les deslizó. Y, dos títulos después, se podría decir que sus plegarias son órdenes...