
El equipo de Gallardo goleó a Independiente en el Monumental y enmudeció a un rival que habló más en la previa de lo que terminó jugando. Pisculichi, Rojas, Teo y Mora fueron los autores del 4-1 en medio de una noche repleta de fútbol y delirio riverplatense. ¡Mirá quién habla ahora!

Perdón, Rojo. Perdón por la costumbre, por esta morbosa paternidad. Por el peso de la camiseta, por esa banda que te obnubila, te paraliza y te hace temblar. Por la goleada, por el baile, por el abuso. Por ese correctivo desmedido con el que te volvimos a demostrar por qué somos tu papá.
Perdón, Rojo, por el cachetazo infaltable cada vez que te retobás. Por dejarte hablar, por aprovecharnos de tu inocencia y aceptar un desafío que sabíamos que sería desigual. Siempre lo fue, siempre lo será. No te da la talla, hijo, no para este juego de grandes.

Perdón también, Rojo, por recibirte con esta dura realidad, con la triste novedad de que nada cambió durante tu último año de ausencia. Es que a veces no escarmentás. Tu insolencia te ciega, te hace colgar banderas que después lamentás o improvisar chicanas sin deparar en lo que viene detrás. Y acá está papá, hijo, bajándote otra vez a tierra. Pisoteándote para que, cuando alguna vez crezcas, estés preparado de verdad.

Y perdón, querido Rojo, no solo por el goce y la gastada eterna, sino también por la terrible fiesta con la que te recibimos en casa. Es que ahora que no podemos visitarte por Avellaneda, no queremos que la amargura te haga olvidar de qué se trata.


