
Con 21 años, se luce con una camiseta pesada. Y admite que se encontró con un club "más grande de lo que imaginaba".

Alonso ya era una leyenda de pelotas naranjas y proezas internacionales cuando Liliana alumbró a Gonzalo Martínez, hace 21 años en Guaymallén. Tres meses antes de su nacimiento, Marcelo Gallardo debutaba en Primera. Y cuando Pablo Aimar parecía continuar con la dinastía del enganche, el Pity recién empezaba a aprender a leer y a escribir, lejos de Buenos Aires. Hoy, el mendocino que empieza a escribir su nombre propio en la historia de River está rodeado de todos esos "10". El Beto es asesor futbolístico, el Muñeco es su técnico y el Payaso, uno de sus ilustres compañeros. Aunque el crack asegura que nunca tuvo un ídolo de pantalones cortos, que el ejemplo es su viejo, Luis, un albañil que trabajó día y noche para que nada les faltara a sus siete hijos.
A Martínez no lo estremecen las luces de Udaondo y Figueroa Alcorta. "Lo único que me cambió la vida fue ser papá de Pilar, mi beba. El fútbol, en ese sentido, es secundario", dice ante Clarín, rodeado de hinchas contagiados por el efecto Pity, por ese talento que fluye de su exquisito pie izquierdo. Lo dejó claro en Mar del Plata, cuando se puso la banda roja por primera vez, ante Independiente. Lo ratificó en la Recopa Sudamericana, cuando asistió a Carlos Sánchez en el gol que abrió la serie ante San Lorenzo. Y lo confirmó en Junín, cuando metió dos pases maravillosos en el primer tiempo ante Sarmiento.
link: https://www.youtube.com/watch?v=jFbl8SgapCY
