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En el duelo de la decimocuarta fecha del torneo, Racing supo aprovechar su momento y derrotó a Gimnasia por 1 a 0 en el estadio Juan Carmelo Zerillo. Gabriel Hauche, que entró en la segunda mitad, convirtió el gol de la victoria. La Academia llegó a los 26 puntos.

Un instante fue suficiente para que la mueca dejara de ser mueca y pasara a ser sonrisa ancha. Un instante bastó para demostrar la categoría individual en una cita que parecía carecer de luces. Un instante alcanzó para que Racing abandonara el sufrimiento y diera rienda suelta a la algarabía. Un instante fue lo que precisaron Diego Milito, Gustavo Bou y Gabriel Hauche para construir la jugada con la que la Academia dejó atrás el empate en Bahía Blanca y se abrazó a una nueva victoria: fue por 1 a 0, ante Gimnasia y permitió acortar la distancia con la punta del campeonato.

Una batalla por el espacio, por cada centímetro de campo, por cada hueco que pudiera funcionar como usina de riesgo. Los dos disputaron todas las pelotas con la conciencia de que cualquier detalle no tomado en cuenta podía costar caro. El conjunto de Diego Cocca, con Germán Voboril, con Ezequiel Videla y con Gustavo Bou como titulares, respetó el sistema táctico que venía utilizando y dio pelea con dos líneas de cuatro bien definidas. Algo muy parecido planteó el equipo local, que eligió presionar bien arriba para interrumpir el circuito de la visita lo más cerca posible de Sebastián Saja. La decisión de Racing fue probar salir jugando por abajo pero, frente a tanta intensidad que se le venía enfrente, debió alterar la propuesta y buscar largo a los delanteros.

La escena quedó pintada y el primer cuarto de hora operó como ensayo para ver quién se acomodaba mejor a un duelo que no ofrecía pausa alguna. Era cuestión de meter, de trabar y de desplegarse por el terreno para capitalizar las oportunidades. Hubo un aviso inicial a partir de un centro cruzado de Lucas Licht que nadie pudo desviar. Con el andar algo partido, la respuesta académica llegó tras un buen movimiento de Diego Milito en el borde del área contraria. El capitán recibió una infracción peligrosa y Marcos Acuña, a la hora del remate de tiro libre, no logró superar la barrera. Aunque sobraba ritmo, faltaban situaciones en las inmediaciones de los arcos. Gimnasia dominaba más tiempo el balón pero no podía traducir eso en ocasiones. Parados claramente de contragolpe, a los de celeste y blanco también les costó desequilibrar porque sus cartas por los costados no consiguieron desnivelar en el uno contra uno.

Después de la media hora, Saja ya no pudo estar tan tranquilo. En una ráfaga de pocos minutos, el dueño de casa apretó avanzando por las bandas y sembró el temor. Primero, un envío de Jorge Rojas halló la cabeza de Álvaro Fernández y la pelota salió cerca del poste izquierdo; y, después, un disparo de Javier Mendoza salió apenas por encima del travesaño. Pero, como si eso fuera poco, fueron varios los centros que obligaron a Luciano Lollo y a Yonathan Cabral, quienes resolvieron con eficacia gran parte de los problemas.

De movida, el complemento arrancó sin modificaciones en el desarrollo. Era Gimnasia el que más iba y era Racing el que se agazapaba. Con escasa precisión en ambos lados, la pelota volaba sin destino y, como consecuencia, nadie terminaba de manejar el escenario. Pero, después de los 10 minutos, la visita empezó a compensar y a inquietar a Monetti. Lollo, en el primer ataque punzante de los suyos, se impuso en un córner desde la izquierda y el arquero tuvo que responder a puro reflejo para evitar la caída de su valla. El rebote lo tomó Milito pero el delantero no alcanzó a rematar con potencia. Enseguida, a la salida de un tiro libre, una acción preparada no pudo ser terminada de la mejor forma por Aued.

De ahí en más, el partido se tornó de ida y vuelta y la zona del círculo central pasó a ser casi exclusivamente de transición. Facundo Castillón reemplazó a Acuña y trató de imprimirle velocidad al sector derecho del equipo. Pedro Troglio también apeló a las alternativas e hizo entrar a Maximiliano Meza. Con la idea de agregar quite entre los volantes, Francisco Cerro ingresó por Aued y se sumó a Videla en esa meta de agarrar los balones divididos que boyaban por la cancha. El ciclo de cambios en la Academia se clausuró con Gabriel Hauche, quien sustituyó a Centurión y se ubicó en la izquierda. Racing quedó entonces con cuatro puntas. La apuesta, evidentemente, era sacar rédito en la dinámica del golpe por golpe. No había calma en ningún rincón porque se jugaba a mil revoluciones por segundo. Y cada cual apostaba a ganarlo con sus armas.

Una jugada. O algo más que eso: una gran jugada transformó la historia. Cuando iban exactamente 40. Una contra que condujo Milito y que derivó en un centro bajo de Bou. Y una aparición sorprendente de Hauche, que disparó con la categoría justa como para que el pedazo de red apoyado detrás del ángulo superior izquierdo de Monetti se levantara. Con el gol en el bolsillo, hubo que aguardar a que las agujas hicieran el resto. Milito pudo haberlo liquidado dos veces pero no definió con contundencia. En la atropellada final de Gimnasia, Saja puso sus manos como garantía de triunfo. Y Racing cerró el sábado con la alegría de haber vuelto a sumar de a tres.