Sofía Gómez, una deportista que toca fondo
El año pasado en Chiapas (México), Sofía dejó de respirar durante tres minutos y nadó en una piscina olímpica la distancia de 195,76 metros. Cuando sacó la cabeza del agua y se agarró del borde, los espasmos por la privación de oxígeno la sacudieron desde el tronco. En la cara enrojecida tenía una mueca de esfuerzo, la boca estaba estirada en una dolorosa carcajada, como alguien que intenta escupir una espina. Durante unos segundos luchó para dominar las convulsiones y evitó ser descalificada. Ese día batió el récord panamericano en apnea dinámica
El año pasado en Chiapas (México), Sofía dejó de respirar durante tres minutos y nadó en una piscina olímpica la distancia de 195,76 metros. Cuando sacó la cabeza del agua y se agarró del borde, los espasmos por la privación de oxígeno la sacudieron desde el tronco. En la cara enrojecida tenía una mueca de esfuerzo, la boca estaba estirada en una dolorosa carcajada, como alguien que intenta escupir una espina. Durante unos segundos luchó para dominar las convulsiones y evitó ser descalificada. Ese día batió el récord panamericano en apnea dinámica
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Un año antes, en el 2013, lo había intentado en Cali, pero cuando alcanzaba los 180 metros perdió el conocimiento y se hundió como galeón español. El cuerpo de un apneísta que se ahoga suele caer apacible, con gravidez lunar. No hay resistencia, solo un tranquilo descenso: una rendición narcótica al agua. “Un 'blackout' –un desmayo en argot apneísta– se siente delicioso, uno se duerme. Cuando me sacaron yo ya estaba soñando”, dirá ella.
link: https://www.youtube.com/watch?v=cGi2tZn01iw
Angelica Jaramillo
Sofia Jaramillo


El año pasado en Chiapas (México), Sofía dejó de respirar durante tres minutos y nadó en una piscina olímpica la distancia de 195,76 metros. Cuando sacó la cabeza del agua y se agarró del borde, los espasmos por la privación de oxígeno la sacudieron desde el tronco. En la cara enrojecida tenía una mueca de esfuerzo, la boca estaba estirada en una dolorosa carcajada, como alguien que intenta escupir una espina. Durante unos segundos luchó para dominar las convulsiones y evitó ser descalificada. Ese día batió el récord panamericano en apnea dinámica

El año pasado en Chiapas (México), Sofía dejó de respirar durante tres minutos y nadó en una piscina olímpica la distancia de 195,76 metros. Cuando sacó la cabeza del agua y se agarró del borde, los espasmos por la privación de oxígeno la sacudieron desde el tronco. En la cara enrojecida tenía una mueca de esfuerzo, la boca estaba estirada en una dolorosa carcajada, como alguien que intenta escupir una espina. Durante unos segundos luchó para dominar las convulsiones y evitó ser descalificada. Ese día batió el récord panamericano en apnea dinámica
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Un año antes, en el 2013, lo había intentado en Cali, pero cuando alcanzaba los 180 metros perdió el conocimiento y se hundió como galeón español. El cuerpo de un apneísta que se ahoga suele caer apacible, con gravidez lunar. No hay resistencia, solo un tranquilo descenso: una rendición narcótica al agua. “Un 'blackout' –un desmayo en argot apneísta– se siente delicioso, uno se duerme. Cuando me sacaron yo ya estaba soñando”, dirá ella.


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Ñapa Hermanas Jaramillo
Angelica Jaramillo

Sofia Jaramillo
