
LOCURA. Rojas dio vuelta el marcador y lo festejó con el Muñeco. (FOTO: Fotobaires)
River padeció horrores en Santa Fe, pero le ganó 2-1 a Rafaela y sorteó otro partido chivo en la recta final del torneo. Pisculichi y Rojas dieron vuelta un marcador que amagó a cambiar hasta el último minuto de juego.
Había que ir a Rafaela. Algunos, en la previa, aseguraban que -junto con el de Racing- se trataba del compromiso más complicado que le quedaba al River de Gallardo en la recta final del campeonato. Y a juzgar por lo que ocurrió en el transcurso del encuentro, no se equivocaron.
En el Monumental de Santa Fe, el Millonario se topó con un equipo humilde, pero inteligente para aprovechar su localía, ese escenario en el que se convierte en peligroso y capaz de desbaratar los plantes del puntero invicto. De forzarlo al pelotazo y golpearlo de contra. Pero de golpearlo en serio, no con la mera intención de probar suerte.
Así fue que el equipo de Núñez pasó de generar tres jugadas en 7 minutos a terminar sufriendo el primer tiempo. Teo, Sánchez y Mora protagonizaron esas llegadas claras. Pero el conjunto dirigido por Sensini no se dejó amedrentar y en seguida nomás doblegó la apuesta: González y Albertengo advirtieron a una defensa millonaria irreconocible, que nada tuvo que ver con aquella que tan segura se mostró hasta esta parte del semestre.
Y Montiel consumó las amenazas con un remate fortísimo que, extrañamente, no encontró resistencia por parte de Barovero. Gol y panorama más que complicado para el líder del torneo. No solo por la picardía del rival, sino porque además de los problemas defensivos de River, Sánchez y Rojas aparecieron poco en el medio y Teo casi no gravitó en ataque.
Sin embargo, apenas inició el complemento, Pisculichi convirtió un tiro libre magnífico que le dio un poco de aire y tranquilidad al Millonario. A partir de ahí, La Banda se paró mejor y hasta recobró el control de la pelota, pero a decir verdad, nunca dejó de sufrir en el fondo ni llegó a acomodarse por completo. Ni siquiera con el gol de Rojas.
River pegó tanto como recibió, con la diferencia que las suyas fueron mucho más claras. Pero los pibes Simeone y Driussi no las supieron capitalizar y mantuvieron el sufrimiento hasta el final. Nada cambió: el Millonario mantuvo el invicto, se sacó un partido chivo de encima y mantuvo la diferencia con Lanús e Independiente.