Un Messi de equipo

“Moverme por la derecha le hace bien al equipo porque hoy por hoy tenemos delanteros espectaculares”, dijo.




El ego de Messi no pasa por hacer siempre lo que más le gusta. Puede ser que se lo escuche sin la necesidad de hablar, pero con Martino vuelve a mostrar la generosidad que dejó ver en el final del Mundial con Sabella. No pasa por repartir con el plantel el plus de dólares que Argentina cobra por los partidos que juega él, sino por su apertura para cambiar en pos del conjunto. Messi aceptó “acostumbrarme de nuevo a jugar de extremo derecho” porque “eso le hace bien al equipo, tenemos delanteros espectaculares y hay que aprovecharlos”. El se hizo mejor por el medio, Pep lo potenció en esa zona. Igual aceptó cambiar en la Selección del Tata, alguien determinante para que su prestación no tenga reparos post Mundial.

En Brasil hubo mucho ruido cuando el capitán gritó el famoso “somos Argentina” y pidió más delanteros y menos defensores. Pero pasó inadvertido cuando el equipo se acomodó más a Mascherano -que estaba “cansado de comer mierda”- que a Messi. Leo no pagó con su talento en la semi y en la final, es cierto; tanto como que el equipo llegó hasta ahí por él. Y tanto como que con Bélgica jugó uno de los partidos más tácticos de su vida. Corrió y marcó. Porque quería ser campeón. Pensó más en el equipo que en él. Como ahora. A los pocos días que Martino blanqueó que “a veces cuando escucho las cosas que dicen de Messi me pregunto por qué sigue viniendo”, el mismo Messi vino y le ganó él a Croacia. Y lo mismo intentará repetir el martes con Portugal.

Pese a que se creía que había perdido velocidad, o que la raya lo iba a atar, o que ya no era feliz, encaró la cancha en diagonal, fue el Messi del uno contra uno y siguió en la línea Barcelona en su rol de asistidor para el penal al Kun Agüero. Competitivo como es, siempre quiere brillar. Pero cada vez más es un Messi de un equipo.