Relaciones sexuales: el amor como un fenómeno psicosocial del hombre
Se entiende por el concepto genérico de amor: “el sentimiento íntimo y profundo, la atracción hacia otra personalidad, comunidad humana o idea” (1). La extraña complejidad y la importancia del fenómeno genérico estrecho del amor sexual se determina por la intersección en el mismo, como en un foco, de los contrastes entre lo biológico y lo espiritual, lo personal y lo social, lo íntimo y lo de importancia general.
En el antiguo tratado didáctico hindú “Ramas de melocotón” la génesis del amor se define así:
Tres fuentes tienen las pasiones del hombre:
el alma, la razón y el cuerpo.
La atracción de las almas engendra la amistad.
La atracción de la razón engendra el respeto.
La atracción del cuerpo engendra el deseo.
La unión de las tres atracciones engendra el amor.
el alma, la razón y el cuerpo.
La atracción de las almas engendra la amistad.
La atracción de la razón engendra el respeto.
La atracción del cuerpo engendra el deseo.
La unión de las tres atracciones engendra el amor.
Esta definición clásica, es semejante al análisis de la estructura del fenómeno citado en la mencionada fuente (1): “El amor es un complejo sistema intelectual-emocional-volitivo, compuesto por una gran cantidad de elementos cambiantes…”. En contraposición con el sentimiento fugaz, que transcurre rápidamente del enamoramiento, el verdadero amor presupone una profundidad de emociones, se distingue por la plenitud de su manifestación y su integridad, su incompartibilidad, su “individualidad”.

La manifestación principal del amor, que determina la integridad de este fenómeno, es el enfoque sobre el objeto de amor, que engendra la renunciación al propio “yo”, según la definición de Hegel: “La verdadera esencia del amor consiste en renunciar a sí mismo, olvidarse de sí mismo en otro ‘yo’, y, no obstante, en esa misma desaparición y ese olvido, encontrarse por primera vez a sí mismo…”. Conjuntamente con este desinteresado olvido de sí mismo e idealización del objeto de amor, el fenómeno se caracteriza por una espontaneidad dialéctica: “Como una expresión selectiva, libre y, al mismo tiempo, orgánicamente forzada de las profundidades naturales y espirituales de la personalidad, el amor no en su surgimiento sino en su extinción se ‘programa’ por la razón y la voluntad, aunque se encuentra bajo el control de éstas”.

La infinita variedad de manifestaciones y formas de amor dieron lugar a los intentos de diferenciar varios tipos generalizados de éste. Así, en el idioma griego antiguo se utilizaban los términos siguientes:
1. Eros. Enamoramiento espontáneo y apasionado, dirigido a lo carnal o espiritual, pero siempre relacionado con el afán de posesión y que no deja lugar a la lástima o la condescendencia.
2. Filia. Es el amor-amistad, condicionado por las relaciones sociales y la elección personal.
3. Storgue. Es el amor-ternura, sobre todo familiar.
4. Agape. Es el amor sacrificado y condescendiente como una desinteresada entrega de sí mismo, como la desilusión del amante por el amado.
Fin del post. Gracias por pasar.
