

¿Hablar con Dios es sencillo? ¿Se le encuentra en todos lados? ¿Tiene su Face, su msn, su correo [email protected],? ¿Basta con marcarle al 01 800 Todopoderoso? No, claro que no. Sin embargo, hay una tecnología más antigua: la oración; existía antes de la comunicación satelital y mucho antes de las palomas mensajeras. Es verdad que Cristo tiene un número telefónico: la señal de la cruz. Este ha sido siempre el inicio de una conversación con Dios, es como el santo y seña para entrar en un mundo maravilloso, en la presencia de Dios.
En un inicio orar era fácil. Adán y Eva hablaban de tú a tú con el Señor, pero luego no pagaron la mensualidad del teléfono y les cortaron la línea. Y nació la oración, donde tú hablas y Dios también pero en silencio, en el corazón.
Existen muchas formas de orar, los grandes maestros espirituales destacan tres tipos de oración:

Oración mental o meditación:
¿Meditación? Tal vez nos imaginamos a un monje budista en posición de loto con su túnica naranja, en la cúspide de una montaña frente a un atardecer hermoso. Para un cristiano la meditación consiste en leer pausadamente un pasaje de la escritura o un texto espiritual, y hacer algunas «consideraciones» sobre él. Es decir, ver qué es lo que Dios me dice con el texto que he leído, reflexionar cómo puedo aplicarlo en mi vida y hablar con Dios sobre ello.
Oración de Corazón:
“Platicar” significa conversar, pero más que un intercambio de palabras, significa hablar a gusto con una persona amiga: esta es la oración de Corazón, donde dos corazones se unen para hablar de lo que les interesa. La oración gira en torno a temas muy actuales en momentos claves de la vida: un gran alegría, una crisis, la conversión, una decisión… ¡Es aquí donde Dios nos muestra su voluntad.

Oración vocal:
Eso sabe a novenario, a aburridas repeticiones, a contestadora telefónica: «Dios te salve María… Hola, en este momento no estoy disponible… Santa María, Madre de Dios… Al finalizar el tono puedes dejar tu mensaje». Pero no se trata de repetir como loro. Lo importante es meditar en lo que se repite en esa oración con la que generaciones de cristianos han alabado a Dios. Aunque se repita la misma fórmula, un “te amo” dicho al amado nunca será rutinario si se ama de verdad.
Tres formas de hablar con Dios. Hablar con Dios no es sencillo, pero vale la pena decirle te amo, quiero hacer tu voluntad. La oración es un camino hacia el cielo, hacia Dios.

