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Yo soy joven y tengo carro, ellos son viejos y no tienen nada. Merezco divertirme, en especial ahora que hace calor y está lloviendo.

Debajo de cada gran charco siempre hay una persona caminando por la acera o, mejor aún, grupos de gente pobre esperando el autobús. ¿Por qué me da más morbo que sea gente pobre? Porque de algún modo es como expresar la verdad de la vida; ellos esperan el autobús porque son pobres, yo paso con mi carro y los mojo porque soy rico.




Así que cuando la naturaleza pone un charco, es para que un pudiente pase con su carro y empape a quien le de la gana. Es en serio; eso no hace mal karma. Son como las frutas humorísticas del mundo. La naturaleza las pone ahí para que uno las tome. ¿Ponerse a inventar chistes en vez de hacer lo que yo hago? Pecado. Los chistes son células madres.

Por lo tanto, cuando escampa, salgo con mi carro aquí en Buenos Aires a cazar gente debajo de la parada de autobuses y mojarlos. Cien puntos por persona, trescientos por niño, seiscientos si son ancianos, mil si es alguien con muletas.

Ayer, por ejemplo, mojé a una pareja de ancianos; eso suman 1200 puntos, y encima saqué el brazo por la ventana y les enseñé el dedo medio; 100 puntos extras por osado.

Todos los días reviso el servicio meteorológico a ver cuando anuncian lluvias. Por lo general, acudo a este sitio (desafortunadamente suele ser tan acertado como la ciencia de la craneología del siglo XIX), pero a falta de pan buenas son tortas, y aunque en el peaje me cobren casi 4 pesos por salir a la autopista (que es donde están las paradas de autobuses más largas y los charcos más prominentes de Argentina) sigo pensando que son 4 pesos mejor gastados que en el planetario, el museo o el cine.

Pasar a velocidad media los moja mejor, los deja impregnados no sólo de agua sino de cuanto haya estado flotando en el charco, pero pasar rápido hace que el agua salga disparada a presión. Una vez escuché un grito y cuando miré por el espejo retrovisor, un tipo se estaba cubriendo los ojos. 2000 puntos por la hazaña. 100 extras porque hubo gente que se puso ayudarlo, 50 de bonus porque ellos también estaban mojados.

¿Score total? 3.256.000 puntos desde que vivo en Buenos Aires. Hay pocos peatones en las pasarelas de las autopistas que no conozcan al Fantasma del Caribe. Cuando es día de lluvia, el Fantasma sale para vengarse. ¿De quién? No tengo idea. Pero moja a mucha gente...



Una vez un tipo intentó perseguirme a pie, pero se perdió a lo lejos, convertido en un irritado punto en mi retrovisor. Nadie es más rápido que el Fantasma que rueda. Otro día un tipo adivinó lo que iba a hacer y cubrió a su hijo con la espalda. Me salí de la autopista por la primera pasarela y volví a pasar por el mismo punto para intentar interceptarlos otra vez, pero no estaban... eso me preocupa mucho porque el hijo puede crecer para vengarse (capaz se gana la lotería y se compra un carro y me espera).

Por eso todos deben caer. Nadie está a salvo de mí, nadie.