Atención:
Se trata de una historia de ficción. Se intenta crear para dar a entender la situación de un paciente real.
8 de abril de 2013.
¿Por qué he decidido escribir esto? ¿Tengo alguna razón en especial? No lo sé.
Quizás piense que alguien podrá leer esto más adelante, quizás tenga la esperanza de que si una sola persona llegara a observar las palabras escritas aquí, podrá recordarme y por lo menos podré seguir vivo en la memoria de alguien.
Pero... ¿a quién quiero engañar?
Ni siquiera sé cuánto tiempo me queda de vida. Ni siquiera sé si mañana me despertaré y en cierto modo, es frustrante. Lo es porque no hay una fecha exacta, un plazo límite. Sólo puedo limitarme a permanecer en la camilla del hospital, esperando a que terminen de hacerme las pruebas pertinentes antes de permitirme volver a casa.
Morir aquí, en una sala totalmente blanca, o morir en casa. Me he empezado a plantear esto.
Sea el lugar que sea, al final, el resultado será el mismo.
No sé que pensar al respecto. Tengo que razonar y buscar una respuesta, por ahora, tienen que realizarme un análisis de sangre.
9 de abril de 2013.
Hace un año. Desde entonces, sólo he sido acompañado por mis padres. Empecé a enfermar. Al principio, no había ninguna razón aparente para que aquello pasara, pero seis meses después se me diagnosticó. Cáncer de páncreas. Lo peor que me podía suceder, ocurrió.
Cuando los médicos me dieron la noticia ni me inmuté. Era como ver algo desde lejos, como si no me estuviera sucediendo. Simplemente, no pude sentir tristeza y mucho menos rabia.
Mis padres no se lo tomaron tan bien. Lloraron, lloraron todo lo que yo debí hacerlo, pero aun así, seguí viendo lo que me sucedía desde otra perspectiva.
Pensar en todo ello no era ni es atractivo. Me empecé a distraer y a no querer hablar del tema. Me parecía molesto.
¿Voy a morir? Sí. – Cavilé. – ¿Se supone que debo entristecerme? ¿Llorar? ¿Me servirá de algo? – No.
Creo que no tengo nada más que decir al respecto.
La decisión del lugar en el que morir la veo cada vez más clara. Aunque creo que debo seguir considerando la situación.
En sí, todo esto es una mierda. No tengo nada que hacer, la sala del hospital en la que estoy huele a resignación y a muerte.
No me gusta. Pero tampoco me disgusta. Solo quiero salir de aquí. Aunque cuando llegue a casa, la escena que me esperará volverá a ser la misma.
Realmente esto es una mierda.
Se trata de una historia de ficción. Se intenta crear para dar a entender la situación de un paciente real.
8 de abril de 2013.
¿Por qué he decidido escribir esto? ¿Tengo alguna razón en especial? No lo sé.
Quizás piense que alguien podrá leer esto más adelante, quizás tenga la esperanza de que si una sola persona llegara a observar las palabras escritas aquí, podrá recordarme y por lo menos podré seguir vivo en la memoria de alguien.
Pero... ¿a quién quiero engañar?
Ni siquiera sé cuánto tiempo me queda de vida. Ni siquiera sé si mañana me despertaré y en cierto modo, es frustrante. Lo es porque no hay una fecha exacta, un plazo límite. Sólo puedo limitarme a permanecer en la camilla del hospital, esperando a que terminen de hacerme las pruebas pertinentes antes de permitirme volver a casa.
Morir aquí, en una sala totalmente blanca, o morir en casa. Me he empezado a plantear esto.
Sea el lugar que sea, al final, el resultado será el mismo.
No sé que pensar al respecto. Tengo que razonar y buscar una respuesta, por ahora, tienen que realizarme un análisis de sangre.
9 de abril de 2013.
Hace un año. Desde entonces, sólo he sido acompañado por mis padres. Empecé a enfermar. Al principio, no había ninguna razón aparente para que aquello pasara, pero seis meses después se me diagnosticó. Cáncer de páncreas. Lo peor que me podía suceder, ocurrió.
Cuando los médicos me dieron la noticia ni me inmuté. Era como ver algo desde lejos, como si no me estuviera sucediendo. Simplemente, no pude sentir tristeza y mucho menos rabia.
Mis padres no se lo tomaron tan bien. Lloraron, lloraron todo lo que yo debí hacerlo, pero aun así, seguí viendo lo que me sucedía desde otra perspectiva.
Pensar en todo ello no era ni es atractivo. Me empecé a distraer y a no querer hablar del tema. Me parecía molesto.
¿Voy a morir? Sí. – Cavilé. – ¿Se supone que debo entristecerme? ¿Llorar? ¿Me servirá de algo? – No.
Creo que no tengo nada más que decir al respecto.
La decisión del lugar en el que morir la veo cada vez más clara. Aunque creo que debo seguir considerando la situación.
En sí, todo esto es una mierda. No tengo nada que hacer, la sala del hospital en la que estoy huele a resignación y a muerte.
No me gusta. Pero tampoco me disgusta. Solo quiero salir de aquí. Aunque cuando llegue a casa, la escena que me esperará volverá a ser la misma.
Realmente esto es una mierda.