
El acto de beber vino es una experiencia única, personal y subjetiva, donde cada uno tiene el derecho de disfrutar como, donde y con quien quiera. No me simpatizan el séquito de "especialistas", que transforman los simple y bello de esta bebida, en una "ciencia oculta", reservada a unos pocos "iluminados" y que deja fuera al resto de los mortales.

Dicho esto, la idea es tirarte data sobre pequeños aspectos que suman al momento de comprar y catar un vino, para que esa experiencia sea aún mas especial.

1. Leé la etiqueta y la contraetiqueta de cada botella: hacerlo te permite saber el o los varietales usados en la elaboración, su lugar de origen, el año de cosecha, y la temperatura de servicio. Tené en cuenta que, por ejemplo, un Torrontes de Salta es muy distinto a uno de Mendoza, y un Malbec de la Patagonia es mas mineral que uno de San Juan. Ni mejor, ni peor. Solo diferente. La elección es tuya.

El año de cosecha es muy importante ya que la mayoría de los vinos argentinos, por baratos o caros que sean, no aguantan más de 2 a 3 años sin ser consumidos. Cuando superan esa antigüedad pueden venir pasados o reducidos en sus virtudes naturales.
Además las variaciones de temperatura afectan mucho la estructura de esta bebida. Por eso conviene respetar la que la bodega aconseja al momento de servirlo. Lo ideal sería tener un termómetro de vinos, sino mete tanto los blancos como los tintos a la heladera. Los tintos sacálos media hora antes de tomarlos, los blancos mantenélos siempre fríos una vez abiertos, usando la heladora o una frapera.

2. Dejálo respirar: siempre abrí la botella unos minutos antes de tomarla y dejála en contacto con el aire sin el corcho. Esto mejora el vino al momento de tomarlo, ya que el oxigeno actúa como potenciador de aromas y redondea las asperezas que pueda tener. Esto no corre en el caso de los espumantes, que podes tomar tranquilamente una vez descorchados.


3. Los vinos con madera no siempre son mejores que los sin madera: aunque diga "pasaje por barrica de roble, reserva" o lo que sea, en muchos casos los enólogos terminan por hacer de un buen vino un jugo de palo, y encima las bodegas tienden a cobrarlos más caros. El único secreto para zafar de esta trampa es probar varios con o sin madera. De ese modo podés descubrir si compraste una joya o si te están robando la plata.


4. El vaso importa: si no tenés otra opción, podes tomar esta bebida en un vaso de lata o de plástico. Ahora, si querés mejorar como llega a tu paladar, te conviene usar recipientes de vidrio. Mejor si es una copa de cristal. Si usas una de éstas conviene siempre que tenga cuerpo ancho y boca chica, incluso la de espumantes. Esto permite que los aromas que expresa cada varietal o corte de vinos, se mantengan más tiempo en la copa y no se esfumen en el aire, como pasa con las que son de boca abierta. No importa si la copa es grande o chica, lo significativo es que al momento de tomar no la llenes demasiado y que la agarres de la base. Con eso basta.

Estos son algunos tips que tenés que tener en cuenta a la hora de realizar una cata o disfrutar de esta noble bebida. No más reglas. A vivir cada vino a pleno, a dejarse llevar y a dejar que el destino se haga cargo del resto.
