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Batalla de las Termópilas


Rey Leónidas de Esparta


Jerjes I

Fecha: 11 de agosto, 480 adC

La Batalla de las Termópilas fue un importante escenario del conflicto entre las polis griegas, con Esparta y Atenas a la cabeza, contra el Imperio Persa en el 480 adC.
Jerjes I, emperador persa, se propuso conquistar Grecia y comenzó con muy buen pie. Atenas quería detener la invasión como fuese y consiguió convencer a Leónidas I, Rey de Esparta, para que participase.




Espartanos arrojando a los embajadores persas a un foso.

La batalla más importante se celebró en un lugar llamado valle de las Termópilas. Allí esperó a los persas un ejército compuesto por 300 hoplitas espartanos (a los que hay que sumar otros 600 ilotas, pues cada espartano llevaba 2 siervos a su servicio), 500 de Tegea, otros 500 de Mantinea, 120 de Orcómeno y 1.000 hoplitas del resto de Arcadia: 400 de Corinto, 200 de Fliunte, 80 de Micenas, 700 tespios y 400 tebanos, además de 1.000 focenses y todos los locros.



Según las fuentes clásicas griegas, los soldados persas conformaban un ejército que oscilaba entre los 250.000 y el millón de efectivos. Sin embargo, la formación compacta e impenetrable de la falange griega era óptima para retener a la horda persa en un paso tan estrecho y en apariencia infranqueable.






Guerreros persas



Leónidas fue advertido sobre el gran número de arqueros que poseía Jerjes. Se le dijo que cuando disparaban, "sus flechas cubrían el sol" y "volvían noche el día". Dienekes, soldado espartano, consideraba el arco como un arma poco honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Fue entonces cuando pronunció su famosa frase: "Entonces lucharemos en la sombra".


Falange








Hoplita Espartano


Se dice que Jerjes, al toparse con los soldados griegos, supuso que éstos se marcharían al ver la magnitud de su ejército. Pasaron cuatro días y Jerjes, impaciente, envió un emisario exigiendo a los griegos que entregasen sus armas inmediatamente para no ser aniquilados. Leónidas respondió: "Ven a buscarlas tú mismo"(Μολων λαβε).
Así dio comienzo la batalla y fila tras fila de persas se estrellaron contra las lanzas y escudos espartanos sin que éstos cedieran un centímetro. De esta forma, a pesar de la grave desventaja numérica, Leónidas y sus hombres se opusieron a las oleadas de soldados enemigos con un número mínimo de bajas, mientras que las pérdidas de Jerjes - aunque minúsculas en proporción a sus fuerzas - supusieron un duro golpe para la moral de sus tropas. Durante las noches, Leónidas solía decirles a sus hombres: "Jerjes tiene muchos hombres, pero ningún soldado."








Un "Inmortal" guerrero persa de "elite"

Frustrado e impaciente, Jerjes envió al frente a sus diez mil Inmortales, su fuerza de élite, llamados así porque cada vez que un Inmortal caía, otro corría a reemplazarlo. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. Los persas morían a cientos, la moral del ejército decaía y los griegos no mostraban signos de cansancio. La batalla continuó de esta forma durante tres días. Fue entonces cuando Jerjes, abatido, recibió la ayuda que necesitaba.









Un griego llamado Efialtes (que significa "pesadilla") ofreció mostrarle a Jerjes un paso alternativo que rodeaba el lugar donde estaba Leónidas para acabar con su resistencia de una vez por todas. Sin dudarlo, Jerjes envió un importante número de sus fuerzas por ese paso. Este paso se encontraba defendido por los focenses, pero al verse sorprendidos durante la noche por los persas, huyeron al primer contacto, sellando de esta manera la suerte de los defensores de las Termópilas.







Cuando Leónidas detectó la maniobra del enemigo y se dio cuenta de que le atacarían por dos frentes, reunió un consejo de guerra, donde ofreció a los griegos dos opciones: podían irse por mar a Atenas o permanecer en las Termópilas hasta el final. Quedaron él, los lacedemonios y algunos tebanos. Mientras el resto de la fuerza que había decidido irse se retiraba hacia Atenas, los 300 soldados de la guardia de Leónidas, los tespieos y los de Tebas se quedaron a presentar batalla hasta el final, la suerte estaba echada. Al despuntar el alba del cuarto día, Leónidas dijo a sus hombres: "Tomad un buen desayuno, puesto que hoy no habrá cena". Fue tal el ímpetu con el que los espartanos lucharon que Jerjes decidió abatirlos de lejos con sus arqueros para no seguir perdiendo hombres. Leónidas fue alcanzado por una flecha y los últimos espartanos murieron intentando recuperar su cuerpo para que éste no cayera en manos enemigas.







La batalla duró cinco días y los persas consiguieron derrotar a los temidos espartanos, pero estos ya habían retrasado notablemente el avance persa, diezmado la moral de su ejército y matado a miles de soldados.
El sacrificio de los espartanos tuvo amplias repercusiones en la Grecia de la Antigüedad. Tal fue su fama que hasta el día de hoy es considerado como uno de los ejemplos máximos de sacrificio ante una tarea imposible, en la cual unos pocos valientes se opusieron a la maquinaria de guerra más poderosa conocida y dieron sus vidas luchando por su tierra, su honor y su libertad. Es una de las batallas más memorables y decisivas que presenció el mundo, comparándosela tal vez con los Campos Cataláunicos, el sitio de Numancia, Cannas o Qadesh.



La hazaña fue recordada en una lápida conmemorativa escrita por el poeta Simónides, que decía así:

"Oh, extranjero, informa a Esparta (Lacedemonia) que aquí yacemos
todavía obedientes a sus órdenes".


Una nota sobre la traducción: Ya sea de forma poética o interpretada, el texto no debería leerse en tono imperativo, sino como una petición de ayuda aparte de un saludo para un visitante. Lo que se busca en la petición es que el visitante, una vez deje el lugar, vaya y le anuncie a los espartanos que los muertos siguen aún en las Termópilas, manteniéndose fieles hasta el fin, de acuerdo a las órdenes de su Rey y su pueblo. No les importaba morir a los guerreros espartanos, o que sus conciudadanos supieran que habían muerto. Al contrario, el tono usado es que hasta su muerte se mantuvieron fieles.






Monumento a Leónidas
y a los caídos en Termópilas.


FUENTE