Es imposible concebir el pan latinoamericano separado de las recetas europeas que llegaron en la época de conquista y colonia siglos atrás.
México no es una excepción y la mayoría de sus panes son una exquisita unión entre algunos detalles típicos europeos y las tradiciones indígenas que lograron conservarse desde el siglo XV.
Las conchas y las chilindrinas mexicanas no escapan de esta historia. Ellas, al igual que otros panes mexicanos, son el producto del encuentro con el trigo blanco y el dulce o la sal, elementos típicos de ese país latinoamericano.
La concha se reconoce por ser redondo, panzón y es adornado con cuadritos de azúcar blanco o negro.

México no es una excepción y la mayoría de sus panes son una exquisita unión entre algunos detalles típicos europeos y las tradiciones indígenas que lograron conservarse desde el siglo XV.
Las conchas y las chilindrinas mexicanas no escapan de esta historia. Ellas, al igual que otros panes mexicanos, son el producto del encuentro con el trigo blanco y el dulce o la sal, elementos típicos de ese país latinoamericano.
La concha se reconoce por ser redondo, panzón y es adornado con cuadritos de azúcar blanco o negro.
La chilindrina en cambio es muy parecida a la concha pero en vez de tener una capa de dulce está cubierta de ajonjolí. Ambas son tan comunes en las calles de México que en cualquier esquina se pueden encontrar a muy bajo precios. Ambos panes muy importantes para los mexicanos tanto así que han inspirado versos de cantantes como chava Flores:










