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El término flâneur (/n/ flɑnœʀ) procede del francés, y significa 'paseante', 'callejero'. La palabra flânerie ('callejeo', 'vagabundeo') se refiere a la actividad propia del flâneur: vagar por las calles, callejear sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salen al paso.
El flâneur era, ante todo, un tipo literario en la Francia del s. XIX, inseparable de cualquier estampa de las calles de París.




En la década de 1860, en plena reconstrucción de París por el Barón Haussmann bajo el reinado de Napoleón III, Charles Baudelaire presentaba un retrato memorable del flâneur como el artista-poeta de la moderna metrópolis:
"La multitud es su elemento, como el aire para los pájaros y el agua para los peces. Su pasión y su profesión le llevan a hacerse una sola carne con la multitud. Para el perfecto flâneur, para el observador apasionado, es una alegría inmensa establecer su morada en el corazón de la multitud, entre el flujo y reflujo del movimiento, en medio de lo fugitivo y lo infinito. Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin embargo pasar desapercibido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a definir torpemente. El espectador es un príncipe que vaya donde vaya se regocija en su anonimato. El amante de la vida hace del mundo entero su familia, del mismo modo que el amante del bello sexo aumenta su familia con todas las bellezas que alguna vez conoció, accesibles e inaccesibles, o como el amante de imágenes vive en una sociedad mágica de sueños pintados sobre un lienzo. Así, el amante de la vida universal penetra en la multitud como un inmenso cúmulo de energía eléctrica. O podríamos verle como un espejo tan grande como la propia multitud, un caleidoscopio dotado de conciencia, que en cada uno de sus movimientos reproduce la multiplicidad de la vida, la gracia intermitente de todos los fragmentos de la vida."





Para entender a este personaje y a esta epoca hay que tener en cuenta algunos elementos:



1) La famosa Generación del '40:
La gran generación de artistas como Baudelaire, época del esplendor de los folletines (Genero de entregas literarias masivas, de temas amorosos, sorprendentes o terroríficos), y de las fisiologías (arte o poesía dedicado al retrato y caracterización de ciudades, personajes, animales, etc).







2) Cambios en la ciudad:
Este mundo del flaneur fue posible gracias a los cambios que atravesaron las ciudades, se crean bulevares veredas y pasajes, ademas de los medios públicos de transporte (tranvías, trenes) espacios que facilitan el encuentro entre desconocidos.









3) Surge el detectivismo:
Con el tiempo se le sumaría a la curiosidad y observación de individuos extraños de la ciudad la preocupación por las masas en las grandes ciudades: uno en la masa pasa desapercibido, sus huellas se borran entre los pasos de los demás, nace el detectivismo.
La entrada oficial de estas historias de detectives se da al traducirse en Francia las obras de Edgar Allan Poe (dejando una gran marca en futuras generaciones).












Finalmente esta época de esplendor del vagabundeo llegaría a su fin ,ya para inicios del siglo XX volvería a cambiar inmensamente la ciudad. Entre algunas de las razones de este cambio es que ante todo ya no se trataba de personas chocando con personas dentro de la masa, sino de masas chocando contra masas. En tiempos de Baudelaire uno podía permitirse vagabundear y a la vez conservar el misterio de la vida privada, pero décadas después esto ya no seria posibles: se verían perfeccionados todos los sistemas burocráticos y de control civil (números de domicilio, documentaciones, policía sofisticada, registros civiles, etc.).
Este declive se explica ademas en la sofisticación del sistema en el que los individuos se identifican con sus mercancías: el ultimo bastión no serán las veredas y pasajes sino los basares y las tiendas.
Este cambio de la ciudad y en el espíritu de sus habitantes se hace oir en la resistencia de muchos artistas al remplazo de su amada luz de gas por la fría luz eléctrica.


Antes el paseante podía aspirar a encontrarse a si mismo en la multitud, pero mas adelante seria imposible.







Bueno simplemente una pequeña reflexión del texto de Benjamin. Espero que haya sido de su agrado, GRACIAS POR PASAR!!