

William Eggleston capta la realidad como al pasar; ver sus fotos se asemeja a mirar a fotos de un niño, pero ésta es sólo la primera impresión. Cuando vemos bastantes fotos comenzamos a darnos cuenta que es un artista real, puro, que arroja fuera de borda todas las directivas de composición y de uso cromático y captura la vida; la vida sin presencia tangente de seres vivientes, se concentra en los objetos, la ropa, las construcciones, los adornos y en el entorno de los humanos.
Así es que podemos calificar sus fotografías de banales o de extraordinarias; más allá de un impresionismo, más acá de lo puro, sustancial y piezas de la realidad.














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