El 6 de julio de 371 a.C un batallón formado por 150 parejas de amantes tebanos se enfrentarían al ejercito mas poderoso de la antigüedad y cambiarían la historia en los campos de batalla.
La antigua Esparta era conocida por su poder militar, los hoplitas espartanos eran lo mejor de la Hélade, eran entrenados desde su niñez en el combate para convertirlos en una fuerza de ataque superior y excepcionalmente disciplinada, se les enseñaba a jamas rendirse y nunca retirarse del campo de batalla, morir por Esparta era un honor. Eran los mejor preparados, temidos, incasables en batalla y no mostraban piedad. ¿Quien podría enfrentarse a semejante fuerza?
A comienzos del siglo IV a. C., las ciudades de Tebas y Esparta estaban enfrentadas políticamente con choques bélicos esporádicos provocados por el hecho de que Esparta intentaba mantener su posición como ciudad-estado griega predominante, mientras que los tebanos luchaban por expandir su propia influencia.
El batallón sagrado de Tebas
Epaminondas, rey Tebano, tras un golpe de estado emprendió la conquista de la Hélade para unificarla de nuevo como una nueva Grecia. Epaminondas fue criticado por sus coetáneos porque no se le conocía mujer y menos descendencia. Lo cierto es que Epaminondas era homosexual y que había tenido varios amantes varones.
Quizá fuera su experiencia en campos de amor y de batalla la que le hizo combinarlos para llevar a la gloria al ejército de Tebas. Así que creó un destacamento de hombres que mantenían una estrecha relación entre sí. En un principio dicha unidad estaría repartida entre el resto reforzándolas, pero al final acabó siendo un único cuerpo de élite bautizado como “El Batallón Sagrado de Tebas”. Ciento cincuenta parejas homosexuales conjugando amor y gloria bajo las órdenes del comandante Górgidas, quien había sido compañero de Epaminondas.
Así pues será el comandante tebano Górgidas quien basándose en estas ideas pasó de la teoría a la práctica creando el Batallón Sagrado de Tebas en el 378 o el 377 a.C. que estaba listo en todo caso para entrar en acción en la primavera del 376 a.C.
El verlo descrito como “compañero” incita a reflexionar si entre ellos hubo algo más, ya que este era uno de los términos para definir a los amantes. Igual que los griegos, ellos también “institucionalizaron” la pareja homosexual. En vez de “erómenos” y “erastés”, ellos se denominaban “heniochoi” (conductor) y “paraibatai” (compañero). El conductor era el de mayor edad y guiaba a su compañero más joven en la batalla.
Esta unidad estuvo formada por 300 hoplitas escogidos, todos varones, que combatían por parejas, de esta forma lo hacían hasta la muerte para proteger a su amado o si éste moría, luchaban para vengarle, lo que hacía que estas tropas escogidas fuesen tremendamente eficaces.
El sistema de agrupamiento por parejas se mostró tremendamente efectivo. Hasta el punto de que la propia legislación tebana legitimaba, protegía y potenciaba este tipo de vínculos homosexuales, muy extendidos en la propia ciudad.
Su principal misión en tiempo de paz era proteger la ciudadela de Cadmea, mientras que en años de guerra, servían como feroces avanzadillas del propio ejército. Después de algunas victorias fue cuando dicha unidad se constituyó como único batallón, funcionando como guardia personal de Pelópidas. Y así llegaría el momento en que el Batallón sagrado pasaría a la historia.
Batalla de Leuctra
La disputa estalló cuando una coalición de ciudades-estado de Beocia apeló a Esparta para que les liberase del control político de Tebas. Los espartanos exigieron que los tebanos retirasen a su ejército de ocupación, pero éstos se negaron, por lo que el rey espartano Cleómbroto I marchó a la guerra desde Focea.
6 de julio de 371 a.C, esta batalla enfrento a 10.000 peloponesios (espartanos y aliados) contra 6000 a 7000 Beocios, Epaminondas, a pesar de desventaja numérica, decidió enfrentar a los espartanos a campo abierto.
Cleómbroto I en un intento de superar a la falange tebana por los flancos se encontraron a su vez atacados por el flanco por Pelópidas y el Batallón Sagrado de Tebas. No tuvo otra elección que enfrentar los trescientos corazones tebanos contra las casi mil ochocientas lanzas espartanas, si no quería volver y enfrentarse al grueso del ejercito.
Fue en esta contienda donde las palabras de Plutarco acerca del ánima de los amantes en el campo de batalla cobraron sentido.
En este encuentro en el que los espartanos fueron literalmente barridos. El ala izquierda espartana fue derrotada con bajas de unos 1.000 hombres, de los cuales 400 eran espartiatas (tropas de élite de ciudadanos espartanos), y entre los que se encontraba el rey Cleómbroto.
El éxito llevado a cabo fue gracias a la innovación táctica que consistía en disponer a la falange en línea oblicua, y apoyada por la caballería. Leuctra había supuesto la primera derrota de Esparta en campo abierto. Hasta entonces consideradas la mejor formación militar del mundo conocido.
La batalla alteró para siempre el balance de poder existente en Grecia: desapareció el poder hegemónico de Esparta y fue sustituido sólo de forma temporal por Tebas, que se vio muy debilitada tras la pérdida de sus principales líderes. Los historiadores coinciden en afirmar que éste fue uno de los ingredientes que permitieron la posterior toma de control por parte de Macedonia.
Gloria
El final del Batallón de Tebas fue tan trágico como épico. Fue con la llegada de Filippo II y de su hijo Alejandro cuando hubieron de medirse a un enemigo no sólo mayor, sino más hábil.
En la batalla de Queronea en el 338 a.C., los 300 compañeros encontraron su fin en dicha contienda. Toda la infantería griega cedió ante el empuje del ejército macedonio a excepción de amantes tebanos que rodeados por las tropas de Filipo II y Alejandro decidieron resistir hasta el final encontrando allí su muerte.
Fue el propio Filipo cuando al ver sus cadáveres amontonados y tras entender de quiénes se trataban, quien exclamó: “Perezca el hombre que sospeche que estos hombres o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente”. Reconociendo así el mérito de los guerreros. Y no era para menos puesto que su propio hijo Alejandro Magno compartiría en su gobierno las pasiones de los trescientos de Tebas, equilibrando sus conquistas en la balanza del amor y de la guerra.
León de Queronea: monumento a los caídos del Batallón Sagrado
Filipo permitió que se les diera sepultura a los cuerpos sin vida de los integrantes del Batallón, en el lugar donde dicha formación militar se colocó para la lucha y donde cayeron vencidos. También les fue permitido a los tebanos levantar un monumento en honor al Batallón sagrado, cerca del lugar donde fueron enterrados sus soldados. Este fue encontrado durante una excavación en 1924, se halló también una tumba comunal con 254 cuerpos colocados en siete filas. Lucharon juntos, murieron juntos y descansaron juntos.

La antigua Esparta era conocida por su poder militar, los hoplitas espartanos eran lo mejor de la Hélade, eran entrenados desde su niñez en el combate para convertirlos en una fuerza de ataque superior y excepcionalmente disciplinada, se les enseñaba a jamas rendirse y nunca retirarse del campo de batalla, morir por Esparta era un honor. Eran los mejor preparados, temidos, incasables en batalla y no mostraban piedad. ¿Quien podría enfrentarse a semejante fuerza?

A comienzos del siglo IV a. C., las ciudades de Tebas y Esparta estaban enfrentadas políticamente con choques bélicos esporádicos provocados por el hecho de que Esparta intentaba mantener su posición como ciudad-estado griega predominante, mientras que los tebanos luchaban por expandir su propia influencia.
El batallón sagrado de Tebas

Epaminondas, rey Tebano, tras un golpe de estado emprendió la conquista de la Hélade para unificarla de nuevo como una nueva Grecia. Epaminondas fue criticado por sus coetáneos porque no se le conocía mujer y menos descendencia. Lo cierto es que Epaminondas era homosexual y que había tenido varios amantes varones.
Quizá fuera su experiencia en campos de amor y de batalla la que le hizo combinarlos para llevar a la gloria al ejército de Tebas. Así que creó un destacamento de hombres que mantenían una estrecha relación entre sí. En un principio dicha unidad estaría repartida entre el resto reforzándolas, pero al final acabó siendo un único cuerpo de élite bautizado como “El Batallón Sagrado de Tebas”. Ciento cincuenta parejas homosexuales conjugando amor y gloria bajo las órdenes del comandante Górgidas, quien había sido compañero de Epaminondas.
“Para hombres de la misma tribu o familia hay poco valor de uno por otro cuando el peligro presiona; pero un batallón cimentado por la amistad basada en el amor nunca se romperá y es invencible; ya que los amantes, avergonzados de no ser dignos ante la vista de sus amados y los amados ante la vista de sus amantes, deseosos se arrojan al peligro para el alivio de unos y otros.”
- Plutarco -
- Plutarco -
Así pues será el comandante tebano Górgidas quien basándose en estas ideas pasó de la teoría a la práctica creando el Batallón Sagrado de Tebas en el 378 o el 377 a.C. que estaba listo en todo caso para entrar en acción en la primavera del 376 a.C.
El verlo descrito como “compañero” incita a reflexionar si entre ellos hubo algo más, ya que este era uno de los términos para definir a los amantes. Igual que los griegos, ellos también “institucionalizaron” la pareja homosexual. En vez de “erómenos” y “erastés”, ellos se denominaban “heniochoi” (conductor) y “paraibatai” (compañero). El conductor era el de mayor edad y guiaba a su compañero más joven en la batalla.

Esta unidad estuvo formada por 300 hoplitas escogidos, todos varones, que combatían por parejas, de esta forma lo hacían hasta la muerte para proteger a su amado o si éste moría, luchaban para vengarle, lo que hacía que estas tropas escogidas fuesen tremendamente eficaces.
El sistema de agrupamiento por parejas se mostró tremendamente efectivo. Hasta el punto de que la propia legislación tebana legitimaba, protegía y potenciaba este tipo de vínculos homosexuales, muy extendidos en la propia ciudad.
Su principal misión en tiempo de paz era proteger la ciudadela de Cadmea, mientras que en años de guerra, servían como feroces avanzadillas del propio ejército. Después de algunas victorias fue cuando dicha unidad se constituyó como único batallón, funcionando como guardia personal de Pelópidas. Y así llegaría el momento en que el Batallón sagrado pasaría a la historia.
Batalla de Leuctra

La disputa estalló cuando una coalición de ciudades-estado de Beocia apeló a Esparta para que les liberase del control político de Tebas. Los espartanos exigieron que los tebanos retirasen a su ejército de ocupación, pero éstos se negaron, por lo que el rey espartano Cleómbroto I marchó a la guerra desde Focea.
6 de julio de 371 a.C, esta batalla enfrento a 10.000 peloponesios (espartanos y aliados) contra 6000 a 7000 Beocios, Epaminondas, a pesar de desventaja numérica, decidió enfrentar a los espartanos a campo abierto.
Cleómbroto I en un intento de superar a la falange tebana por los flancos se encontraron a su vez atacados por el flanco por Pelópidas y el Batallón Sagrado de Tebas. No tuvo otra elección que enfrentar los trescientos corazones tebanos contra las casi mil ochocientas lanzas espartanas, si no quería volver y enfrentarse al grueso del ejercito.
Fue en esta contienda donde las palabras de Plutarco acerca del ánima de los amantes en el campo de batalla cobraron sentido.
En este encuentro en el que los espartanos fueron literalmente barridos. El ala izquierda espartana fue derrotada con bajas de unos 1.000 hombres, de los cuales 400 eran espartiatas (tropas de élite de ciudadanos espartanos), y entre los que se encontraba el rey Cleómbroto.
El éxito llevado a cabo fue gracias a la innovación táctica que consistía en disponer a la falange en línea oblicua, y apoyada por la caballería. Leuctra había supuesto la primera derrota de Esparta en campo abierto. Hasta entonces consideradas la mejor formación militar del mundo conocido.
La batalla alteró para siempre el balance de poder existente en Grecia: desapareció el poder hegemónico de Esparta y fue sustituido sólo de forma temporal por Tebas, que se vio muy debilitada tras la pérdida de sus principales líderes. Los historiadores coinciden en afirmar que éste fue uno de los ingredientes que permitieron la posterior toma de control por parte de Macedonia.
Gloria

El final del Batallón de Tebas fue tan trágico como épico. Fue con la llegada de Filippo II y de su hijo Alejandro cuando hubieron de medirse a un enemigo no sólo mayor, sino más hábil.
En la batalla de Queronea en el 338 a.C., los 300 compañeros encontraron su fin en dicha contienda. Toda la infantería griega cedió ante el empuje del ejército macedonio a excepción de amantes tebanos que rodeados por las tropas de Filipo II y Alejandro decidieron resistir hasta el final encontrando allí su muerte.
Fue el propio Filipo cuando al ver sus cadáveres amontonados y tras entender de quiénes se trataban, quien exclamó: “Perezca el hombre que sospeche que estos hombres o sufrieron o hicieron algo inapropiadamente”. Reconociendo así el mérito de los guerreros. Y no era para menos puesto que su propio hijo Alejandro Magno compartiría en su gobierno las pasiones de los trescientos de Tebas, equilibrando sus conquistas en la balanza del amor y de la guerra.

León de Queronea: monumento a los caídos del Batallón Sagrado
Filipo permitió que se les diera sepultura a los cuerpos sin vida de los integrantes del Batallón, en el lugar donde dicha formación militar se colocó para la lucha y donde cayeron vencidos. También les fue permitido a los tebanos levantar un monumento en honor al Batallón sagrado, cerca del lugar donde fueron enterrados sus soldados. Este fue encontrado durante una excavación en 1924, se halló también una tumba comunal con 254 cuerpos colocados en siete filas. Lucharon juntos, murieron juntos y descansaron juntos.