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Es fácil contar los divorcios alrededor del mundo por millones; algunos ocurren porque una de las personas cambia significativamente; otros, porque puede surgir el engaño. Pero en realidad, la mayoría de las rupturas suceden porque, sencillamente, no te casaste con la persona adecuada.

En muchos casos, el matrimonio se da sin que los implicados tomen en consideración todos los factores que serán puestos a prueba, empezando por la convivencia; Quizá no se hicieron las preguntas correctas (o no se preocuparon en buscarles respuesta).



Para empezar, cualquier persona que esté considerando casarse debe estar listo para una evaluación en tres partes; de sí mismo, de su pareja y de ambos; Y a pesar de que no se puede experimentar “en frío“ la experiencia del matrimonio (Y no, vivir juntos no cuenta), el autoanálisis es indispensable para sincerarse antes de dar un paso tan importante.

¿Quieres saber cuáles son las preguntas que deberías hacerte antes de lanzarte al agua? aquí hay 6 que te serán de mucha ayuda:





1. ¿Tenemos objetivos de vida similares?


Un buen sinónimo de matrimonio es entrelazamiento; todos los aspectos de la vida de ambos se solapan y se unen en un vínculo que debería ser sincrónico. Las metas que se tracen ambos sobre esta unión deberían ser análogas. ¿Él quiere una vida tranquila dando clases de surf mientras ella quiere trabajar viajando 40 veces al año? situación difícil. ¿Ella quiere tener cinco hijos y él sólo sueña en la empresa que está próximo a fundar? requerirá mucha paciencia… quizá demasiada. No puede hablarse demasiado de estos puntos, hasta llegar a un consenso.



2. ¿Complementamos las necesidades del otro?

todos tenemos necesidades emocionales, intelectuales, físicas y sociales, y lo lógico es que una relación nos ayude a satisfacer la mayoría. Tenemos que ser cuidadosos, porque las asperezas y los puntos discordantes pueden disfrazarse bajo esa droga llamada enamoramiento; es posible que no veamos (o no queramos ver) lo que no nos convence de la otra persona, o peor aún: que cambiará con el tiempo. Es obvio que casarse involucra ceder un poco de tu terreno, pero no olvides que la persona más importante en tu vida siempre serás tú mismo.



3. ¿Realmente nos conocemos?


En esta época de la humanidad es endemoniadamente fácil mentir a través de la imagen que proyectamos a través de internet. No es poco común que alguien se construya una personalidad ideal en Facebook, o inclusive se presente como un alter ego totalmente distinto de sí mismo con el objeto de agradar o impresionar a la mayor cantidad de personas. ¿Y cuántas parejas se han conocido así? Si a veces es muy difícil conocer el verdadero yo de alguien tratándolo en persona, imagínense si desde un comienzo hemos estado expuestos a una versión falsa.



4. ¿Sabemos cómo lidiar con los lados negativos de cada quien?

ningún ejemplo sería más sencillo que la gestión del dinero. ¿Tienen hábitos de gasto similares? ¿Uno es ahorrador mientras que el otro prefiere aprovechar el momento y gastarse toda la quincena? dos personas pueden vivir juntas durante años y no advertir estos problemas hasta el momento en que se casan (y comienzan a compartir de verdad).



5. ¿Nos admiramos y respetamos mutuamente?

Enamorarse de alguien sin ninguna razón en particular será suficiente para unos cuantos meses, pero no resistirá la prueba de los años. ¿Realmente se admiran entre sí y pueden escribir una lista sustanciosa de características de cada uno que lo demuestre? el matrimonio es un compromiso a muy largo plazo, así que no puede basarse sólo en que “la otra persona te gusta“. El respeto y la admiración son indispensables.



6. ¿Imagino a mi pareja como el padre o la madre de mis hijos?

El problema de esta pregunta tan importante es que muchas parejas jóvenes no piensan en este apartado y creen que cuando surja el tema “Ya verán cómo lo resuelven“. Otras no piensan tener hijos (y con frecuencia cambian de opinión con el tiempo). Lo importante es contestar ésta (y todas las demás preguntas) con honestidad.