“Lo bueno, si breve, dos veces bueno” dijo alguien sabiamente, aunque en el mundo de la televisión no muchos hagan caso a tan certera premisa y la regla sea más bien la contraria.
Naturalmente para las cadenas y productores es muy difícil desprenderse de algo que ha sido exitoso, pero muchas veces este afán por seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro termina por arruinar todo lo que alguna vez fue bueno.
True Blood
¿Cuándo comenzó a ser True Blood una simple excusa para poner en pantalla vampiros sexies, sangre, sexo y violencia, sin una historia que justifique todo eso?
Desde su inicio, la serie creada por Alan Ball incluyó historias bastante extrañas y que por momentos parecían demasiado exageradas, pero eso era parte de su encanto. Al ir agotando las posibilidades y las nuevas ideas, el universo de True Blood, sus historias y personajes, se convirtieron en una especie de chiste, sólo que no muy gracioso.
Los Simpson
Los Simpson es la serie de ficción más extensa de la televisión y un fenómeno de magnitud mundial innegable. Lamentablemente, con 25 temporadas al aire, hay que decir que son más las temporadas malas de Los Simpson que las verdaderamente buenas.
Los Simpson fueron un destello de genialidad constante tal vez hasta su décima temporada, momento en el cual comenzó, lentamente, a apagarse. Durante algunos años siguió siendo una serie muy buena y ocasionalmente excelente, pero con el paso del tiempo esos momentos fueron cada vez más espaciados hasta que finalmente se agotaron por completo.
Supernatural
Con dos atractivos hermanos como protagonistas, que se encargaban de atrapar demonios, espíritus malignos y toda clase de monstruos, la serie mezcló de manera certera las intrigas sobrenaturales y otras más humanas, y se convirtió en una de las más populares de la televisión en muy poco tiempo.
Los misterios, como suele suceder, necesitaron hacerse cada vez más nuevos e intentar mantener a la audiencia enganchada, por lo que pasaron a ser directamente ridículos y muy poco interesantes, al tiempo que las historias se volvieron cada vez más repetitivas.
Criminal Minds
En esta lista podrían ingresar cualquiera de las series procedimentales que pueblan la televisión abierta de los Estados Unidos, ya que todas ellas se caracterizan por implementar una original premisa que durante unos cuantos episodios (algunas temporadas tal vez) se aprovecha y se explota de manera atractiva, hasta que inevitablemente comienzan a repetirse.
Criminal Minds sobresale porque, a diferencia de otras series similares, se centró en los criminales y no en el crimen, pero esto no llegó a ser suficiente para que con el paso de los episodios la serie se convierta en víctima de su propio formato.
Two and a Half Men
Two and a Half Men tiene un punto de inflexión notorio, un momento en el que incluso el más fanático de la serie pensó que tal vez ya no era buena idea que siguiera al aire: cuando se anunció que Charlie Sheen dejaría la serie y que Ashton Kutcher ingresaría en su lugar. Y en efecto fue una mala idea.
Si bien Kutcher logró destacarse como actor de comedia en una serie muy buena (That ‘70s Show), en este caso, por las características de esta sitcom y el gran peso que ocupaba Charlie Sheen, sin dudas fue un hueco que no pudo llenar.
How I Met Your Mother
La serie que comenzó con una premisa y una estructura muy originales, y que se fue desarrollando con el fantástico (y poco confiable) relato del futuro de Ted, mientras íbamos conociendo a los entrañables personajes que lo acompañan en los años previos a conocer a la madre de sus hijos, fue agotándose cada vez más y el momento anunciado en la premisa demoró mucho más de lo debido.
Probablemente, el momento en que Barney (Neil Patrick Harris) y Robin (Cobie Smulders) terminan juntos, es el punto clave que demuestra que la serie ya no era la misma.
Naturalmente para las cadenas y productores es muy difícil desprenderse de algo que ha sido exitoso, pero muchas veces este afán por seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro termina por arruinar todo lo que alguna vez fue bueno.

True Blood
¿Cuándo comenzó a ser True Blood una simple excusa para poner en pantalla vampiros sexies, sangre, sexo y violencia, sin una historia que justifique todo eso?
Desde su inicio, la serie creada por Alan Ball incluyó historias bastante extrañas y que por momentos parecían demasiado exageradas, pero eso era parte de su encanto. Al ir agotando las posibilidades y las nuevas ideas, el universo de True Blood, sus historias y personajes, se convirtieron en una especie de chiste, sólo que no muy gracioso.

Los Simpson
Los Simpson es la serie de ficción más extensa de la televisión y un fenómeno de magnitud mundial innegable. Lamentablemente, con 25 temporadas al aire, hay que decir que son más las temporadas malas de Los Simpson que las verdaderamente buenas.
Los Simpson fueron un destello de genialidad constante tal vez hasta su décima temporada, momento en el cual comenzó, lentamente, a apagarse. Durante algunos años siguió siendo una serie muy buena y ocasionalmente excelente, pero con el paso del tiempo esos momentos fueron cada vez más espaciados hasta que finalmente se agotaron por completo.

Supernatural
Con dos atractivos hermanos como protagonistas, que se encargaban de atrapar demonios, espíritus malignos y toda clase de monstruos, la serie mezcló de manera certera las intrigas sobrenaturales y otras más humanas, y se convirtió en una de las más populares de la televisión en muy poco tiempo.
Los misterios, como suele suceder, necesitaron hacerse cada vez más nuevos e intentar mantener a la audiencia enganchada, por lo que pasaron a ser directamente ridículos y muy poco interesantes, al tiempo que las historias se volvieron cada vez más repetitivas.

Criminal Minds
En esta lista podrían ingresar cualquiera de las series procedimentales que pueblan la televisión abierta de los Estados Unidos, ya que todas ellas se caracterizan por implementar una original premisa que durante unos cuantos episodios (algunas temporadas tal vez) se aprovecha y se explota de manera atractiva, hasta que inevitablemente comienzan a repetirse.
Criminal Minds sobresale porque, a diferencia de otras series similares, se centró en los criminales y no en el crimen, pero esto no llegó a ser suficiente para que con el paso de los episodios la serie se convierta en víctima de su propio formato.

Two and a Half Men
Two and a Half Men tiene un punto de inflexión notorio, un momento en el que incluso el más fanático de la serie pensó que tal vez ya no era buena idea que siguiera al aire: cuando se anunció que Charlie Sheen dejaría la serie y que Ashton Kutcher ingresaría en su lugar. Y en efecto fue una mala idea.
Si bien Kutcher logró destacarse como actor de comedia en una serie muy buena (That ‘70s Show), en este caso, por las características de esta sitcom y el gran peso que ocupaba Charlie Sheen, sin dudas fue un hueco que no pudo llenar.

How I Met Your Mother
La serie que comenzó con una premisa y una estructura muy originales, y que se fue desarrollando con el fantástico (y poco confiable) relato del futuro de Ted, mientras íbamos conociendo a los entrañables personajes que lo acompañan en los años previos a conocer a la madre de sus hijos, fue agotándose cada vez más y el momento anunciado en la premisa demoró mucho más de lo debido.
Probablemente, el momento en que Barney (Neil Patrick Harris) y Robin (Cobie Smulders) terminan juntos, es el punto clave que demuestra que la serie ya no era la misma.