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les sigue comprando petroleo robado

El gran viraje saudita


Extracto

Fuente: http://www.voltairenet.org/article185129.html



Durante los últimos 35 años, Arabia Saudita ha venido apoyando todos los movimientos yihadistas, incluyendo los más extremistas. Pero ahora Riad parece cambiar súbitamente de política. Al ver amenazada su propia existencia por la posibilidad de un ataque del Emirato Islámico (ex EIIL), Arabia Saudita ha dado la señal para la destrucción de esa organización. Pero, a pesar de las apariencias, el Emirato Islámico sigue disponiendo del respaldo de Turquía e Israel, países que comercializan el petróleo robado por ese grupo yihadista.

Durante 35 años Arabia Saudita financió y armó todas las corrientes políticas musulmanas, a condición
1) de que fueran sunnitas,
2) de que afirmaran que el modelo económico de Estados Unidos es compatible con el islam y
3) de que garantizaran que mantendrían cualquier contrato que su país hubiese firmado con Israel.

Durante 35 años, la inmensa mayoría de los sunnitas prefirió ignorar la complicidad entre los yihadistas y el imperialismo; se declaró solidaria con todo lo que estos hicieron y todo lo que les atribuyeron. Y también legitimó el wahabismo como una forma auténtica del islam, a pesar de las destrucciones de lugares sagrados en Arabia Saudita.

Sorprendida ante el inicio de la llamada «primavera árabe», a cuya preparación no había sido invitada, Arabia Saudita se inquietó al ver el papel que Washington confiaba a Qatar y a la Hermandad Musulmana. Así que Riad no tardó en entrar en competencia con Doha para servir de padrino a los yihadistas en Libia y, sobre todo, en Siria.

Posteriormente, el rey Abdallah acudió en ayuda de la economía egipcia cuando el general Abdel Fattah al-Sissi, ya convertido en presidente de Egipto, puso en manos de Riad y de los Emiratos Árabes Unidos los expedientes policiales de todos los miembros de la Hermandad Musulmana. Además, ya en el marco de la lucha contra la cofradía, en febrero de 2014, el general al-Sissi descubrió y reveló a los interesados el plan detallado de la Hermandad Musulmana para derrocar los gobiernos en Riad y Abu Dabi. En unos días, los conspiradores fueron arrestados y confesaron mientras que Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos amenazaban al padrino de la Hermandad Musulmana –Qatar– con destruirlo si no renunciaba de inmediato a seguir apoyando la cofradía.

Riad no tardó en descubrir que la gangrena también abarcaba el Emirato Islámico y que este último se disponía a atacar Arabia Saudita después de apoderarse de un tercio del territorio iraquí.

Los Emiratos Árabes Unidos y Egipto pulverizaron el candado ideológico pacientemente construido a lo largo de 35 años. El 11 de agosto, el gran imam de la universidad Al-Alzhar, Ahmad al-Tayyeb, condenaba severamente el Emirato Islámico y al-Qaeda. Lo mismo hizo, al día siguiente, el gran muftí de Egipto, Shawki Allam.

El 18 y el 22 de agosto, Abu Dabi bombardeó, con ayuda del Cairo, las posiciones de grupos terroristas en Trípoli, la capital libia. Dos Estados sunnitas se aliaban por primera vez en un ataque contra extremistas sunnitas en territorio de un tercer Estado sunnita. El blanco de los ataques fue una alianza en la que figuraba Abdelhakim Belhaj, el ex número 3 de al-Qaeda, nombrado gobernador militar de Trípoli por la OTAN después del derrocamiento de Kadhafi. Hasta ahora parece que esas acciones fueron emprendidas sin que Washington fuese informado previamente.

El 19 de agosto, el gran muftí de Arabia Saudita, jeque Abdul-Aziz Al al-Sheikh, se decidía –por fin– a calificar a los yihadistas del Emirato Islámico y de al-Qaeda de «enemigos número 1 del islam»

Las consecuencias del viraje saudita

El viraje de Arabia Saudita ha sido tan repentino que los actores regionales no han tenido tiempo de adaptarse a él y ahora se ven en posiciones contradictorias en diferentes aspectos. En general, los aliados de Washington condenan las acciones del Emirato Islámico en Irak, pero no en Siria.

Más sorprendente aún. Aunque el Consejo de Seguridad de la ONU condenó el Emirato Islámico en su declaración presidencial del 28 de julio y en su resolución 2170 del 15 de agosto, es evidente que la organización yihadista sigue recibiendo apoyo de varios Estados: en franca violación de los principios que esos textos invocan y establecen, el petróleo iraquí robado por el Emirato Islámico transita a través de Turquía, allí –más exactamente en el puerto de Ceyhan– se carga en barcos cisterna que hacen escala en Israel, de donde parten nuevamente hacia Europa. Por el momento no se mencionan los nombres de las empresas involucradas, pero es evidente la responsabilidad de Turquía e Israel.

Por su parte, Qatar, país que alberga numerosas personalidades de la Hermandad Musulmana, sigue afirmando que ya no tiene nada que ver con el Emirato Islámico.