Temeroso de que lo envenenaran y vegetariano, son algunos de los 'secretos' que divulgó la única sobreviviente de las 15 catadoras de alimentos que Adolfo Hitler tenía en la llamada Guarida del Lobo, ubicada donde hoy es Polonia.
Margot Wölk, a sus 96 años, decidió contar su historia como catadora de los alimentos de Adolfo Hitler, trabajo que compartía con otras 14 jóvenes en el cuartel que Hitler en la entonces Prusia oriental, en la alcaldía de Partsch (hoy Parcz, Polonia), conocida como Guarida del Lobo.

"La comida siempre era vegetariana", explicó Wölk a la cadena de televisión alemana RBB reproducidas por RT. "Había constantes rumores de que los británicos querían envenenar a Hitler. Nunca comimos carne. Nos daban arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor", precisó.
Pero cada comida podía ser la última... En su relato, Wölk contó que algunas de sus compañeras tenían tanto miedo que se ponían a llorar de temor al empezar a comer y, de alegría, al sobrevivir a la cata de los alimentos. Un suplicio que se extendió entre 1941 y 1944.
"Teníamos que terminar la comida. Después, nos tocaba esperar una hora, y siempre teníamos miedo de ponernos enfermas. Llorábamos por la alegría de haber sobrevivido", recordó Wölk, quien además aseguró que no era nazi.
"Las medidas de seguridad eran tan estrictas que nunca vi a Hitler en persona, solo a su pastor alemán, Blondi", relató la mujer.
A finales de 1944, cuando el Ejército Rojo avanzaba por la región hacia Berlín, un oficial de las SS la ayudó a escapar, y así se convirtió en la única catadora de comida que sobrevivió: todas sus compañeras fueron ejecutadas en enero de 1945.

"Estaba tan desesperada. Ya no quería vivir", susurra la anciana, quien recuperó la esperanza y las ganas de vivir cuando en 1946 se reencontró con su marido Karl, con quien compartió a partir de entonces 34 bonitos años.
Wölk sonríe cuando su marido dice: no es una mujer amargada, al contrario, se ha puesto guapa y se ha maquillado para la entrevista.
Durante años no quiso hablar sobre lo ocurrido en Gross-Partsch, aunque nunca dejó de tener pesadillas.
Sólo el pasado invierno, cuando recibió la visita de un periodista local con motivo de su 95 cumpleaños, decidió romper su silencio y hablar públicamente sobre los peores años de su vida.
"Únicamente quería decir lo que ocurrió, que Hitler era un tipo asqueroso. Y un cerdo", concluye.


Margot Wölk, a sus 96 años, decidió contar su historia como catadora de los alimentos de Adolfo Hitler, trabajo que compartía con otras 14 jóvenes en el cuartel que Hitler en la entonces Prusia oriental, en la alcaldía de Partsch (hoy Parcz, Polonia), conocida como Guarida del Lobo.

Cuando recibió la visita de un periodista local con motivo de su 95 cumpleaños, decidió romper su silencio y contar su historia. Margot Wölk
"La comida siempre era vegetariana", explicó Wölk a la cadena de televisión alemana RBB reproducidas por RT. "Había constantes rumores de que los británicos querían envenenar a Hitler. Nunca comimos carne. Nos daban arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor", precisó.
Pero cada comida podía ser la última... En su relato, Wölk contó que algunas de sus compañeras tenían tanto miedo que se ponían a llorar de temor al empezar a comer y, de alegría, al sobrevivir a la cata de los alimentos. Un suplicio que se extendió entre 1941 y 1944.
"Teníamos que terminar la comida. Después, nos tocaba esperar una hora, y siempre teníamos miedo de ponernos enfermas. Llorábamos por la alegría de haber sobrevivido", recordó Wölk, quien además aseguró que no era nazi.
"Las medidas de seguridad eran tan estrictas que nunca vi a Hitler en persona, solo a su pastor alemán, Blondi", relató la mujer.
A finales de 1944, cuando el Ejército Rojo avanzaba por la región hacia Berlín, un oficial de las SS la ayudó a escapar, y así se convirtió en la única catadora de comida que sobrevivió: todas sus compañeras fueron ejecutadas en enero de 1945.

Un bocado de la muerte, esta alemana tuvo un trabajo singular, era la encargada de probar la comida de Adolf Hitler, para evitar el envenamiento del lider nazi.
"Estaba tan desesperada. Ya no quería vivir", susurra la anciana, quien recuperó la esperanza y las ganas de vivir cuando en 1946 se reencontró con su marido Karl, con quien compartió a partir de entonces 34 bonitos años.
Wölk sonríe cuando su marido dice: no es una mujer amargada, al contrario, se ha puesto guapa y se ha maquillado para la entrevista.
Durante años no quiso hablar sobre lo ocurrido en Gross-Partsch, aunque nunca dejó de tener pesadillas.
Sólo el pasado invierno, cuando recibió la visita de un periodista local con motivo de su 95 cumpleaños, decidió romper su silencio y hablar públicamente sobre los peores años de su vida.
"Únicamente quería decir lo que ocurrió, que Hitler era un tipo asqueroso. Y un cerdo", concluye.
