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EL DEFAULT COMO CHIVO EXPIATORIO DE LOS ERRORES DE CRISTINA

Corrigiendo al cómplice Lavagna: Sería un tsunami en medio de un tifón


Desde hace semanas, en la Casa Rosada, saben lo que reveló hace pocas horas Poliarquía: la imagen del Gobierno está creciendo desde que recrudeció la lucha contra los holdouts. El clima nacionalista y patriotero que despertó la Selección Nacional en el Mundial, sumado a la muy equivocada visita de los representantes de la American Trask Force (¿quién los habrá asesorado? ¿Axel Kicillof?), han permitido que Cristina Fernández de Kirchner encare la “Batalla contra los Holdouts” con la mira puesta en revertir la caída de imagen que tiene desde hace más de 1 año. Así, la defensa del relato épico se impone sobre la racionalidad de un país mejor, explicó Claudio Chiaruttini en su editorial dominical. De paso, ¿quién le habrá enseñado a Roberto Lavagna la diferencia entre un tsunami y un tifón? ¿Se habrá quedado el Frente Renovador sin un precandidato a senador nacional? No perdería mucho Sergio Massa...
27/07/2014|09:33

 
20/11/2003: El entonces ministro de Economia, Roberto Lavagna, junto a la entonces senadora nacional Cristina Fernandez de Kirchner durante un encuentro realizado por la Fundacion Encuentro para la Esperanza, en el predio porteño de Parque Norte. FOTO NA: DANIEL VIDES.



por CLAUDIO M. CHIARUTTINI



 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Sin Saco y Sin Corbata). Las horas corren y en medio de una inconsciencia generalizada, por culpa de una visión ultra minimalista del Gobierno argentino, nos encaminamos al 3er. default de la deuda en 25 años (1989, cuando ocurrió un 'default de facto', 2001 y ¿2014?), o el 4to. incumplimiento de deuda en 42 años (1982, en el conflicto de Malvinas + los 3 ya mencionados), argumentando que las consecuencias de tal decisión serían menores para una economía en recesión, que está expulsando mano de obra, con caída de poder adquisitivo, ausencia de inversión, gasto público descontrolado y falta de racionalidad fiscal.
 
Parece una locura encaminarse a una virtual crisis financiera por la negativa a pagar míseros US$1.600 millones, menos de 1% del Gasto Público 2014, 10 días de recaudación impositiva, menos de 0,5% de exportaciones argentinas; sólo para defender el relato de una batalla épica que no existe, de una Presidente de la Nación que tiene por delante menos de 500 días en el poder y que no tiene interés en dejar el país ordenado, al menos en términos económicos, a su reemplazante.
 
Es cierto que aún puede haber un arreglo a último momento, siempre se suele frenar al borde del precipicio, pero muchos en el Gobierno creen que la batalla contra los 'holdouts' “paga muy bien” y, por los dichos de un supuesto informe que habría preparado el equipo económico, el costo del default, al que llaman “menor”, “técnico” o “de baja intensidad”, será mínimo.
 
Desde el punto de vista técnico se puede decir que
 
> la brecha entre el dólar oficial y el blue se puede disparar,
 
> crecerá la conversión de la cartera de pesos a dólares, que el riesgo-país aumentará (lo que cortará el poco crédito externo que hoy obtienen importadores y exportadores),
 
> las ventas al exterior pueden reducirse,
 
> el financiamiento privado será más complejo de obtener, y
 
> el consumo caerá ante la voluntad de ahorro.
 
Pero 
 
> ¿Cuál es el costo humano que tendrá el nuevo default
 
> ¿Cuántos puestos de trabajo se destruirán? 
 
> ¿Cuántos no se crearán por falta de nuevas inversiones? 
 
> ¿Cuántos empleos menos significarán una caída de las exportaciones, del consumo, de productos no fabricados por falta de insumos importados? 
 
Nada indica que el famoso informe que habría convencido de la “benevolencia” del default las haya estimado.
 
Para muchos estrategas del Gobierno, el “pataleo” que harán los 'holdouts' por el no pago del fallo judicial servirá como excusa para culparlos de todos los problemas que tiene la macroeconomía, desde la inflación hasta la recesión, como se intentó hacer con la American Trask Force, que fue responsabilizada por la caída de venta de carnes al mundo. 
 
Es decir, en pocas palabras, la Casa Rosada encontró un “chivo expiatorio” para todos los problemas macroeconómicos que no ha solucionado en los últimos 5 años.
 
Es cierto que el default hacia el que no encaminamos, según todas las señales que emite el Gobierno, no tendrá el impacto de 2002, en especial, porque no vamos a tener un “corrida” contra los depósitos, tal como ocurrió hace 12 años, lo que elimina gran parte del problema sistémico. 
 
Sin embargo, en los circuitos informales, que mueven más del 50% de la economía argentina, puede haber efectos muy negativos, difíciles de pronosticar.

 
La recesión del 1er. semestre fue importante por la caída de ventas del sector automotriz, atenuada por la cosecha; pero los segundos semestres, en la Argentina, suelen ser mucho más duros. Por eso, quienes calcularon que el PBI caería est años -1,5% no temen llevar el número más allá de -2,5% si hay default y, para el 2015, no esperan una mejora substancial. Serían casi 3 años recesivos para cuando se realice la elección que buscará al reemplazo de Cristina Fernández en el poder.
 
Cristina Fernández parece que no se ha puesto a pensar que si declara el default el próximo miércoles 30/07, de nada habrá servido cerrar acuerdos con Repsol, el Club de Paris y haber “comprado” algunos fallos en contra en el CIADI, pero hay algo peor: el endeudamiento en que se incurrió para terminar los frentes abiertos a nivel externo, cerca de US$15.000 millones, sumando los 3 casos, no habrán servido de nada.
 
La Presidente de la Nación, dicen en la Casa Rosada, no quiere acordar con los 'holdouts' porque teme que se aplique la famosa Cláusula RUFO, pero no teme que se gatille la Cláusula de Aceleración, que permite a los 'holdin', en caso de problemas en el pago de capital e intereses, reclamar que se les abone el valor nominal total del bono argentino que tienen en sus manos. 
 
Parafraseando a Roberto Lavagna, no es preferir entre un “tsumani” y un “tifón” (¡Cómo se nota que el creador de Ecolatina jamás estuvo en uno de los huracanes asiáticos! ¡Cuánta ignorancia!), en realidad, nos encaminamos a un “tsumani” en medio de un “tifón”.
 
Gran parte de la jugada extrema de Cristina Fernández, que hoy diseña, comanda, ejecuta y evalúa la estrategia judicial en la puja contra los 'holdouts'; está centrada en 4 preguntas: 
 
> ¿Qué hará el juez Thomas Griesa una vez que la Argentina diga que no hay acuerdo para pagar? 
 
> ¿Irá en contra de su fallo judicial y volverá a aplicar el “stay”
 
> ¿Qué hará con el dinero que está depositado en el BONY (Bank of New York Mellon, agente pagador de la Argentina); se los dará a los holdouts o los repartirá mitad y mitad con los holdin? 
 
> ¿Desactivará la Cláusula RUFO para que se vuelva a negociar la Argentina? 
 
Se trata de temas que nunca han pasado por la Justicia de los Estados Unidos, y la Presidente de la Nación juega a “crear” nueva jurisprudencia en uno de los tribunales más importantes del mundo.
 
Además, como lo recomienda todo buen manual de marketing político, el Gobierno plantea la palea entre Cristina Fernández contra Thomas Griesa, Argentina contra “fondos buitres”, soberanía contra pago obligatorio. Una típica dicotomía nacionalista que busca exaltar el patriotismo de los ciudadanos para que derriben sus barreras de rechazo hacia el Gobierno. De allí el interés de convertir el tema en una “lucha nacional”.
 
Desde hace semanas, en la Casa Rosada, saben lo que reveló hace pocas horas Poliarquía: la imagen del Gobierno está creciendo desde que recrudeció la lucha contra los holdouts. El clima nacionalista y patriotero que despertó la Selección Nacional en el Mundial, sumado a la muy equivocada visita de los representantes de la American Trask Force, han permitido que Cristina Fernández encare la Batalla contra los Holdouts” con la mira puesta en revertir la caída de imagen que tiene desde hace más de un año.
 
En realidad, nadie quiere que la Argentina “se arrodille” ante los 'holdouts' y nadie quiere pagar lo que no es justo, como tampoco nadie quiere que la soberanía argentina sea violada, pero tampoco la opinión pública quiere que la situación macro económica empeore, dado que más de la mitad de los entrevistados por Poliarquía se quejaron por la suba de los precios, dicen que hoy compra menos productos que hace seis meses, temen perder su trabajo y confiesan que no le alcanza el dinero para solventar sus gastos y debe pedir ayuda a un padre, hijo o familiar.
 
Y la Presidente de la Nación sabe que, si la jugada le sale bien, capitalizará todo el resultado positivo, dado que las fuerzas opositoras han quedado en la disyuntiva entre callar o actuar tibiamente (a favor o en contra), dado que corren el riesgo de “quedar pegados” con los 'holdouts'.
 
En las últimas semanas, el Gobierno argentino rechazó una larga lista de bancos, consorcio de bancos y gestores que acercaron planes para poder solucionar el tema de los holdoouts. Desde ofertas de compra de juicios o de financiación hasta propuestas de mediación o de estrategias judiciales, desde la entrega de garantías privadas a colaterales financieros. 
 
En todos los casos, por orden presidencial, la respuesta siempre fue no.
 
De esta forma, no puede hablarse de “mala fe” del juez Thomas Griesa o de los 'holdouts', tal como sostuvo el Jefe de Gabinete, Jorge Milton Capitanich; o de “amenazas” y “extorsiones”, como afirmó el ministro de Economía, Axel Kicillof. Lo que siempre hubo fue una intencionalidad política de los movimientos judiciales que se realizaron. 
 
Así, desde que en la audiencia de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos se afirmó que la Argentina no cumpliría un fallo que la obligara a pagar, la línea de conducta de Cristina Fernández ha sido la misma: ignorar todas las puertas o puentes para el acuerdo que se le acercaron.
 
La Presidente de la Nación buscó el conflicto. Tal como hizo con los ruralistas en 2008, o tal como hizo con el Grupo Marsans ese mismo año, o tal como hizo con Brasil, o tal como hizo en las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea, o tal como hizo con los Estados Unidos (porque Barak Obama le negó una visita protocolar de primer nivel, y hasta la foto), o tal como hizo con la Mesa de Enlace, o tal como hizo con Hugo Moyano, o tal como hizo con Repsol o tal como hizo con el Grupo Clarín, para no extender la lista hasta el infinito.

 
El conflicto, en el Gobierno de Néstor Kirchner, pero sobre todo de Cristina Fernández, es parte del ADN político que lleva en su sangre la pareja patagónica. Nacidos políticamente en los calientes años '70, comprenden la política como una lucha de poder, donde son sometidos o someten. No hay negociación, hay fracaso o triunfo.
 
En el último tramo de su mandato, luego de perder la lucha por imponer el relato, luego de perder la lucha contra el Grupo Clarín, luego de haber perdido su posibilidad de un 3er. mandato frente a un ex subordinado al que minimizó, Sergio Massa; luego de haber perdido la batalla por reformar el Poder Judicial, luego de haber perdido la oportunidad de imponer nuevos códigos judiciales (al mejor estilo bonapartista), luego de haber perdido a su marido, padre político y única persona que la podía frenar en sus aspiraciones y planes; Cristina Fernández no quiere perder su, quizás, última batalla épica.
 
Dicen los habitúes de la Quinta de Olivos que le encanta saber que en Estados Unidos le dicen al caso argentino, “El Caso Judicial del Siglo” y, ella, que se cree la “mejor Presidente de la Nación de la Historia Argentina”, incluso superando a Juan Domingo Perón, no quiere perder en la causa contra un juez a un paso de jubilarse y un grupo de “buitres” financieros. Quizás por eso, y sólo por eso, vamos camino a un nuevo default. Un precio carísimo, que pagaremos todo, por tan poco.


FUENTE:  http://www.urgente24.com/229215-corrigiendo-al-complice-lavagna-seria-un-tsunami-en-medio-de-un-tifon?pagination=show