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Daniele Ganser: Gladio y los ejercitos secretos del Terror en Europa
http://www.voltairenet.org/auteur124764.html?lang=es

Historiador suizo, especialista en relaciones internacionales contemporáneas. Sus trabajos acerca de las redes Gladio en Europa y de los ejércitos secretos de la OTAN ligados a los neonazis y otros movimientos fascistas le valieron un gran reconocimiento académico. Se dedica a la enseñanza en la universidad de Basilea, Suiza.
LOS EJÉRCITOS SECRETOS DE LA OTAN (VII)
La guerra secreta en Francia
http://www.voltairenet.org/article169660.html
por Daniele Ganser
Si existe en Francia un secreto bien guardado es sin dudas el de la sangrienta guerra que los servicios secretos anglosajones libraron a lo largo de 60 años en París por el control de la vida política de la nación. Al revelar las peripecias de este enfrentamiento histórico, el historiador suizo Daniele Ganser subraya el papel del general Charles de Gaulle y sus seguidores en el proyecto nacional francés. Inicialmente respaldado por la CIA para regresar al poder, Charles de Gaulle llega después con sus ex compañeros de armas comunistas de la Resistencia a un consenso sobre la cuestión de la descolonización y acaba expulsando a la OTAN del territorio francés. Todo ello dará lugar a un conflicto interno en el seno de las estructuras secretas del Estado francés, conflicto que no ha terminado aún.
RED VOLTAIRE | BASILEA (SUIZA) | 1RO DE MAYO DE 2011
La invasión y ocupación de su territorio por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial sigue siendo el mayor trauma de la historia moderna de Francia. El 14 de junio de 1940, París caía en manos de los nazis. Mientras que los simpatizantes de la extrema derecha en el seno del ejército francés y de las élites políticas, partidarios del mariscal Philippe Petain, pactaban con el ocupante nazi e instalaban un gobierno de colaboración en Vichy, el general Charles de Gaulle se refugió en Londres y declaró [por radio] a los franceses que él representaba el único gobierno legítimo de Francia.
De Gaulle insistió en proseguir la guerra contra la ocupación alemana. Para recoger información de inteligencia, garantizar la comunicación con los movimientos locales de resistencia en el interior de Francia y organizar operaciones de sabotaje en territorio enemigo, De Gaulle fundó en Londres el Buró Central de Inteligencia y Acción (BCRA, siglas en francés). Los agentes del BCRA saltaban en paracaídas sobre el territorio francés para efectuar allí misiones clandestinas que costaron muchas vidas. Por la naturaleza de sus misiones, de su entrenamiento y su equipamiento, el BCRA –disuelto antes del fin de la guerra– dejaba entrever lo que sería posteriormente el ejército secreto francés, al que pasaron muchos ex miembros del BCRA. Después del desembarco aliado en Normandía, el 6 de junio de 1944, y de la liberación de Francia por los estadounidenses, el general De Gaulle entró triunfalmente en París y se puso a la cabeza del Estado. El mariscal Petain, quien había colaborado con Hitler, fue condenado a muerte, pena que sería más tarde conmutada por cadena perpetua.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial nace en Francia la IV República (1946-1958), que se caracterizó por su inestabilidad política y militar y por las luchas entre los diferentes partidos que se disputaban el poder


En el bando de la derecha, los colaboradores de Vichy en el seno del ejército y de los círculos industriales y de negocios no soportaban la idea de ver a Francia caer en manos del comunismo, ya fuera a través de un golpe de Estado o de una victoria del PCF en el marco de elecciones democráticas. Y sobre todo, Estados Unidos y Gran Bretaña estaban decididamente en contra del PCF por estimar que ese partido estaba al servicio de Moscú. Es por esa razón que, al igual que en Italia, después de 1945 una guerra secreta se desató en Francia, guerra en la que los miembros del PCF y de los sindicatos de izquierda tenían que enfrentar a la CIA y a ciertos elementos de los aparatos político, militar y policial de ese país.
«Primeramente, ellos [la CIA] tratan de impedir que la izquierda llegue la poder y sobre todo de evitar que los comunistas entren al gobierno. Esa es para la CIA, evidentemente, la prioridad de prioridades, y eso es válido para todos los países de la alianza atlántica», explicaba el ex agente de la CIA Philip Agee

El PCF tenía mucho más que ganar si se conformaba con seguir los procedimientos democráticos.
De Gaulle había nombrado dos ministros comunistas en su nuevo gobierno y al mismo tiempo había logrado, en noviembre de 1944, convencer a los movimientos de resistencia comunistas para que entregaran las armas a cambio de la promesa de elecciones democráticas y justas. El resultado de las elecciones municipales de la primavera de 1945 fue una victoria del PCF, que obtuvo el 30% de los votos. Los otros dos partidos participantes, el recientemente fundado Movimiento Republicano Popular (MRP) y los socialistas franceses, quedaron en segundo y tercer lugar, con el 15 y el 11% de los sufragios respectivamente. Esa tendencia se confirmó el 21 de octubre de 1945 en las primeras elecciones nacionales, en las que el PCF –con el 26% de los votos– obtuvo 160 escaños en la Asamblea Constituyente, frente a 142 escaños de los socialistas (24% de los votos). Con el 23,6% de los votos, el MRP quedaba en último lugar. Juntos, los dos partidos de izquierda disponían de una estrecha mayoría.
A pesar de la indiscutible victoria del PCF y de las promesas que anteriormente les había hecho, De Gaulle se negó a poner los principales ministerios de su gobierno en manos de los comunistas. Estos protestaron enérgicamente al verse con sólo 4 carteras ministeriales –las de Economía, Armamento, Industria y Trabajo– y un puesto de ministro de Estado concedido al secretario general del PCF, Maurice Thorez. Los comunistas utilizaron su tribuna en el parlamento para denunciar la guerra que Francia libraba por entonces por la reconquista de su antigua colonia de Indochina.
Durante un debate en la Asamblea Nacional, la diputada Jeannette Vermeersch declaró que, en las aldeas de Vietnam, los soldados franceses «se estaban convirtiendo en culpables de las mismas atrocidades» que los nazis [habían cometido] sólo unos años antes. Aquella denuncia provocó un escándalo en el hemiciclo y el presidente le respondió en los siguientes términos: «¡Señora, cortésmente le digo (…) es de su parte un insulto intolerable a esta Asamblea y a la Nación!» Al insistir la deputada Vermeersch, declaró el presidente: «Señora, yo nunca hubiese pensado que una mujer fuera capaz de tanto odio.» A lo que la diputada Vermeersch respondió: «Sí, siento odio cuando pienso en los millones de trabajadores que ustedes explotan. ¡Sí, yo odio a la mayoría de esta Asamblea!»

El radicalismo del PCF inquietó mucho a los miembros conservadores de la sociedad francesa, que además se escandalizaron cuando los comunistas, como reacción ante su estrecha representación en el gobierno, presentaron dos proyectos de ley. Uno limitaba los poderes del ejecutivo y el otro reducía el presupuesto de la Defensa en un 20%. La adopción de ambas leyes por el parlamento, de mayoría comunista, llevó a De Gaulle a presentar solemnemente su dimisión el 20 de enero de 1946. Proseguía, sin embargo, la lucha por el poder al proponer el PCF una distribución de los ministerios entre comunistas y socialistas, lo cual no hubiese sido más que la justa consecuencia de la opinión que los franceses habían expresado democráticamente en las urnas. Pero los socialistas se negaron. Comprendían claramente que, al igual que Italia, Francia sólo disponía en aquella época de una soberanía limitada, y que Estados Unidos jamás concedería a un gobierno izquierdista los beneficios del Plan Marshall de reconstrucción económica que tanto necesitaba el país.
La posición de la Casa Blanca contradecía cada vez más la voluntad democráticamente expresada por el pueblo francés, que nuevamente concedió un rotundo respaldo al PCF en las elecciones nacionales de 1946 al otorgarle el mejor resultado de su historia (el 29% de los votos) mientras que el MRP y los socialistas mostraban, por su parte, un ligero retroceso. La tentación y la influencia del comunismo en Francia seguían siendo una realidad. En términos de importancia, la única fuerza política similar al PCF en todo el oeste de Europa era el poderoso Partido Comunista Italiano (PCI).
En Suiza, el Partido Comunista había sido declarado ilegal. Su homólogo británico no era más que una pequeña célula bajo control del Partido Laborista mientras que, en Bélgica, si bien los comunistas eran comparativamente más influyentes, sólo ocupaban algunos puestos menores en el gobierno. El PCF, por su parte, decía contar con cerca de un millón de miembros. Su órgano central, el diario L’Humanité, era en aquel momento, con su edición Ce Soir, el periódico más leído de Francia y el partido comunista controlaba las principales organizaciones juveniles –incluyendo la «Unión de Juventudes Republicanas»– así como los mayores sindicatos de trabajadores, principalmente la Confederación General del Trabajo (CGT).
El embajador de Estados Unidos en París, Jefferson Caffery, ferviente anticomunista, enviaba semana tras semana informes cada vez más alarmantes al presidente Truman. Washington y sus servicios secretos estaban convencidos de la necesidad de emprender una guerra secreta para desbaratar el PCF. El 26 de noviembre de 1946, el general Hoyt Vandenberg, director del CIG (la futura CIA), envió a Truman un memorando advirtiéndole que el poderío del PCF podía llevarlo a tomar el poder cuando quisiera: «Excluyendo la posibilidad de que pueda formarse un gobierno sin la participación de comunistas, el embajador Caffery sostiene (…) que los comunistas han ganado peso suficiente como para tomar el poder cuando les parezca oportuno».
Subrayaba Vanderberg que, según los servicios de inteligencia estadounidenses, el PCF no tenía sin embargo intenciones de alcanzar el poder mediante un golpe de Estado: «Su renuncia a tomar el poder por esa vía se explica por el hecho (1) que prefieren alcanzarlo por medios legales y (2) que sería contrario a la política actual del Kremlin»

El Plan Bleu
Por iniciativa de las Fuerzas Especiales estadounidenses y del SAS británico [Special Air Service, principal cuerpo de operaciones especiales del ejército británico. Nota del Traductor.] se creó en Francia un ejército secreto, designado en código como «Plan Bleu» [En español, “Plan Azul”. NdT.], cuya misión consistiría en impedir clandestinamente la llegada del PCF al poder. En otras palabras, el Plan Bleu debía contrarrestar la “Amenaza Roja”. Un veterano de aquel ejército secreto, Victor Vergnes, recuerda que el impulso lo dieron los británicos inmediatamente después de la guerra. «Yo vivía entonces en Sete, en la casa del comandante Benet, un oficial de la DGER que había realizado misiones en la India. Muchas reuniones se desarrollaban por entonces en aquella casa.» El SAS, especializado en las guerras secretas, entró en contacto con el joven servicio francés de inteligencia, la Direction générale des études et recherches (DGER) [En español, Dirección General de Estudios e Investigaciones. NdT.], y pactó con ese órgano la instalación de un ejército secreto en el noroeste de Francia, en la región de Bretaña. Recuerda Vergnes que «un día, después de recibir la visita del teniente Earl Jellicoe del SAS, me dijo: “Estamos creando un ejército secreto, sobre todo en la región de Bretaña”.»

Las células de aquel ejército secreto se propagaron rápidamente por todo el territorio. Numerosos agentes y oficiales de la DGER formaban parte de aquel ejército clandestino. Hay que señalar que, bajo la dirección de André Devawrin, la DGER empleó a ex miembros de la Resistencia comunista. La presencia de estos en la DGER constituía, en opinión de los agentes más conservadores y sobre todo de los estadounidenses, un evidente riesgo para la seguridad, sobre todo tratándose de operaciones altamente secretas contra los comunistas franceses, como la Operación Plan Bleu. La DGER fue por lo tanto desmantelada en 1946 y sustituida por un nuevo servicio secreto militar, ya ferozmente anticomunista: el SDECE, encabezado por Henri Alexis Ribiere. Con la sustitución de la DGER por el SDECE, los comunistas perdían una importante batalla de la guerra secreta y se veían así ante un adversario mucho más peligroso. El SDECE reclutó anticomunistas formados en Grecia, durante la guerra civil de ese país, confirmando así un claro viraje a la derecha. «Los angloamericanos estaban en estrecho contacto con los conspiradores, sobre todo con Earl Jellicoe, que acababa de regresar de una campaña anticomunista en Grecia.»

Mientras masivas huelgas de inspiración comunista paralizaban Francia, los agentes del Plan Bleu se dedicaban en secreto a recoger entre industriales ricos los fondos que necesitaban para financiar su guerra secreta. «Yo me reuní con los hermanos Peugeot en sus oficinas», cuenta Vergnes recordando sus contactos con la industria automovilística. «Discutíamos sobre lo que convendría hacer en caso de huelgas y de ocupaciones generalizadas de fábricas. Estuvimos trabajando durante 2 meses en la elaboración de un plan detallado. Estábamos divididos en secciones y teníamos a nuestra disposición autos, garajes y hoteles.»

La tensión se incrementó en el país al producirse en las fábricas Renault una importante huelga, con apoyo del PCF y de la CGT. El primer ministro socialista Paul Ramadier ordenó congelar los salarios, en total contradicción con los reclamos de los trabajadores que exigían mejor remuneración. La situación estaba convirtiéndose en una prueba de fuerza. Los comunistas votaron contra el congelamiento de los salarios que proponía Ramadier mientras que los socialistas trataban de convencerlo de que no dimitiera cuando, el 4 de mayo de 1947, en una sorpresiva maniobra, Ramadier utilizó su condición de primer ministro para expulsar de su gobierno a todos los comunistas. Estupefactos, estos últimos no se inmutaron ante la noticia y la aceptaron, creyendo que sólo podía ser algo temporal. Pero los comunistas tendrían que esperar más de 30 años para volver al consejo de ministros. Sólo al cabo de mucho tiempo se descubrió que Washington había estado implicado en aquella maniobra. «El general Revers, jefe del Estado Mayor, reveló que el gobierno americano había presionado a Ramadier para que expulsara a los ministros


Un mes después de haber expulsado de sus funciones a los ministros comunistas, los socialistas franceses arremetieron contra la derecha y la CIA y sacaron a la luz la existencia del ejército secreto Plan Bleu. El 30 de junio de 1947, el ministro del Interior socialista, Edouard Depreux, reveló el secreto y, para sorpresa general, anunció que en Francia se había creado un ejército clandestino de paramilitares de derecha a espaldas de los políticos y que la misión de aquella fuerza era desestabilizar el gobierno francés. «Hacia fines del año 1946 nos enteramos de la existencia de un red de resistencia parda, conformada por combatientes de extrema derecha, colaboradores de Vichy y monárquicos», explicó Depreux. «Tenían un plan secreto de acción llamado “Plan Bleu”, que debía entrar en aplicación a fines del mes de julio o el 6 de agosto [de 1947].»

Según las declaraciones altamente reveladoras del ministro del Interior, la CIA y el MI6 tenían proyectado, en colaboración con paramilitares franceses, la realización de un golpe de Estado para el verano de 1947. Aquellas revelaciones condujeron a una serie de arrestos e investigaciones. Entre los conspiradores detenidos estaba el conde Edmé de Vulpian. Su propiedad de «La Forêt», cerca de Lamballe, en la región de Bretaña, había servido de cuartel general para los últimos preparativos del golpe de Estado. El comisario a cargo de la investigación, Ange Antonini, descubrió allí «armas pesadas, órdenes de batalla y planes de operaciones». Aquellos documentos permitieron comprobar que, en el marco del Plan Azul, los conspiradores, quienes trataban de deteriorar el clima político ya tenso en Francia, habían planificado actos de terrorismo con los que pretendían acusar a la izquierda para crear condiciones favorables para su propio golpe de Estado, «estrategia de la tensión» que ya se había puesto en práctica en Grecia, Italia y Turquía. «Incluso habían previsto asesinar a De Gaulle para exacerbar el descontento público», agrega Roger Faligot, especialista francés en el estudio de los servicios secretos

Si bien admiten que en Francia se financió una guerra secreta inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra Mundial, otras fuentes niegan rotundamente la tesis del golpe de Estado de 1947. «Al revelar la existencia del Plan Bleu, Depreux estaba tratando de afectar a la derecha, después de haber asestado ya un golpe a la izquierda», declaró Luc Robert, personalmente implicado en la conspiración, al referirse a la expulsión de los comunistas del gobierno el mes anterior. «Por otro lado, era un intento de debilitar el ejército francés, que tenía tendencia a actuar por cuenta propia.»


Por sugerencia del embajador Jefferson Caffery, quien supervisaba estrechamente la guerra secreta contra el comunismo en Francia, la CIA, después de las maniobras que habían llevado a la expulsión de los comunistas del gobierno a finales de 1947, se volvió entonces contra la CGT, columna vertebral del comunismo francés. En su memorando al presidente Truman, el general estadounidense Vandenberg subraya con razón que los «medios de acción [de los comunistas] por la fuerza o la presión económica a través de la CGT, como indica el embajador Caffery, los protegen principalmente contra una exclusión del gobierno»


Aquella operación debilitó considerablemente al PCF.
El último blanco de aquella guerra secreta, aunque no el menos importante, fue la policía francesa, que también sufrió los ataques de la CIA. Después de la expulsión de los ministros comunistas del gobierno se aplicó en toda la administración una purga que eliminó a todos los elementos de extrema izquierda, mientras que los anticomunistas más fervientes recibían promociones en el seno de la policía. Entre estos últimos se hallaba el comisario Jean Dides, quien había colaborado con la OSS [Office of Strategic Services, la antecesora estadounidense de la CIA. NdT.] durante la Segunda Guerra Mundial y que fue puesto a la cabeza de una policía secreta anticomunista conformada con paramilitares y dependiente del ministro del Interior Jules Moch. La embajada de Estados Unidos se felicitó por los progresos logrados y, a principios de 1949, envió al Departamento de Estado un cable anunciando que para «combatir la amenaza comunista, Francia ha organizado células de policías poco numerosos pero eficaces (…) Italia también está creando escuadrones de policía anticomunista bajo el control del ministro del Interior Mario Scelba, recurriendo a los cuadros de la antigua policía fascista.»

Paix et Liberté
Junto a otros dirigentes de las fuerzas policiales anticomunistas comprometidas con la guerra secreta en Europa Occidental, Dides participó habitualmente en las reuniones de «Paix et Liberté» [En español, Paz y Libertad. NdT.], estructura que la CIA controlaba por debajo de la mesa y encabezada por el anticomunista francés Jean-Paul David


Con ramificaciones en varios países europeos, «Paix et Liberté» se encargaba de realizar en Europa Occidental las operaciones de guerra sicológica que la CIA concebía y de propagar las ideas anticomunistas mediante la impresión de carteles, financiando un programa de radio, distribuyendo proclamas y organizando manifestaciones específicas. La rama italiana, bautizada «Pace e Liberta» se hallaba bajo la dirección de Edgardo Sogno y tenía su cuartel general en Milán. En 1995, la investigación sobre la red Gladio permitió descubrir que Paix et Liberté había actuado bajo las órdenes directas de la OTAN. El ministro francés de Relaciones Exteriores Georges Bidault parece haber sugerido en 1953, durante una reunión del Consejo Atlántico de la OTAN, que Paix et Liberté realizara una reorganización de los servicios de inteligencia de la OTAN y que sirviera de base y motor a la coordinación de las acciones internacionales contra el Kominform


La Rosa de los Vientos
La revelación de la existencia del Plan Bleu y su interrupción en 1947 no pusieron fin a la guerra secreta contra el comunismo. Por el contrario, el primer ministro socialista Paul Ramadier se las arregló para que sus leales dirigentes en el seno de los servicios secretos militares no se vieran implicados en el escándalo. Al amainar la tormenta, a fines de 1947, Ramadier ordenó al director del SDECE, Henri Ribiere, y a su adjunto, Pierre Fourcaud, que crearan un nuevo ejército secreto anticomunista con el nombre de código «Rose des Vents» [En español, Rosa de los Vientos. NdT.], en referencia a la estrella símbolo de la OTAN. El nombre resultó perfecto ya que, al establecerse la OTAN en París en 1949, el SDECE realizó su guerra secreta en estrecha colaboración con la alianza atlántica

En 1951, al intensificar la cooperación secreta con Estados Unidos, el SDECE abrió una oficina en Washington



Francois de Grossouvre (1918-1994) y Francois Mitterrand (1916-1996)
El más conocido de los combatientes de la Rose des Vents es quizás Francois de Grossouvre, quien sería consejero para operaciones especiales del presidente socialista Francois Mitterrand en 1981. Durante la Segunda Guerra Mundial, De Grossouvre se había enrolada en la milicia de Vichy. Posteriormente afirmaría que se había infiltrado en aquel cuerpo represivo para trabajar a favor de la Resistencia. El agente del SDECE Louis Mouchin, quien reclutó personalmente una buena cantidad de soldados de la sombra, contó un día cómo se había establecido el contacto con De Grossouvre: «Nuestro hombre en Lyon, Gilbert Union, quien durante la guerra había realizado misiones para el BCRA y era un amante de los automóviles, acabada de morir en un accidente automovilístico. Para reemplazarlo, el SDECE reclutó a Francois de Grossouvre en 1950.» Mouchin precisó que el reclutamiento de De Grossouvre no se debía solamente a su experiencia en la guerra sino también a sus contactos: «Su empresa, la azucarera Berger & Cie., nos ofrecía una cobertura muy buena. Tenía realmente excelentes contactos.»

Como consejero especial del presidente Mitterrand, De Grossouvre desempeñó un papel considerable en la guerra clandestina en Francia a principios de los años 1980. Pero en 1985 fue separado de sus principales funciones cuando su inclinación por el secretismo acabó por exasperar a los colaboradores más virtuosos de Mitterrand. Parece que, a pesar de ello, Mitterrand y De Grossouvre siguieron manteniendo buenas relaciones ya que cuando, como consecuencia de las revelaciones sobre la dimensión europea de Gladio, Mitterrand se vio en pleno centro del escándalo y tuvo que desmantelar la red francesa, «consultó primeramente a su “eminencia gris” Francois de Grossouvre»


El ex agente de la CIA Edward Barnes fungió como oficial de enlace con la red stay-behind Rose des Vents hasta 1956. Luego de las revelaciones de 1990 sobre los ejércitos secretos, Barnes recordó que no sólo Washington sino también los franceses temían que los comunistas tomaran el poder. «Un gran número de franceses querían estar listos para intervenir si algo pasaba.» Según Barnes, la primera motivación del Gladio francés era la resistencia ante una invasión soviética y la promoción de las actividades políticas anticomunistas en Francia «podía ser un objetivo secundario»

Es muy difícil determinar con exactitud la cantidad de participantes en aquella guerra secreta contra el comunismo. Después de que se descubriera la existencia de los ejércitos secretos de la CIA, la Intelligence Newsletter basada en París indicó que «un director del servicio de inteligencia francés de la época había ofrecido poner a la disposición de la CIA unos 10 000 “patriotas” entrenados y armados seleccionados entre los efectivos de las fuerzas armadas franceses» y entrenados para intervenir «en el caso hipotético de que un gobierno comunista llegara al poder». Barnes afirmó que la CIA «no tenía idea del número de hombres que aparecerían por todas partes. No había forma de calcularlo. Entre los que yo pude ver había tanto campesinos como gente de la ciudad o comerciantes.» La mayoría de ellos no necesitaban mucho entrenamiento porque ya habían peleado en la Segunda Guerra Mundial y habían realizado operaciones especiales tras las líneas enemigas por cuenta del BCRA

Para garantizar la independencia material de los soldados de la sombra, la CIA y el SDECE habían diseminado escondites secretos de armas a través de todo el país. «Había montones de artefactos de todo tipo escondidos en lugares remotos, prácticamente todo lo que podíamos necesitar», incluyendo armas, explosivos, monedas de oro o bicicletas. Los transmisores de radio y los códigos eran la primera prioridad. En aras de garantizar la clandestinidad de la red, la regla era que las informaciones sólo podían conocerlas las personas estrictamente implicadas. Barnes precisó que él mismo no estaba autorizado a reunirse más que con una decena de personas reclutadas por la CIA «por temor a que alguien pudiera descubrir a esas personas a través de mí o descubrirme a mí a través de ellas. Usted no podía pedirle simplemente a un tipo “Desentiérrame eso, fulano”. Seguramente hubo bastantes confusiones. Algunos de aquellos tipos enterraban las cosas en cualquier parte y luego te indicaban un lugar diferente.»

Operación Demagnetize
El ministro italiano de Defensa sabía que el SDECE y la CIA estaban reclutando un ejército secreto para combatir a los comunistas. En octubre de 1951, en una carta al ministro de Defensa Marras, el general Umberto Broccoli indicaba que existían ejércitos de ese tipo en los Países Bajos, Bélgica, Noruega y Dinamarca y que «Francia ya había montado ese tipo de operaciones en Alemania y en Austria así como en su propio territorio, hasta los Pirineos»


Un memorando altamente secreto del Joint Chiefs of Staff, el Consejo del Estado Mayor Conjunto estadounidense, fechado el 14 de mayo de 1952 y titulado «Operación Demagnetize», explicaba detalladamente cómo había que realizar «operaciones políticas, paramilitares y sicológicas» para «reducir la influencia del partido comunista en Italia y (…) en Francia»


El entrenamiento de los soldados clandestinos de la Rose des Vents se desarrollaba en varios lugares, en Francia y en el extranjero, en estrecha colaboración con las Fuerzas Especiales francesas, sobre todo con la 11ª Semi-brigada Paracaidista de Choque –11ª de Choque–, fuerza de comandos especializados en operaciones especiales. Ambos cuerpos mantenían estrechas relaciones y, varias veces, oficiales del 11º de Choque integraron la Rose des Vents. Al igual que el SAS, cuyos miembros efectuaban las operaciones secretas y trabajos sucios del MI6, el 11º de Choque servía al SDECE de brazo armado después de la Segunda Guerra Mundial. Según el especialista del Gladio francés Brozzu-Gentile, «los instructores de la red stay-behind francesa eran todos miembros del SDECE o cercanos a él»


Debido a su condición de unidad de élite especializada en guerra secreta y trabajos sucios, el 11º de Choque operaba sobre todo en Indochina y en África, donde la Francia de la posguerra trataba desesperadamente de conservar sus colonias de Vietnam y Argelia. «La unidad a cargo de los trabajos sucios, la punta de lanza de las operaciones clandestinas durante la guerra de Argelia de 1954 a 1962 era claramente el 11º Batallón de Paracaidistas de Choque», indicó el especialista en servicios secretos Roger Faligot


Sigue en parte 2
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Daniele Ganser

http://www.voltairenet.org/achat-en-ligne/fr/les-armees-secretes-de-l-otan.html
este artículo es el capítulo 7 del libro Armées secrètes de l’OTAN.
© Version française : éditions Demi-lune (2007).
