Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor.
1 Corintios 13:12-13
Dios es amor
Dos viñadores, uno creyente y otro opuesto a la fe, cultivaban con esmero sus viñas ubicadas una al lado de la otra. La cosecha se mostraba prometedora hasta que una violenta tempestad azotó su región. Después de la tormenta los dos hombres fueron a sus respectivas viñas. La del creyente había sido completamente devastada, y la otra no había sufrido daños. El granizo se había detenido en el límite de los dos campos. El incrédulo empezó a burlarse de su vecino: «¿Qué tienes que decir de todo esto? ¡Tu buen Dios se ha equivocado de lado!». El cristiano, sin responder nada, se quitó su gorra, inclinó la cabeza y dio gracias a Dios por haber dejado las cepas (troncos de la vid) y los tutores.
Amigos cristianos que quizás estén pasando por pruebas como un fracaso, una enfermedad, un accidente, un duelo… ¡No se desesperen! Cuando todo parece perdido, estropeado, sin solución, tres cosas permanecen: “la fe, la esperanza y el amor” (1 Corintios 13:12-13). La fe en un Dios que nos ama y no se equivoca en lo que hace. La esperanza de una felicidad eterna que pronto experimentaremos plenamente. Y el amor divino, el cual las muchas aguas no podrán apagar, “ni lo ahogarán los ríos” (Cantares 8:7).
¡No nos desanimemos! Incluso si las circunstancias de la vida parecen estar en contra nuestra, al igual que ese viñador sabemos que nuestro Dios sigue amándonos. Y nos dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).
1 Corintios 13:12-13
Dios es amor

Dos viñadores, uno creyente y otro opuesto a la fe, cultivaban con esmero sus viñas ubicadas una al lado de la otra. La cosecha se mostraba prometedora hasta que una violenta tempestad azotó su región. Después de la tormenta los dos hombres fueron a sus respectivas viñas. La del creyente había sido completamente devastada, y la otra no había sufrido daños. El granizo se había detenido en el límite de los dos campos. El incrédulo empezó a burlarse de su vecino: «¿Qué tienes que decir de todo esto? ¡Tu buen Dios se ha equivocado de lado!». El cristiano, sin responder nada, se quitó su gorra, inclinó la cabeza y dio gracias a Dios por haber dejado las cepas (troncos de la vid) y los tutores.
Amigos cristianos que quizás estén pasando por pruebas como un fracaso, una enfermedad, un accidente, un duelo… ¡No se desesperen! Cuando todo parece perdido, estropeado, sin solución, tres cosas permanecen: “la fe, la esperanza y el amor” (1 Corintios 13:12-13). La fe en un Dios que nos ama y no se equivoca en lo que hace. La esperanza de una felicidad eterna que pronto experimentaremos plenamente. Y el amor divino, el cual las muchas aguas no podrán apagar, “ni lo ahogarán los ríos” (Cantares 8:7).
¡No nos desanimemos! Incluso si las circunstancias de la vida parecen estar en contra nuestra, al igual que ese viñador sabemos que nuestro Dios sigue amándonos. Y nos dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Salmo 50:15).