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17.- Dios
Desde tiempos remotos, la Humanidad ha creído siempre en alguna cosa mas allá del humano entendimiento, alguna cosa trascendental que el idolatró no con motivo si era una cuestión de personificar o no personificar la concepción de Dios. Alguna cosa que el hombre era incapaz de entender o comprender que era imputada a los poderes de arriba tal como su virtud intuitiva se lo permitía. De esta manera todas las deidades de la humanidad, buenas y malas (demonios) han sido creadas. Así el tiempo pasó en, dioses, Ángeles, demiurgos, demonios y fantasma han sido adorados sin tener en cuenta que hubieran estado vivos en la realidad o hubieran existido solamente en su fantasía. Con el desarrollo de la Humanidad, la idea de Dios se fue encogiendo especialmente en el tiempo cuando, con la ayuda de las ciencias, los fenómenos fueron explicados lo que previamente se atribuía a los dioses. Un montón de libros podrían ser escritos si uno desea entrar en detalles de las distintas ideas de Dios en la historia de las naciones.

Déjenos aproximarnos a la idea de Dios desde el punto de vista del mago. Para el hombre común la idea de Dios sirve como un soporte para su espíritu no solo para enredarse el mismo en la incertidumbre o quedarse afuera de su profundidad. Por lo tanto siempre queda su Dios como una cosa inconcebible, intangible e incomprensible para él. Ello es muy distinto con el mago quien conoce su Dios en todos los aspectos. El mantiene su Dios con sobrecogimiento ya que el se conoce asimismo por haber sido creado a su imagen, consecuentemente ser una parte de Dios. El ve su sublime ideal, su primera obligación y su sagrado objetivo en unión con la Cabeza de Dios, y llegar a ser el hombre Dios. Este subir a su sublime meta será descrito mas adelante. La síntesis de esta mística unión con Dios consiste en desarrollar las ideas Divinas, desde lo mas bajo a los mas altos peldaños, en tal grado como para obtener la unión con el universal. Cada uno tiene la libertad para abandonar su individualidad o para retenerla. Tales genios usualmente regresan a la tierra encargados de una definida tarea o misión.
En este alcance, el mago iniciado es al mismo tiempo un místico. Solamente efectuando esta unión y dando su individualidad, el voluntariamente entra en la disolución el cual en palabras místicas es llamada la muerte mística.
Es evidente que la verdadera iniciación no conoce solo un paso místico o mágico. Hay solamente una iniciación unida a ambas concepciones, en oposición a la mayoría de las escuelas místicas y espirituales las cuales están guiando los mas altos temas, a través de la meditación y otros ejercicios espirituales, sin haber ido a través del primer paso primero. Esto sería muy similar a alguien partiendo con los estudios universitarios sin haber tenido, primero, las clases elementales. El resultado de tal entrenamiento, en algunos casos, son desastrosos, algunas veces muy drásticos, de acuerdo a los talentos individuales. Generalmente el error es encontrado en el hecho que la mayoría de las materias viene desde Oriente, donde el mundo material tanto como el mundo astral están considerado como maya (ilusión), y consecuentemente ponen poca atención a ellos. Es imposible apuntar los detalles, porque sobrepasaría el marco de este libro. Yendo por un cuidadoso, planeado, paso por paso, el desarrollo, no será deforme, ni fallado ni con malas consecuencias, por la simple razón que la madurez tomara lugar lento pero seguro. Es una materia muy individual si el adepto elegirá como idea de Dios a Cristo, Buddha, Brama, Allah o alguien más. Todo depende de la idea, en la iniciación. El místico puro desea aproximarse a su Dios solamente en un todo abrazo de amor. El yoghi también, camina hacia un único aspecto de Dios. El bhakti- yogi se mantiene por el camino del amor y la devoción, el raja y hatha yoga eligen el paso de auto-control o volición, el jnani yogi seguirá la sabiduría y el conocimiento.
Ahora déjenos considerar la idea de Dios desde el punto de vista mágico, de acuerdo a los cuatro elementos, el así llamado Tetragrámaton, el innombrable, el supremo: el principio fuego compromete al todopoderoso y la omnipotencia, el principio aire dueño de la sabiduría, pureza y claridad, desde tales aspectos proceden las leyes universales. El amor y la vida eterna son atribuidos al principio agua y la omnipresencia, inmortalidad y consecuentemente la eternidad pertenecen al principio tierra. Estos cuatro aspectos juntos representan la suprema Cabeza de Dios. Déjenos andar sobre este camino a la suprema Cabeza de Dios prácticamente y paso por paso, comenzando desde la esfera mas baja, para llegar a la verdadera realización de Dios en nosotros mismos. Déjenos elogiar al hombre feliz que alcanzará esto aun en su existencia terrenal. Desvanezcamos el temor del dolor, porque todos alcanzaremos esa meta.