
Durante la Batalla del Atlántico, la Royal Navy, copiando el sistema de eco-locación de la ballenas, desarrollo un sistema activo de detención de submarinos que recibió el nombre de ASDIC.

El ASDIC era básicamente un transmisor-receptor que enviaba una onda sónica. Si la onda de sonido se encontraba un objeto sumergido era rebotada hacia el receptor. El tiempo de rebote del eco se transformaba en un punto en una pantalla con escala y así se conocía la distancia y rumbo del emisor. Pero el sistema distaba de ser perfecto, no permitía localizar a los submarinos en superficie, por lo que los ataques nocturnos a los convoyes se generalizaron.

Las cargas de profundidad afectaban al ASDIC, por lo que el ataque se efectuaba en una segunda pasada "a ciegas" una vez localizado el blanco, que obviamente había tenido tiempo para efectuar una maniobra evasiva. Otros problemas aparecían con mala mar, como las falsas alarmas provocadas por ballenas, bancos de peces, corrientes, estelas de otros buques o las termoclinas (capas de agua a diferente temperatura). Los comandantes de submarino se situaban bajo estas termoclinas frecuentemente, eludiendo su localización.
Los operadores de ASDIC más avezados eran disputados por los comandantes de la marina, pues eran con mucho, el elemento más vital en su tripulación ya que debían tener unos sentidos muy finos. La transferencia de tecnología entre los británicos y los estadounidenses permitió la mejora del sistema, que recibió el nombre de SONAR (Sound Navigatión and Ranging). Para entonces, la suerte de las manadas de lobos de la Kriegsmarine ya estaba echada.



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