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Religiones y El Nuevo Despertar de la Conciencia

De religiones vamos, de religiones pues. El Pensamiento Positivo prosigue con la saga de “El Nuevo Despertar de la Conciencia”, esta vez con el tema de las religiones.

La vida es una constante transformación. Evolucionar y adaptarse. Todo cambia, como dijo aquel, antes los culos iban dentro de las bragas, y ahora son las bragas las que, en muchos casos, van dentro de los culos. Y no pasa nada. Y bien bonito que es... esto sobraba, ¿Verdad?


link: http://www.youtube.com/watch?v=PW5r6NyTzGQ

Desde que tenemos constancia, las diferentes culturas humanas han ido adoptando sistemas de creencias relacionadas con todo aquello que está más allá de su comprensión. Desde la armónica interrelación con la Naturaleza, hasta las más fanáticas y brutales obediencias a credos e ídolos.

El Diccionario define la religión como el “complejo de relaciones que unen el hombre a Dios y los deberes que de ello se derivan”. Todo lo que no podían explicar y que les angustiaba anímicamente, fue transferido a la idea de un ser supremo generador de todo, al cual poder acudir en auxilio, pero al que deberían obedecer y rendir cuentas a cambio.

Las religiones como tal aparecen con las civilizaciones, más concretamente con las jerarquías que las gobernaban. Si existía o no Dios, primero tenía que pasar el filtro de quienes ostentaban el poder. Que eran quienes intermediaban en exclusiva con los Dioses. Y nos queda claro por la abundante información que nos ha dejado la arqueología.

Las Tablillas Cuneiformes Sumerias: Los Anunnaki

En referencia a civilización y religión, los textos más antiguos que conocemos son las famosas tablillas sumerias llamadas anunnaki. Son más de 20.000 tablillas de arcilla en la primitiva escritura cuneiforme (incisiones en forma de cuña), descubiertas hace más de un siglo.

Sobre el año 1850 Sir Austen Henry Layard descubrió miles de ellas en una excavación en Nínive, la capital del Imperio Asirio, ubicada cerca de la actual Mosul a unos 400 km. De Bagdad, en Irak.


Las tablillas están datadas entre 6000 y 4000 años de antigüedad, por lo cual pertenecen al período del primer Imperio conocido, el sumerio, el origen oficial de todas las civilizaciones.

El término Anunnaki no se refiere a una raza o especie, sino que es una definición: Los escribas de las Tablillas llaman sus dioses o seres gobernantes los AN.UNNA.KI: los hijos de Anu Dios del Cielo, cuya traducción es Cielo, y su hermana Ki (Tierra), y su significado más aceptado sería “Aquellos que del Cielo a la Tierra Vinieron”. Esta frase es la idea central de todo el revuelo que genera el tema anunnaki.

Las tablillas, entre otras muchas cosas, describen el sistema solar, con las posiciones, órbitas y tamaños de los planetas, con relativa precisión. Tanto que algunos planetas tuvieron que esperar a ser descubiertos en el S. XX, posteriormente a la aparición de las tablillas en el S. XIX.

Estos conocimientos han sido suprimidos de la educación oficial. Es evidente el motivo: La ciencia oficial no tiene manera de explicar cómo, habiendo descubierto, por ejemplo, Urano hace menos de tres siglos (1781), podían conocerlos con tal detalle hace cinco mil años. Ni modo.

No pretendo hacer una relación cronológica y detallada. No quiero aburrirte, además, eso quedaría en el campo de la especulación interesada. Tampoco espero que creas mis palabras sin más, solo expongo esta información contrastada para que, de desearlo, pienses en ello y hagas uso del sentido común. No me dirás que no soy un tío güay.

En resumen, esas tablillas narran que hace unos 450.000 años vinieron de las estrellas unos seres de aspecto reptiloide, tecnológicamente muy avanzados, que nos colonizaron y nos crearon para su servicio. Cruzando genéticamente su propio ADN con los homínidos primitivos.

En realidad, los escritos de las tablillas solo sugieren inseminaciones de óvulos, todo lo demás son añadidos o interpretaciones. Estos escritos, que son la base del resto de religiones posteriores, no hablan de Dioses, sino de seres superiores gobernantes.

Loa anunnaki eran los hijos de Anu, el Dios del Cielo, y que con sus hijos (hermanastros) Enki, Dios de la Tierra y Enli, Dios del Aire y los Vientos, formaron la primera Trinidad divina de la Historia. Los dos hermanastros fueron los que vinieron a la tierra.

Muchos son los expertos, incluidos teólogos, que ven en los escritos sumerios el origen de, por ejemplo, los relatos bíblicos. Desde la Creación, Adán y Eva, el Ángel Caído (la serpiente Lucifer/Satanás), Caín y Abel, El jardín del Edén, el Diluvio Universal, Noé o la Torre de Babel.

Siendo estos copias de otras culturas, a su vez recopiladas de conocimientos anteriores. Y que retrocediendo en el tiempo nos llevan invariablemente hasta el origen conocido, los extensos relatos cuneiformes de la antigua civilización sumeria.

Pueda parecerte algo burdo el sistema descriptivo utilizado en las tablillas. Pero el modo de manipulación, la manera de contarlo, no puede ser igual para una sociedad primitiva de hace 5 o 6 mil años, que para una con los conocimientos, medios de masas y la tecnología actual.

Es bastante lógico. Ahora necesitas adoctrinamiento escolar, campañas de marketing, bombardeo de medios de comunicación, decir tropecientas veces “está comprobado científicamente”, y aún así te montan una manifestación.

En cambio, a los indios nativos de la conquista española (y solo 500 años atrás), bastaba con regalarles unas cuentas de colores y unos abalorios, y pegarles cuatro arcabuzazos. Y rematarlos pos si acaso, claro.

Los Anunnaki y Zecharia Sitchin: La Manipulación

En cuanto a las tablillas sumerias, muchos investigadores se han dedicado a estudiarlas, desde Adolph Leo Oppenheim (1904-1974) a Samuel Noah Kramer (1897-1990). Sin embargo el más conocido, y casualmente el más publicitado por los medios de comunicación, es el azerbaiyano Zecharia Sitchin (1920-2010).

Sitchin fue un gran erudito, pero que incluyó varias falsedades sobre las tablillas. Lo primero que debes saber es que fue un reconocido masón Illuminati. Trabajó al servicio del poder en las sombras.

Como agente desinformador, gran parte de sus libros, al menos cinco, fueron editados por Bear and Company, famosa editorial auspiciadora, entre otras, de la inconsistente teoría pleyadiana.

Hay que decir que lo del pleyadiano comandante Ashtar Sherán tiene su miga, es como una mezcla del arcángel Gabriel y David Bowie con el vestuario de Torrente. Es de traca total.

Y mantuvo contactos con la jerarquía jesuita Illuminati. Incluso hay abundante información sobre su estrecha relación con Monseñor Corrado Balducci, portavoz oficial vaticano de las teorías extraterrestres.

Sí, sí, lo has oído bien, un miembro de la Curia Vaticana, el órgano superior del gobierno de la Santa Sede, impulsor y colaborador (algunas voces incluso indican que instigador en la sombra), de investigaciones y divulgación sobre vida extraterrestre. Vivir para ver.

Aunque la obra de Sitchin es profusa y quizá la más completa sobre los textos sumerios, una parte de ella está literalmente fabulada, como el” Libro Perdido de Enki”.

Su trabajo contiene constantes trazos de invención novelesca, cuyo máximo exponente es su famoso planeta Nibiru, del que procederían los anunnaki y que atravesaría el Sistema Solar cada 3.600 años.

Lo cierto es que en ningún lugar es citado en las tablillas. No se habla de él, solo hacen referencia al planeta Neb Heru, que podría ser Júpiter o Mercurio, el mismo que para los egipcios era Venus.

La motivación es evidente: para el advenimiento del Nuevo Orden Mundial, “un solo gobierno, una sola moneda, una sola religión”, se necesitará crear el clima para la llegada de un nuevo Mesías. Y el supuesto retorno cíclico del planeta, por su órbita elíptica, vendría como anillo al dedo.

Enlaza a la perfección con el Proyecto Blue Bean, que aparte de destrucciones y “descubrimientos” arqueológicos y telepatía por tecnología electrónica, conlleva apariciones holográficas extraterrestres y fenómenos sobrenaturales alienígenas. Todo ello para dar razón al advenimiento de la nueva creencia o religión.

No creas que esto sean fantasías de ciencia ficción, la tecnología para hacerlo hace mucho que existe. Y ligándolo con la vuelta del planeta Nibiru, el espectáculo estaría servido. No te extrañes, ya montaron un circo parecido hace unos dos mil años y aún está en pleno rendimiento. Más adelante hablaremos de ello.

Otra invención de Sitchin fue la del oro: Según él, los anunnaki vinieron en busca de oro, elemento necesario para proteger la dañada atmósfera de Nibiru. Y para ello excavaron minas. Primero por los propios anunnaki, pero después de diversos problemas, decidieron crear, por manipulación genética en hembras homínidas, trabajadores esclavos, los LU.LU. Estos serían nuestros antepasados según la versión de Sitchin.

Otra vez es falso, en los textos nunca se habla ni de búsqueda de oro, ni de minas, ni de mineros. Ni de Nibiru y su supuesta atmósfera como ya hemos visto. Lo único parecido, sobre grandes obras en las tablillas, trata de excavaciones en los ríos Tigris y Éufrates, para cambiar su curso.

Y otra vez podemos ver claramente la finalidad del intento de manipulación: desviar la atención sobre el verdadero motivo de su llegada. Y de que aún sigan aquí, nosotros. Es nuestra energía, las emociones que generamos, lo que les trajo, y sobre todo, el fundamento para crear el Matrix: servirles de sustento energético, ser su alimento.

Curiosamente, algo muy parecido venían a decir los antiguos toltecas. Ellos hablaban de unos entes inorgánicos, “Los Voladores”, que aparecieron de las profundidades del Universo en una era anterior. Y descubrieron unas formas de vida, nosotros en un estado evolutivo primitivo, que generaban una energía vital para ellos.

Estos Voladores quedaron desde entonces entre nosotros, metabolizando nuestra energía vibracional. Alimentándose de nuestros emociones. Según estos naguales toltecas, cambiaron nuestra naturaleza para “refinar” esta energía. Ellos dicen que nos hicieron un regalo, “La Instalación Foránea”.

Esto no es otra cosa que cambiar el punto de encaje, el lugar en el cuerpo energético por el que se percibe. Y que según su posición, crea una realidad u otra. Al cambiar la posición de este punto, cambió la energía que recibíamos y el mundo que interpretábamos.

Lo que llamaron Instalación Foránea (foránea, puesto que no era propia del ser humano), no era otra cosa que el pensamiento racional, denominado por los hombres de conocimiento toltecas, el ámbito de la bestia. Nos crearon como seres humanos. Según ellos, cuanto menos racional, más abierta está la percepción. En contacto con el Todo energético.

Pero, al concentrar la conciencia y atención en el campo racional, nuestra percepción queda dramáticamente reducida al mundo material. En el plano de la realidad física, podemos alcanzar mucha mayor destreza y eficacia que otras formas de vida menos evolucionadas.

Queda perfectamente comprobado en este planeta con los humanos y los animales: Nosotros matamos y destruimos más y mejos. Pero por contrapartida, perdemos la conexión con el infinito. Ganamos el microscópico campo racional humano y perdemos el Universo, para beneficio de nuestros depredadores energéticos.

Sin embargo, es importante resaltar lo que concluían estos brujos indios: que si no hubieran aparecido estos seres inorgánicos, aún estaríamos despiojándonos en cuevas o en las ramas de los árboles. Da que pensar, ¿Verdad?

Las Religiones y Los Dioses Reptiles Venidos del Cielo

Pero lo cierto es que muchos pueblos, muchas culturas, cuentan la misma historia de formas diferentes: La aparición de seres de aspecto reptil venidos de las estrellas que nos crearon. Esos Dioses creadores están en todas las latitudes y en todas las épocas:

En Japón los Emperadores descienden de los Dioses Dragón que bajaron del Cielo. En China la Diosa serpiente Nukua procreó al hombre. En la India los Nagas son Dioses reptiles que crearon los reyes.

En África son llamados Chitauri. Los Reyes africanos dicen descender de Dioses serpientes que bajaron del cielo. Antiguas leyendas de la tribu de Nyoro en África cuentan que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones y fundaron la humanidad.

Los mayas decían ser gente serpiente. Su Dios Sol Trueno era el dragón Kukulcán Los aztecas fueron creados por una mujer serpiente. Uno de sus Dioses más importantes es Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada.

Los indios Hopi norteamericanos dicen que dioses serpiente bajaron del cielo para procrear con ellos, y son llamados Hermanos Serpiente. Los aborígenes de Australia creen que descienden de una raza humana dragón, y que hay una raza reptiliana que vive bajo tierra y que gobierna a los humanos. Y hay muchos más ejemplos.

Ya es casualidad que con milenios de diferencia y en todo el mundo, siempre se les ocurra imaginarse que los que crearon al ser humano o a sus dirigentes, fuesen seres reptiles venidos de las estrellas. Es normal, yo es lo primero que pensaría, un platillo volante lleno de lagartos con ganas de fecundarnos. Lógico. Es de cajón, ¿O no?

Bueno, podría haber otra lectura: que si vinieron los lagartos, sería para copular con nosotros por la puerta de atrás… tú ya me entiendes. Esto ya cuadra más, sino ¿A qué iban a venir? A darnos, digo yo.

Ves, ya se me ha ido la pinza otra vez. Como me dejas hablar pasa lo que pasa. Venga, sigamos. En realidad, si lo analizases sin prejuicios, no sería contradictorio ni con las teorías de la evolución, ni con los dogmas religiosos de un Dios creador. En verdad, podría compaginarse en los dos casos.

Pero claro, entraría en conflicto con quién está realmente detrás de ellos… el Poder ¡Ya salió la bicha! Los que mandan de verdad, y cuya sombra gigantesca y tenebrosa planea sobre todo y sobre todos. Los carceleros de la mente. Los instigadores del Matrix.

Siguiendo con las tablillas anunnaki, su información convertida en mitos, entrelazada con las creencias del cazador recolector que vimos en el anterior capítulo, formaron el armazón de las religiones que irían apareciendo durante los milenios siguientes.

Todas, en mayor o menor grado, toman como base las viejas leyendas, previas y posteriores a las civilizaciones, cambiando los nombres y variando las historias, para conformar sus dogmas.

Vayamos entonces hasta las que con mayor predominancia han configurado el mundo que conocemos en la actualidad. Las que aún conviven con nosotros como si fueran propias, como si realmente hubiesen aparecido, originales y puras, encajando a la medida con nuestra sociedad. Como han ido haciendo, una y otra vez, desde la noche de los tiempos.

Las tres Religiones Monoteístas: Las Religiones Abrahámicas, el Judaísmo

Las tres grandes religiones monoteístas, el judaísmo, cristianismo e islamismo, tienen el mismo origen. Son las llamadas religiones Abrahámicas o del Libro. El Judaísmo, la más longeva, se basa en el Tanaj, 39 libros cuyo eje central son los cinco libros sagrados denominados la Torá:

El Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Son la llamada tradición oral, y que según ella fue dictada a Moisés por su Dios Yahvéh, palabra por palabra, en el monte Sinaí hace más de 3.323 años.

Sin embargo, cronológicamente aparecen documentados solo después del traslado y cautiverio de los judíos del Reino de Judá a Babilonia (586/537 a E.) tras su conquista por Nabucodonosor II. Los pertenecientes al Reino de Israel lo hicieron antes, derrotados por los asirios el 722 a E., y llevados a Nínive.

Las diversas nominaciones de los textos son debidos a interpretaciones linguisticas y estilísticas, no a la datación física de los mismos: La fuente J o yahavista (950/850 a E). La E o elohista (850/751 a E). La D o deuteronómica (621 a E), y la P o presbiterial (600/450 a E)

Es común reconocer que fueron los levitas, los descendientes de la tribu de Leví, que por designio divino formaban la casta sacerdotal judía, los creadores materiales de los cinco libros sagrados.

Basados en mitos y creencias de sus conquistadores durante su cautiverio. Mitos que nos retraen, una vez más, a las tablillas annunaki sumerias. Siempre acabábamos volviendo al misterioso origen sumerio común.

Según el director del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, el arqueólogo Israel Finkelstein, nada sospechoso de ser antijudío o conspiranóico, los datos de los textos sagrados no son fiables:

Desde Abraham trasladándose con camellos cuando aún no habían sido domesticados (S.X a E.), la caída de Jericó cuando no existía, hasta ciudades filisteas antes del surgimiento de los filisteos (1200 a E.).

O copias de otros textos más antiguos: Moisés salvado de las aguas, del relato del rey Sargón I de Asiria, Sargón de Acad, 1000 años anterior, del 2300/2250 a E., la creación del hombre, del poema babilónico Enûma Elish, 1200 a E., o el Diluvio Universal, del poema de Gilgamesh sumerio, 2000 a E..

Sus conocimientos y evidencias arqueológicas le llevan a la conclusión de que los libros sagrados son obra de la imaginación y no corresponden a casi ningún hecho histórico demostrable.

En una entrevista para el diario argentino La Nación, el 25 de Enero del 2006, llega a afirmar que “el Éxodo no existió”. Recordemos que se trata de una autoridad arqueológica de Israel.

Posteriormente, la Mishná y el Talmud, el otro cuerpo de textos canónicos hebreos, son recolecciones e interpretaciones posteriores de los textos sagrados, hechos por amorreos, rabinos y eruditos.

Religión Cristiana y Constantino I

Por su parte, el Cristianismo como tal, lo crea el Imperio Romano por medio del Emperador bizantino Constantino I el Grande el S. IV de nuestra era. Fue una estratagema política para, entre otros motivos, neutralizar a las diversas ramas, principalmente arrianas y gnósticas, continuadores de la secta judía esenia, potencialmente peligrosas para el poder instituido.

Aunque hay quienes dicen que los verdaderos creadores, por ejemplo de los Manuscritos del Mar Muerto fueron, en realidad, los Saduceos. Bueno, fuesen quienes fuesen los que expandieron en origen esos conocimientos, al parecer eran muy molestos para las élites dominantes.

Antes que nada, puntualicemos algo: lo cierto es que para muchas de las sectas existentes en ese momento, Cristo era la primera criatura creada por Dios, de la que provenía el resto de la Humanidad. Para otras, el nombre que se daba a sus profetas. Y para otras más, el elegido que traería el nuevo Reino de Dios, el Mesías.

Además, Cristo (interpretado como ungido o elegido de Dios), es una acepción empleado prolíficamente a lo largo de los tiempos por diversas religiones, aunque con distinta etimología. Es, por así decirlo, una definición común, no exclusiva del cristianismo.

Prosigamos, las razones para entender la creación de la Iglesia Católica hay que verlas en su contexto histórico:

Erase una vez, que tras un convulso siglo III, con guerras civiles, crisis económicas, pandemias y revueltas, el Emperador Diocleciano creó un complicado sistema de gobierno, la Tetrarquía, con dos Augustos y dos Césares. Los emperadores mayores eran los Augustos, y los menores, los Césares, que sucederían a los Augustos. Vamos, un lío romano.

A principios del S. IV quedaron divididos en Imperio Romano de Occidente y de Oriente, Roma y Bizancio. Cuando abdicó Diocleciano el año 305, dejó a 7 posibles pretendientes al título de Augusto: Maximiano, Galerio, Constantino, Majencio, Maximo Daia y Licinio, junto a Domicio Alejandro, que lo intentó en África.

Un período de casi veinte años de sangre y guerras civiles esperaba. Para no complicarnos, después de sacarse los ojos entre ellos, el más hábil y astuto, ganó terreno. Y éste no fue otro que Constantino. En un primer momento fue coronado Augusto el año 306, en la Britania romana por las tropas del general Croco, después de la muerte de su padre Constancio Cloro.

Aunque el resto, o mejor, los que iban quedando vivos, no se quedaban cortos. Era como La Matanza de Texas, pero a lo bestia. El maquiavélico Constantino vio claramente que para mantener su poder, necesitaba la unidad del imperio, y no solo política, sino también religiosa.

Por tanto, las sectas cristianas fueron legalizadas, o más bien toleradas, con el fin de atraerlas para si: Primero por el Edicto de Nicomedia en el año 311, pero firmado por Licinio y Galerio, que se le adelantaron sagazmente.

Y por el Edicto de Milán en el 313 por Constantino, pero en este caso, para ganar mayores apoyos, junto con el resto de religiones. No te preocupes si te parece complicado, es como la selección natural, o comes o te comen. Civilización en estado puro. Era como ahora, cuatro sinvergüenzas de… estiercol intentando engañar a la gente para su beneficio.

Los Edictos de tolerancia, con su libertad de culto, espolearon el ánimo de revancha de las sectas, llegando a generar graves desmanes y revueltas. Fueron especialmente virulentas y sanguinarias las persecuciones de los cristianos más fanatizados sobre otras religiones, incluidos otros grupos cristianos, a partir del Concilio de Ancyra del 314.

La venganza no tiene colores, y las víctimas se convirtieron en verdugos. Ya no abandonarían su papel. Más adelante, y por casi dos milenios, la jerarquía católica dará un ejemplo implacable de intolerancia y crueldad.

En ese momento, Constantino comprende que necesita unirlos a todos para su causa. Y esta no era otra que el control absoluto del Imperio. Y para ello precisa unidad. Necesita conseguir que no solo los cristianos, sino todas las religiones, y después los ciudadanos, deban obediencia a un solo Dios, y por ende, a un solo Emperador.

Es Constantino quien utiliza por primera vez el término “católico”, en una carta al procónsul de África, Anulino, del año 313 y en que cita literalmente “catholica ecclesia”. Proveniente del adverbio griego katholou, en general, y que venía a significar “universalmente reconocida”.

A partir del año 313, los líderes y sus facciones quedan delimitados a Licinio en Oriente y Constantino en Occidente. Definitivamente, y después de inacabables baños de sangre, el año 324, Constantino derrota definitivamente a Licinio en las batallas de Cibalis, Adrianópolis y Crisópolis, con lo que consigue el poder absoluto sobre todo el Imperio. Se hace el Puto Amo.

En ese momento ya era evidente la supremacía del Impero Romano de Oriente o Bizantino, frente al declive del de Occidente o de Roma. Por lo que Constantino trasladó la capital de Roma a Bizancio, la actual Estambul, y la renombró como Nea Roma Constantinopolis (Nueva Roma de Constantino). Posteriormente, y en su honor, fue llamada Constantinopla o Constantinopolis.

También, con su victoria, volvió a unificar los dos Imperios, aunque solo duró desde el año 324, después de la victoria sobre Licinio, hasta la muerte de Teodosio I en el año 395.

La Creación de la Religión Cristiana, el Concilio de Nicea

Y entonces inicia su postergado plan de unificación religiosa. Fue en el Concilio de Nicea del año 325, ciudad de la Anatolia turca actualmente Iznik, sede del Palacio de verano imperial, donde se creará e instituirá legalmente la nueva Iglesia Cristiana que se llamará Católica Apostólica, en el primer concilio ecuménico universal.

La parte del Concilio en sí, prefiero obviarla, porque el relato del mismo resultaría demasiado sensacionalista y escabroso. Un auténtico pufo amañado por los poderosos, sin ánimo de ofender a nadie. Para comprender la relación de poderes, baste decir que el Emperador ejerció durante el mismo como “Pontifex Maximus”, o sea, Sumo Pontífice: más claro, agua.

En Nicea se darán forma y unificarán toda una serie de mitos y creencias anteriores. Una amalgama artificial para el control político. Resumida en el credo niceno, por cierto, redactado en griego, no en latín. Pero Constantino nunca abrazó la religión cristiana, que no existía hasta entonces tal como la conocemos, sino todo lo contrario, la creó como arma política.

Él siempre mantuvo su fidelidad a una mezcla de mitraísmo (una derivación del culto indoario a Mitra), con la adoración al Sol Invictus (el mito solar de nuevo), que hacía del Emperador el Pontifex Solis Invicti. Tanto que el mismo no se bautizó sino hasta que estuvo en el lecho de muerte el año 337.

Y fue un obispo arriano, no católico, Eusebio de Nicomedia, quien lo hizo, con lo cual no fue en el reciente catolicismo apostólico. Sabedor, mejor que nadie como principal promotor, que la nueva religión era una invención consensuada por las élites de su época, de credos más remotos.

En justicia, fue Teodosio quién, más tarde, declaró el cristianismo como única religión oficial del Imperio Romano, con el Edicto de Tesalónica el año 380. Pero la autoría de su creación debe reconocerse a Constantino. Y lo hizo tan bien, que al cabo del tiempo, una religión de Estado, acabó convirtiéndose en Estado, la Santa Sede.

A partir del cambio de capital, algunas familias patricias romanas, nobles, iniciaron la recuperación del poder perdido infiltrándose en la incipiente clase religiosa, el alto clero, la nueva nobleza.

Con el paso del tiempo acabarían siendo las élites de La Santa Sede, ubicada en la ciudad de El Vaticano. Aunque su recorrido como ente legal independiente empieza el año 752, bajo el papado de Estaban II con los Estados Pontificios.

"La Donación de Constantino" o el Fraude de los Estados Pontificios: Supuestamente Constantino reconocía en el año 337 al Papa Silvestre I como soberano de Occidente y Roma, y el derecho a gobernar como monarca en sus territorios. Pero fue una falsificación creada por el Papa Silvestre II sobre el 750 para legitimizar su poder político.

Bueeeno, quitemos hierro, como curiosidad, los arrianos eran una secta que, entre otros dogmas, no aceptaban la absoluta divinidad de Cristo, para ellos Cristo no era Dios, solo su hijo. Vamos, era una cuestión de galones.

Y al ser un peligro para el poder establecido, sus tesis acabaron perdiendo, considerados herejes, y finalmente perseguidos. Y precisamente de ahí proviene la frase “y se armó la de Dios es Cristo”, ¡Fíjate que cosas! Mira si viene de atrás.

No intento burlarme de las creencias religiosas de nadie. En absoluto. Si la religión sirve para que un ser humano sea mejor persona, sin violentar a sus semejantes, debe ser respetada como cualquier otra idea.

Solo intento poner en el camino de quien así lo desee, información para su completa comprensión. No pretendo imponer ideas, solo doy datos. Lo que hagas con ellos, ya no forma parte de mi realidad.

Los dogmas para la nueva religión se circunscribieron a unos textos agrupados en lo que se llamó Biblia, que significaba “libros” en griego:

La primera parte de la Biblia es el llamado Antiguo Testamento, y está formado al igual que la Tanaj hebraica, por los libros de profetas e historia divina y por los cinco libros sagrados judíos, el Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Aunque los cristianos lo pasaron a llamar el Pentateuco. Exactamente la misma palabra de Dios que el judaísmo llama la Torá.

Y para crear el armazón de la nueva religión, se utilizaron escritos que hablaban de un profeta llamado Jesús de Nazaret, ¿Te preguntarás, por qué? Muy sencillo: Los judíos creían en un Mesías salvador que vendría a liberarlos y a ser el Rey de un nuevo Israel. En base a profecías de sus textos sagrados. Y de ellos derivaban la mayoría de sectas de la época.

Con Jesús mataban dos pájaros de un tiro: En primer lugar, eliminaban la creencia en una revuelta contra Roma, puesto que ese Mesías, ahora llamado Jesús, ya habría existido. Y por otro lado, unificaban un Dios elaborado a su medida. Una apuesta astuta y brillante, verdaderamente una jugada maestra.

Estos escritos eran en realidad copias, en muchos casos sin autentificar su autor u origen, y en ninguno contrastada su veracidad histórica. Es importante señalar que solo hablan de él, históricamente, esos mismos textos, digamos cristianos: los evangelios.

Tres historiadores se refieren a Christo en el caso de Plinio el Joven en su carta al Emperador Trajano entre los años 100 y 112, Chresto en el de Suetonio en la “Vida de Claudio” del año 120, y Christus en el de Tácito en “Anales” del año 117, en cortas anotaciones.

Y ninguno habla específicamente de la supuesta vida del Salvador de Nazaret, sino de generalidades aplicables a cualquiera de los muchos profetas de esa época. Y fijémonos en que, en todos los casos, se hace entre los años 100 y 120 de nuestra Era, muy lejos de los supuestos hechos. Sin relación con su biografía y nunca en relatos de primera mano.

Por otro lado, Flavio Josefo, historiador judío del siglo I, escribió dos pequeños párrafos dedicados, entre otros, a “Santiago, hermano de Jesús, quien era llamado Cristo” en Antigüedades Judías (Antiquities) de entre los años 93 y 94, conocidos como el “Testimonio Flaviano”.

Pero son considerados por la mayoría de investigadores independientes, como crónicas falsas o, más indulgentemente, interpretaciones de otros sucesos. Agravando su falta de credibilidad, hay que destacar su necesidad de congraciarse con sus benefactores romanos, después de haber sido perdonado en el año 69 por ser uno de los caudillos de la sublevación judía del año 66.

Hablar de un hijo de Dios herético para la ortodoxia hebrea (que no acepta a Jesús como Mesías, puesto que el verdadero aún ha de venir), era una traición a los judíos (que así lo consideraron), y un acto de servilismo a Roma. De hecho, ya los había traicionado durante el asedio de Jerusalén del año 70, arengándoles a rendirse enviado por los romanos: “Lamer la mano que te da de comer”.

En cuanto a las fuentes propiamente cristianas, el documento más antiguo que se conoce, que hable sobre la vida de Jesús de Nazaret, es el conocido como Papiro P52 ((Papyrus Ryl. Gr. 457, i J. Rylands Library), descubierto en 1920 y guardado en la Biblioteca John Rylands de Manchester.

Supuestamente es un fragmento del evangelio de Juan: el capitulo 18, versículo del 31 al 33 en el anverso, y el capítulo 18, versículo del 37 al 38 en el reverso. Aunque solo coincida con una traducción del Evangelio Luterano. Fue datado sobre el año 125 de nuestra Era por Colin H. Roberts en 1935. O sea, en tal caso, habría sido escrito casi un siglo después de la hipotética muerte del Mesías.

Pero los métodos de datación, por paleografía, filología y deducción, se demostraron tan inexactos y poco objetivos, que el mismo Roberts declaró sus dudas sobre el posible error de formulación. Y claro, nunca ha sido expuesto al carbono 14, lo que solucionaría su datación. Datación que, por lógica, sería mucho más tardía.

La teórica información más cercana a Jesús (casi cien años después), se vuele de nuevo a mostrar inconsistente o manipulada. No hay nada original de su época, aceptado por la comunidad científica no subordinada al cristianismo, que hable de Jesús de Nazaret. Todo son supuestas copias, o copias de copias, muy posteriores.

Nada, en esta historia encaja, si se analiza con un mínimo de objetividad. Otra cosa muy diferente es tener fe y creer en ello, lo cual no es reprobable en modo alguno. Faltaría más. Pero es evidente, que de haber realizado todos los hechos que se le atribuyen, habría llegado hasta nosotros información abundante y por diversos canales verificables.

Máxime no tratándose de un personaje secundario, sino del hijo del nuevo Dios oficial del Imperio Romano, que realizaba milagros e incluso resucitó. Información que en modo alguno aparece, al menos de un modo verificable, contrastado y creíble, incomprensiblemente de ser cierto.

Pero esto queda al arbitrio de cada uno, y quien crea en Jesús, algo perfectamente respetable, lo considerará como personaje cierto y verdadero. Nada que objetar. Y punto. “Pa los gustos están hechos los colores”.

Continuemos, en Nicea escogieron cuatro de estos textos sobre Jesús, los llamados evangelios canónicos, de Marcos, Mateo, Lucas y Juan, que fueron traducidos, corregidos y recortados en su inicio, y varias veces más a lo largo de los siglos. Y aún así, con muchas contradicciones entre si, tanto cronológicas, de situación y de acciones. Son el eje del llamado Nuevo Testamento.

El resto fueron rechazados por no encajar con los nuevos dogmas, o con la supuesta vida “oficial” de Jesús. Son los llamados evangelios apócrifos (secretos, falsos o heréticos). En Nicea hicieron “desparecer” un total de 266 (excepto los 4 canónicos), aparte de los que han ido apareciendo a lo largo del tiempo, sin ser nunca aceptados por el Vaticano.

Por cierto, eso supuso la muerte de muchas personas al finalizar el Concilio, ya que la posesión de los evangelios apócrifos fue castigada con la pena capital: Nadie debía atar cabos y descubrir el fraude. Finalmente, se añadieron otros escritos escalonadamente: Los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas, el Apocalipsis, hasta un total de 27 libros.

Pero al hablar de Jesús de Nazaret, los datos, que son muy cabezones, nos vuelven a mostrar otra realidad. Los mitos arcaicos del cazador recolector paleolítico se encuentran, aún en mayor número que en otras religiones anteriores, personificadas en él. Prácticamente todos sus mitos astrales, los solares, de constelaciones y cíclicos, marcan su supuesta vida.

Recordemos algunos: Jesús nace de una virgen (la madre Tierra que germina en la constelación de Virgo), el 25 de Diciembre, el momento en que después de encontrarse en su punto más bajo en el horizonte, el solsticio de invierno el día 21, empieza de nuevo a ascender a los cielos. Renace sobre el firmamento, como vimos en el anterior capítulo.

Una estrella marca el lugar de su nacimiento y es seguida por tres reyes, o sabios, o astrólogos orientales, según la fuente bíblica o la traducción: Sirius y las tres estrellas del cinturón de Orión, y cuya trayectoria señala, con bastante aproximación, el orto o lugar por donde sale el sol, el Dios solar, el 25 de Diciembre.

La Constelación de Virgo tiene a su estrella más brillante en Espiga o Spica (Viginis ()) y está representada por una doncella con dos gavillas de trigo y una palma en su mano derecha. Representan la cosecha, la gestación que germina de la tierra, como ya hemos explicado.

Su nombre proviene de la espiga de grano de trigo, en latín “Spica VIRGINIS”. De ahí el mito de la Virgen, la espiga que nace de modo mágico de la madre tierra, en primavera, mientras en el cielo está visible la constelación de Virgo.

En astrología se llamaba a las constelaciones zodiacales de modo genérico como “La Casa de… “y el nombre de la misma. Por eso, a la Casa Zodiacal de Virgo se la conoce, por el trigo, como “La Casa del Pan”. Pues bien, en la lengua semita hebrea que se hablaba en la Palestina de la época, Belén (Bet Lehem) significa literalmente “La Casa del Pan”.

Y más aún, en la época de Jesús, no hay constancia ni referencias arqueológicas o documentales en censos, de la existencia de Belén, excepto la de los propios textos bíblicos muy posteriores, que ya hemos visto que no pueden ser considerados fiables. Amén de que hablan, según las referencias, de dos Belén diferentes, el de Judá y el de Zabulón.

Fue posteriormente cuando un asentamiento cercano a la aldea de Efrata, que curiosamente, significa “fructífera o campo fecundo” por la fertilidad de la región (de nuevo el mito), pasó a llamarse Belén.

En el lugar se erigió la iglesia de Santa María de la Natividad, ordenada por el mismo emperador Constantino, instigador de la nueva religión, aproximadamente sobre el año 330 de nuestra Era. Poco después del Concilio de Nicea.

En realidad fue la madre del emperador Constantino, Santa Helena (¿), quien en el año 326 ordenó la construcción de la iglesia, culminada en 339

Incluso la aparición de un sello de 1,5 cm. con el supuesto nombre de bat lechem, cuya traducción sería Bethlehemdel, del S. VII u VIII antes de nuestra Era en 2012, se ha demostrado falsa:

El error de traducción se encuentra en la primera letra de la segunda línea (de las tres que contiene), que en lugar de la propuesta inicialmente como Belén, pasa a ser Hija de Lah.

Para que no quepa duda de la inexistencia de Belén, el director de la excavación, Eli Shukron, en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel, declaró en un primer momento ante el descubrimiento:

“Esta es la primera vez que el nombre de Belén aparece fuera de la Biblia […] lo que demuestra, de hecho, que Belén era una ciudad del reino de Judá […] Ahora hay una prueba de que esa ciudad existió y no se trata solo de una leyenda”.

Queda claro que para los historiadores y arqueólogos, nunca hubo evidencias de la existencia del Belén de Jesús.

El interés por encontrar restos arqueológicos bíblicos en lugares disputados con los palestinos por parte del estado de Israel, es evidente: Así puede legitimizar su ocupación y apropiación, contando además con el apoyo del Vaticano, puesto que también refuerza sus dogmas. Se juntan el hambre y las ganas de comer. La manipulación mediática se muestra demasiado burda.

Es abrumadora la evidencia de que la irrupción de Belén fue para hacerla coincidir con las profecías de Miqueas hechas en el S. VIII antes de nuestra Era, que hablaban de una Belén Efrata, de la que nacería el Mesías:

Miqueas 5:2 “ Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.

Que en realidad se referían a una saga familiar, no a un lugar, al igual que en lo que atañe al nacimiento del Rey David. Podemos verlo, por ejemplo, en el Primer Libro de Crónicas del Antiguo Testamento (Capitulo 2º, versículos 50, 51 y 54):

“2:50 Estos fueron los hijos de Caleb. Los hijos de Hur, primogénito de Efrata: Sobal
padre de Quiriat-jearim,

2:51 Salma padre de Belén, y Haref padre de Bet-gader.

2:54 Los hijos de Salma: Belén, y los netofatitas, Atrot-bet-joab, y la mitad de los manahetitas, los zoraítas”.

Profecías más tarde aceptadas como válidas en los evangelios de Lucas y Mateo, que por cierto, se contradicen en varios puntos. Con lo cual, más adelante, habría que darles verosimilitud, hacerlas reales, crear una aldea de nombre Belén. Tampoco olvidemos que algo parecido ocurre con Nazaret, pero ya nos alargaríamos mucho.

Virgo, Casa del Pan, fertilidad, Efrata, Belén: El misterio se basa en profecías y en mitos de fertilidad. Cuando indicaban el lugar del nacimiento de Jesús de Nazaret, no se referían a un sitio en la tierra, sino entre las estrellas, en la constelación de Virgo.

Prosiguiendo con las similitudes, Jesús tiene doce seguidores, apóstoles, con los que realiza milagros. El sol viaja en su periplo anual por el cielo, la traslación, con doce compañeros, las doce constelaciones zodiacales. Y en ese viaje va realizando maravillas: las lluvias primaverales y la floración, o las cosechas, según la época y sus estaciones coincidentes con las constelaciones.

Podríamos continuar, pero con su nacimiento, muerte y resurrección al tercer día, que ya vimos en capítulo primero, vemos claramente la repetición de creencias arcaicas utilizadas por los humanos desde incluso antes que las civilizaciones.

La Religión Cristiana y el Antiguo Egipto: Orígenes Sumerios Anunnaki

Cuando entramos en el Antiguo Testamento, especialmente la Torá o Pentateuco, anteriores a Jesús, nos encontramos con mitos posteriores a los cazadores recolectores, recopilados de otras religiones, principalmente egipcias, y que son reinterpretaciones de los escritos sumerios.

En el Libro de los Muertos del Antiguo Egipto (Reu Nu Pert Em Hru, “Libro de lo que Vendrá Algún Día”), hallamos en el ritual del Pesaje del Corazón, el Sortilegio 125 (extraído del famoso Papiro de Ani, 1240 a E., guardado en el Museo Británico). En él, el Dios funerario Anubis llevaba al fallecido ante Osiris, padre de Horus y Dios, entre otras de la Resurrección, en el Duat o Inframundo.

Y lo hacían declarar las 42 confesiones negativas a los 42 dioses-jueces (uno por cada nomo o división territorial del Antiguo Egipto) para probar su inocencia. Escucha alguna de ellas:

2. Oh “quien abraza la llama” que viene de Kher-aha, no he robado.
4. Oh “tragadora de la sombra” que viene de Qernet, no he asesinado.
8. Oh “la furibunda” que avanza y retrocede, no he dicho mentiras.

Y así, de entre las 42, hasta en diez de las mismas, encontramos semejanzas que nos son muy conocidas: Los Diez Mandamiento del decálogo judío y posteriormente cristiano, están copiados del Libro de los Muertos egipcio. Eliminando la deidad a la que se invoca, y cambiando la negación en pretérito perfecto por futuro de indicativo: No he robado, por no robarás.

El Padrenuestro bíblico es otro ejemplo, aparte de las diferentes formas utilizadas entre los dos supuestos evangelistas que lo citan, parece que Lucas se inspiró en Mateo, o sea, copias de copias de copias. Pero como casi siempre, encontramos una oración similar egipcia muy anterior, la “Oración del Ciego”, también en el Papiro de Ani antes mencionado.

Malintencionadamente, desde círculos mediáticos fundamentalistas, se intenta confundirlo con “Las Máximas de Ani”, del Papiro Boulaq XXI (XVIII ª dinastía), descubierto por Auguste Edouard Mariette Bey y que se encuentra en el Museo de Boulaq, en El Cairo.

Comparando su “Himno a Atón” con una oración del Libro de Los Muertos, para después asumirlos como la inspiración y origen de la “Oración del Ciego”, evidentemente sin ningún sentido ni lógica. Intentando confundir y falsear la evidencia.

Además, si bien los dos papiros pertenecen al mismo escriba, Ani, por eso los nombres, “Papiro de Ani” y “Máximas de Ani”, no son el mismo papiro. El primero está en el Museo Británico, y el segundo en el Cairo. Otro claro intento de manipulación.

Nada en la Biblia es original. Y con ello incluimos judaísmo y cristianismo. Todo son reelaboraciones de mitos y creencias que se han repetido por todas las culturas aparecidas desde los inicios. Tienes un pequeño recuento en el primer capítulo de la serie de “Los putos Amos, Historia de las Élites Financieras”.

Las Religiones Abrahámicas, el Islam

Siguiendo con nuestra andadura, el Islam es la tercera religión “Abrahámica” en aparecer. Su inicio se data en el año 622, en que el profeta Muhammad emprendió su exilio a Medina. Periplo conocido en el Islam como la Hégira. Esta es la fecha que marca el principio de la cronología musulmana.

Sus libros sagrados son, al igual que en las anteriores, el Tauret (At-Tawrat), que es la misma Torá judía o Pentateuco cristiano, o sea, el Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio; el Zabur (Az-Zabur), que son los Salmos del Rey David (o Dawud en árabe) y el Injil (Al-Injil), que son los Evangelios cristianos base del Nuevo Testamento.

Pero su libro más importante es el Corán. Según los musulmanes el arcángel Gabriel se lo reveló al profeta Muhammad, que los occidentales llamamos Mahoma (Mohammed Abu l-Qāsim Muḥammad ibn ʿAbd Allāh al-Hāšimī al-Qurayšī), entre el año 610 y el 632.

Para ellos, Muhammad es el último y el "más grande de todos los profetas". Y como podemos comprobar realizó el mismo proceso que en las anteriores religiones: reinterpretó los escritos sagrados judíos (preñados de mitos sumerios), por medio de revelaciones.

Al igual que el Talmud judío y el Nuevo Testamento cristiano: A Moisés dicen que se los reveló Yahvéh (Yo Soy El Que Soy), a Jesús el Dios Padre Edonay (El Señor), y a Muhammad el arcángel Gabriel. Aunque el único que se ha podido demostrar históricamente real haya sido Muhammad.

Para el Islam, y haciendo una interpretación muy simplista, el judaísmo seria la infancia del ser humano, momento en que el niño necesita de las normas y reglas. El cristianismo la pubertad y adolescencia, donde se rompen los condicionamientos y se buscan nuevos horizontes. Y el islam representaría la madurez, el equilibrio entre los extremos.

Una visión del Islam pretendió unificar al severo Dios Juez del Antiguo Testamento con el Dios del Amor del Evangelio. Todos entrelazados desde su inicio, en modos y formas, y sobre todo unidos en lo que siempre se nos pasa, o intentan que se nos pase, por alto, el origen.

El Origen de las Religiones, la Manipulación

Todos provienen de unas creencias comunes, traspasadas desde los originales principios sumerios. Y parece increíble que teniendo las mismas raíces, puedan haber estado, y continuar, enfrentados de una manera tan feroz ¿Quieres saber por qué? Alucinarás pepinos.

En el Libro del Génesis capitulo 17, Yahvéh hace su famoso Pacto Abrahámico, el pacto con Abraham, el patriarca judío (y también árabe):

“Yo soy el Dios todopoderoso […] voy a hacer un pacto contigo: voy a hacer que tengas muchos, muchos descendientes [...] de ti nacerán muchas naciones y muchos de tus descendientes serán reyes […] Este pacto que hago contigo, lo hago también con tus descendientes, y no tendrá fin”.

Para los judíos, no sin cierta lógica, ellos eran ese pueblo elegido por Dios. Pero para los cristianos, Jesús, al ser judío, era descendiente del hijo primogénito de Abraham y su mujer Sara, Isaac. Y para los musulmanes, su profeta Muhammad, como árabe, era descendiente del hijo mayor de Abraham y de su sierva egipcia Agar, Ismael.

La razón de tener el derecho a ser los portadores de la única verdad divina, residía en que unos eran el pueblo elegido, otros los descendientes del primogénito legal, y los otros los sucesores del hijo mayor natural. Por eso millones de personas se han asesinado y cometido atrocidades durante siglos. Normal.

Y no hablemos del mismo Yahvéh, y aquí menos que nunca quisiera ofender a nadie, pero no podemos pasar por alto el monstruoso genocidio que nos relata el Antiguo Testamento. La recopilación de personas asesinadas por Yahvéh o su pueblo por su mandato (puedes ver los datos desglosados aquí) nos da la cantidad de 2.287.087 seres humanos exterminados.

Aquí no están contabilizados muchos casos como por ejemplo: El Diluvio Universal (Génesis 7:23), la 7ª plaga de Egipto (Éxodo 9:25), la matanza de los primogénitos egipcios (Éxodo 12:29-30), el ahogamiento del ejército egipcio (Éxodo 14:8-26), la masacre de las 60 ciudades (Deuteronomio 3:3-6), y muchos más, puesto que la Biblia en estos casos no da cifras. Aproximadamente se multiplicarían por diez.

Religiones: ¿Yahvéh, Edonai, Alá o Enlil Lucifer?

Y la pregunta es evidente: Y ese ser brutal, cruel, violento, sanguinario y vengativo… ¿Es el Dios del Amor que venció al Maligno?, ¿De verdad? Muchos han creído ver en Yahvé, o Dios o Alá, agazapado bajo sus disfraces, al terrible Enlil de las tablillas anunnaki sumerias.

De hecho, se ha especulado mucho con la posible farsa de lo que las élites llaman Historia y otros llamamos el Matrix: si Enlil, el irascible y negativo, es Yahvé, quizás hayamos estado adorando a Satanás, sin saberlo. No hay pero esclavo que el que no sabe que lo es.

Con lo cual estaríamos resonando en vibraciones bajas del miedo: El alimento energético de Aquellos que del Cielo a la Tierra Vinieron. Aunque esto debo reconocer que si es especulación, pero dicho queda. Ahora ya me puedes correr a boinazos, por mi puedes tirar de la cadena.

Como ya he sobrepasado el límite de tu paciencia, habrá que pasar al plan B. El plan B, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, era conocido en círculos secretos de iniciados como “El Que Viene Después Del A”…

¿Lo has entendido, no? Si yo iba para mucha cosa, pero me fui estropeando por el camino. Lo que se ha perdido el mundo. En fin, ¿Mejor me voy, no? Vale, vale. Te espero en el próximo capítulo de “El Nuevo Despertar de la Conciencia”, soy Xavier Arriarán del Pensamiento Positivo, tú no y a ser buenos.

Xavier Arriarán

El Pensamiento Positivo
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