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Escepticismo sobre la reconstrucción de Gaza

Más de cinco semanas después de que terminara la guerra entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza, decenas de miles de personas cuyos hogares fueron destruidos o gravemente dañados en el curso de los combates siguen viviendo en escuelas, tiendas y otros refugios abarrotados. En algunas de las áreas más castigadas, los desplazados han levantado tiendas de campaña junto a los escombros de lo que una vez fue su hogar.



Una bandera palestina y otra de Hamas (a la derecha) ondean sobre los restos de una casa que, según testigos, fue destruida durante las siete semanas de la ofensiva israelí, al este de la ciudad de Gaza, el 3 de septiembre de 2014. (Foto: Suhaib Salem / Reuters)

Sin embargo, a pesar de sus apremiantes necesidades, los esfuerzos de reconstrucción siguen obstaculizados por el bloqueo egipcio-israelí de Gaza y por una lucha por el poder no resuelta entre el grupo militante islamista Hamas y el presidente palestino Mahmud Abas, apoyado por Occidente.

Las personas que están participando en la reconstrucción dicen que este estancamiento llegará a su fin la próxima semana con la celebración de la conferencia internacional de donantes en El Cairo. Allí, Abas pedirá 4.000 millones de dólares para Gaza, incluyendo las tareas de reconstrucción o reparación de más de 60.000 casas y 5.000 empresas.

Una vez que se obtenga el dinero, la ONU deberá asegurar que grandes cantidades de materiales de construcción entren en Gaza, a pesar del bloqueo. Según el acuerdo alcanzado, Israel suavizaría paulatinamente las restricciones, mientras que Abas —que perdió Gaza a manos de Hamas en 2007— recuperará el control del territorio y garantizará que el cemento y el acero destinados a la reconstrucción no son desviados para otros propósitos.

Pero James Rawley, un destacado miembro de la ONU implicado en la reconstrucción, ha reconocido que el acuerdo es frágil.

“Tenemos la oportunidad de hacer algo por las vidas de la gente de Gaza”, dijo Rawley. “Pero para eso, necesitamos que todas las partes cooperen y trabajen duro, ampliando, entre otras cosas, la capacidad de los puestos fronterizos” de Israel con Gaza.

El escepticismo acerca de los esfuerzos de reconstrucción es algo generalizado en Gaza. La reciente guerra de 50 días ha sido la tercera en este territorio en tan solo cinco años. Muchas casas destruidas en las guerras anteriores no han sido todavía reconstruidas.

Durante los últimos combates, Israel lanzó miles de ataques aéreos contra lo que denominó objetivos vinculados con Hamas y todo su poder de artillería contra comunidades limítrofes que, según dijo, habían sido convertidas en bases militantes. Hamas disparó miles de cohetes y morteros contra Israel durante la guerra. Según la ONU, murieron más de 2.100 palestinos, en su mayoría civiles. Israel perdió 66 soldados y seis civiles.

En Juzáa, un pueblo agrícola fronterizo, las autoridades locales dijeron que más de una tercera parte de las 2.800 casas y apartamentos fueron destruidos o dañados. La semana pasada, una ONG internacional estableció varias decenas de casas prefabricadas de metal en un barrio, con un coste de 6.000 dólares cada una, en lo que tal vez haya sido la primera iniciativa de reconstrucción en Gaza.

Hamdan al Nayar, de 55 años, cuya familia de ocho miembros estuvo durmiendo durante varias semanas en una casucha de tablas y plásticos del mencionado barrio, recibió una de las pequeñas caravanas. Pero espera que esta solución provisional no se convierta en permanente.

“No queremos permanecer en los remolques durante mucho tiempo y esperamos que reconstruyan nuestras casas”, dijo Al Nayar.

Las perspectivas de las casas que están siendo reconstruidas parecen ambiguas.

En un clima de desconfianza, el acuerdo promovido por la ONU requiere una cooperación sin precedentes, no solo entre israelíes y palestinos, sino también entre Abas y Hamas. Al mismo tiempo, la guerra ha creado una extraña convergencia de intereses.

Israel quiere tranquilidad a largo plazo en su frontera con Gaza y el comandante en jefe de sus fuerzas armadas dijo hace poco que, con la importación de materiales de construcción y la restauración de los medios de vida destruidos por los cierres de fronteras, se reducirá el riesgo de otra guerra.

Abas, por su parte, tiene la oportunidad de poner fin a más de siete años de dominio absoluto de Hamas en Gaza y supervisar la reconstrucción. Los militantes de Hamas es posible que permitan la presencia de fuerzas de Abas en el terreno pues saben que, de lo contrario, la comunidad internacional, que los desprecia como terroristas, no ayudará.

Incluso antes de la guerra, a Hamas le resultaba cada vez más difícil gobernar el territorio, paralizado por una crisis financiera causada por la clausura de los túneles de contrabando por parte de Egipto.

A pesar de esto, la semana pasada, Abas dijo en su círculo íntimo que no se fiaba de Hamas y está nervioso ante un retorno a Gaza que no suponga el control completo del territorio. Según el acuerdo de reconciliación alcanzado antes de la guerra, Hamas entregará el poder a un gobierno provisional liderado por Abas y compuesto por expertos independientes, pero no disolverá las fuerzas de seguridad.

Como muestra de las vacilaciones de Abas, el gobierno de unidad no se ha establecido aún en Gaza, lo que ha motivado que Hamas critique al presidente palestino de retrasar deliberadamente el proceso para arrancar más concesiones.

“Nos da la impresión de que el presidente Abas está indeciso, pero no debería”, ha dicho Salah Bardaui, portavoz de Hamas. “Hay un acuerdo de reconciliación y debe aplicarse”.

Robert Turner, director de la principal agencia de ayuda de la ONU en Gaza, ha dicho que las demoras son perjudiciales para la población de Gaza.

“Lo que necesitamos es que el gobierno de consenso nacional esté físicamente presente y poder, así, iniciar pronto el mecanismo” de reconstrucción, dijo Turner. “La gente está frustrada y molesta y necesita ver avances”.

Shauki Isa, ministro de agricultura del nuevo gobierno, dijo que espera que se dé algún movimiento a más tardar después de la conferencia del 12 de octubre en El Cairo.

La generosidad de los donantes dependerá, probablemente, de que Abas controle Gaza y de que existan perspectivas de un alto el fuego duradero entre Israel y Hamas. Los países donantes se enfrentan a demandas de otras partes de Oriente Medio y están cada vez más desanimados debido a la posible inutilidad de las inversiones en Gaza en caso de que no exista una solución política. La comunidad internacional ya ha prometido varios millones de dólares para ayudar a Gaza, pero Abas ha pedido mucho más dinero, en concreto 4.000 millones de dólares para la reconstrucción y 4.500 millones para reforzar el presupuesto de su gobierno hasta 2017.

Quizá sea todavía más desalentador que reunir los fondos conseguir que los materiales de construcción entren en Gaza.

De acuerdo con las reglas israelíes anteriores a la guerra, los camiones que transportan bienes de consumo a Gaza han de hacerlo a través del puesto fronterizo de Kerem Shalom, pero solo las agencias internacionales pueden introducir materiales de construcción, lo cual implica un proceso burocrático engorroso.

Israel impuso estas restricciones para impedir que Hamas consiguiera acero y cemento para fines militares, tales como búnkeres y túneles. Las sospechas de Israel se confirmaron durante la guerra, cuando sus tropas destruyeron más de 30 túneles de ataque bajo la frontera entre Gaza e Israel.

Con el nuevo acuerdo, Israel debe acelerar los procedimientos y permitir que el sector privado importe materiales de construcción, pero ha vinculado estas medidas con la necesidad de una estricta supervisión por parte de la ONU y las fuerzas de Abas. Esto supondría el establecimiento de puntos de control en algunas obras de construcción, de forma que los contratistas perderían lucrativos contratos si no pudieran dar cuenta de su material.

El ministro Isa dijo que Hamas aceptó suprimir su propio puesto de control cercano a Kerem Shalom.

Pero después de más de siete años de bloqueo y cierre de fronteras, impuesto tras la toma del poder de Hamas, resulta difícil para muchos gazatíes imaginar una nueva era de buena voluntad. El bloqueo ha paralizado la economía de Gaza y, ya antes de la guerra, una mayoría de los 1,8 millones de residentes en el territorio dependían de las ayudas y casi la mitad de los trabajadores estaban desempleados.

Rauda al Achla, cuya casa en el barrio de Shiyaiya de la ciudad de Gaza fue destruida por un ataque aéreo y que ahora vive con su esposo y sus diez hijos en una tienda de comestibles convertida en refugio, es una de esas personas que han sufrido mucho y se han vuelto desconfiadas.

“Tengo pocas esperanzas”, dijo Al Achla. “¿Cómo van a reconstruir nuestras casas?”.