Eva Green: Villana al desnudo
Bruja, una depredadora. Así es descripta Ava Lord en Sin City 2: Una mujer para matar o morir, la villana oscura de mansión millonaria que da título a la película y que encarna la infernal y cada vez más sorprendente Eva Green, única razón para ver la innecesaria secuela de la adaptación al cómic de Frank Miller dirigida por el mismo Miller y Robert Rodriguez que pasó sin pena ni gloria por la cartelera local y extranjera.
Una Green que está que arde, y que reincide en su rol de hechicera sexy sin complejos para despojarse de ropas y pasearse desnuda ante hombres rudos, balbuceantes y espantados, devolviéndole intensidad a un cine hollywoodense cada vez más mojigato.
Hace poco Green también se cargaba una película al hombro, el fatuo torbellino digital 300: El nacimiento de un imperio (también adaptación de un cómic de Miller), con tan sólo una violenta escena de sexo-duelo marcial entre su personaje, la feroz comandante Artemisa, y el gerrero Temístocles (Rodrigo Santoro), de esas que hacen temblar las paredes.
El encuentro íntimo de épocas griegas guiñaba en forma explícita y desinhibida a la similar pero inocente fricción de interiores que Angelique (Green) y el vampiro Barnabas Collins (Johnny Depp) habían protagonizado un tiempo atrás enSombras tenebrosas (2012) de Tim Burton: la lucha sexual en una habitación como una divertida expresión de amor-odio en la que Green ya suma un contundente prontuario.
La actriz, nacida hace 34 años en París y hoy residente en Londres, se dio a conocer por la también provocativa Los soñadores (2003) de Bernardo Bertolucci, donde se prestó a jugados desnudos entre dos muchachos en una recreación incestuosamente desplazada de Mayo del ‘68. Varias veces Green contó que su madre -Marlène Jobert, mítica actriz de la nouvelle vague, su involuntario padre un dentista que apareció en Au Hasard Balthazar de Bresson- se opuso a que su hija se sometiera a las maliciosas órdenes de Bertolucci, temiendo que se viera perjudicada psíquicamente como le sucedió a Maria Schneider tras el torturante rodaje del clásico Último tango en París.
Pero Green desobedeció, fue al frente y saltó a la fama, aunque después reconoció que se sintió avergonzada cuando su familia vio la película. “Fue traumático”, admitió. Años más tarde, aún resentida por la exposición, se negó a desnudarse en una escena de ducha en Casino Royale (2006) cuando hizo de la explosiva chica Bond Vesper Lynd, en un renacimiento versión Blockbuster que incluyó Cruzadade Ridley Scott, cintas en las que –ropa mediante- fue de nuevo descubierta, deseada, elogiada.
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