Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 1:27
¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría.
Salmo 104:24
Hombre y mujer los creó
El ser humano fue creado a imagen de Dios. Dios también dice que hombre y mujer los creó. Desde el principio, en la humanidad existe la diferencia entre lo masculino y lo femenino. La humanidad es una y está compuesta por hombres y mujeres; se trata de una unidad y no de una separación. Las diferencias anatómicas forman parte de la persona humana; uno es hombre o mujer en todas las dimensiones de su persona. Dios mismo considera esta estructura fundamental de la persona humana como algo bueno en gran manera (Génesis 1:31). Por lo tanto, la diferencia entre hombre y mujer no es una fuente de oposición, sino de plenitud y enriquecimiento recíprocos. Dios dijo a los dos, hombre y mujer: “Llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). Para poder responder a la vocación que Dios dirige a su criatura, se necesitan los dos, hombre y mujer. Esta complementariedad es fuente de fecundidad, pero también de responsabilidad. Esta diferencia es obra de Dios. No se trata de una limitación a la cual estamos obligados a adaptarnos, sino más bien de un enriquecimiento al tener contacto con aquel o aquella que es mi semejante y diferente de mí a la vez.
Hoy, seducidos por su entorno, algunos ignoran ese plan divino o le dan voluntariamente la espalda. Pero aceptar desde nuestra juventud lo que Dios estableció para nuestra felicidad nos conduce a huir con firmeza de todo desvío y a encontrar, con la ayuda de la gracia divina, el camino de bendición siempre abierto para el que lo emprende con fe.
Génesis 1:27
¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor! Hiciste todas ellas con sabiduría.
Salmo 104:24
Hombre y mujer los creó

El ser humano fue creado a imagen de Dios. Dios también dice que hombre y mujer los creó. Desde el principio, en la humanidad existe la diferencia entre lo masculino y lo femenino. La humanidad es una y está compuesta por hombres y mujeres; se trata de una unidad y no de una separación. Las diferencias anatómicas forman parte de la persona humana; uno es hombre o mujer en todas las dimensiones de su persona. Dios mismo considera esta estructura fundamental de la persona humana como algo bueno en gran manera (Génesis 1:31). Por lo tanto, la diferencia entre hombre y mujer no es una fuente de oposición, sino de plenitud y enriquecimiento recíprocos. Dios dijo a los dos, hombre y mujer: “Llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). Para poder responder a la vocación que Dios dirige a su criatura, se necesitan los dos, hombre y mujer. Esta complementariedad es fuente de fecundidad, pero también de responsabilidad. Esta diferencia es obra de Dios. No se trata de una limitación a la cual estamos obligados a adaptarnos, sino más bien de un enriquecimiento al tener contacto con aquel o aquella que es mi semejante y diferente de mí a la vez.
Hoy, seducidos por su entorno, algunos ignoran ese plan divino o le dan voluntariamente la espalda. Pero aceptar desde nuestra juventud lo que Dios estableció para nuestra felicidad nos conduce a huir con firmeza de todo desvío y a encontrar, con la ayuda de la gracia divina, el camino de bendición siempre abierto para el que lo emprende con fe.